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Estacionamiento IBERO (II)

El estacionamiento de la Ibero no es sólo un espacio para que los pachecos se escondan de los vigilantes, los novios de las miradas curiosas y los mirreyes presuman sus coches. Es un lugar problemático, lleno, de entradas y salidas que funciona como una metáfora de casi todo. Entre Ladrillos presenta este especial sobre el estacionamiento y la movilidad en la ibero. Esta es la segunda parte.

¿Qué opinan los estudiantes de su estacionamiento?

Renata Salas

La población más grande de la ibero, es la que menos es escuchada sobre su estacionamiento. ¿Qué es lo que ellos opinan? ¿Qué información tienen? ¿De qué otras opciones están enterados?

 


De Iztapalapa para Santa Fe.

Ana Laura Hernández Castillo

Marianela Andrade, estudiante de comunicación y residente de Iztapalapa. Su casa se encuentra a 36 kilómetros de distancia de la Universidad Iberoamericana. Un recorrido que en la Ciudad de México puede parecer de años, ya sea por los baches en las calles, los desastres viales o el simple tráfico que se forma siempre. Es por eso que Marianela decidió que es mejor ahorrar la gasolina de su coche, y viajar en transporte público.

13:15 de la tarde, el trayecto de 10 minutos en coche privado de casa de Marianela al metro Constitución 1917 de la Línea Verde. No había mucha gente, no es hora pico, es por eso que cuando llega el tren, no hay problema con encontrar un lugar en donde sentarnos. Eso y que viajamos en el vagón de mujeres.

El metro viene con muchas ventajas, y en este horario es muy cómodo, para platicar, para leer un libro o para escuchar el entretenimiento que trae la gente que así trata de ganarse la vida. Y esa misma es una de las desventajas, no hay mucho espacio personal hay mucho ruido y no hay posibilidad de decidir cuándo poder cerrar las puertas. Tanto pueden tardar 30 segundos, como pueden tardar 5 minutos, como nos pasó en la estación Cerro de la Estrella.

Vamos avanzando lento, pero acompañadas el trayecto de 11 estaciones no parece tan pesando. Antes de La viga hubo gente que entraba y salía y en esa estación casi se vacía nuestro vagón. Llegamos a Chabacano, para poder transbordar a la línea café.

14:17 bajarse en Chabacano y bajar las escaleras para hacer el transborde es tedioso, es por eso que aprovechamos cuando llegó un tren que conectaba al otro lado y nos ahorró un par de minutos de subir y bajar. Es una hora que aún no ocupa mucha gente, es por eso que caminamos con toda la tranquilidad hacia las palomitas, porque nosotras nos estamos pasando la hora de la comida en el trayecto, y esperamos poder llegar a comer algo. Pero para controlar el hambre, unas “chucherías” nos ayudan.

Caminamos y esperamos el tren, entramos al mixto esta vez, con dirección a Tacubaya.  Cuando lo vimos llegar, un pedazo de chaleco rojo, sobresalía de entre las puertas. Eso las manos pegadas al cristal eran señal de que venía muy lleno. Afortunadamente mucha gente bajó y cuando abrieron las puertas y pensé en un río desbordándose: el agua va para todos lados. Así pasa con la gente en el metro en una de las estaciones más concurridas, sin ser hora pico. Entramos y ahora había calor que la gente que descendió dejó, por suerte también dejaron espacios libres y alcanzamos asientos.

Por fin, después de estar bajo tierra, a las 14:30 volví a ver la luz del sol, para poder llegar al paradero de camiones que me llevaría a mi último transbordo: mi viaje en pesero. Vimos una fila pequeña línea y nos formamos ahí, para poder agarrar el lugar de hasta atrás y poder salir rápido. Ahí, una pareja mayor comía tacos, mientras yo los envidiaba y mi apetito crecía. Y aunque subió un hombre vendiendo cacahuates, aguantamos un rato más.

El pesero rebotaba como pelota de básquetbol, aunque supuse que esa era una señal de que llegaríamos a una hora decente porque, íbamos relativamente rápido, aunque así podíamos ver algunas de las bonitas vistas del pueblo de Santa Fe.

15:27: llegamos temprano y nos de tiempo de comer.

Los costos de la gasolina, del estacionamiento y el gasto de tiempo en el tráfico son penas más grandes que el poder aprovechar tiempo en el metro y los $12 a comparación de los $42 que cobra el Iberobus. Y aunque sea más cómodo, a Marianela le gusta poder controlar sus horas de salida de todos lados.

 


En la Ibero Santa Fe se está construyendo…

Diana Orobio

¿Qué sucede en la Ibero Santa Fe?

 


En la Ibero Santa Fe se está construyendo…

Fernanda López

¿Cuáles son las medidas de seguridad de la Ibero hacia la misma? ¿Cómo responde hacia la seguridad hacia sus alumnos dentro y fuera de esta?

 


Sin novedad en el Frente… Llevo tres horas dando vueltas y no hay lugar

Regina Orea Gardea

Esquivando guaruras, albañiles y baches que le hacen competencia a una alberca olímpica, está la puerta 6 de la Universidad Iberoamericana en todo su esplendor. Cubierta de vallas y cinta que mantienen a la gente lejos, se cimenta lentamente el nuevo estacionamiento de la escuela. Un estacionamiento que abrirá más espacios que no se necesitaban y que en el inter ha creado caos total y descontento. Sin embargo, esta es sólo la opinión poco fundamentada de un alumno más, que se queda perplejo ante las filas que se hacen para entrar y salir de su alma máter.

Para iluminarnos un poco, un participante activo de la comunidad Ibero ha accedido amablemente a brindarnos un poco de luz sobre el asunto. Este participante eligió permanecer en el anonimato al compartir sus experiencias e información, pero de primera fuente garantizamos que es una persona que por más de veinte años ha sido miembro de la comunidad de la universidad, desde alumno hasta egresado, pasando por la administración y académica de orígen.

Por más de cinco años dirigió un equipo de trabajo el cual se dedicaba a coordinar la logística de los eventos dentro del campus y de todo tercer partido ajeno a la universidad, llamados concesionarios. Los dos concesionarios gigantes en este caso son los servicios del Iberobus y de los estacionamientos.

A raíz del descontento y del pandemonium vivido en nuestra institución jesuita, le hicimos una serie de preguntas a nuestro informante que les presentamos a continuación.

Comenzamos preguntándole sobre lo más gratificante que encontraba en su trabajo, y nos contestó que la toma directa de grandes decisiones. También la oportunidad de poder planear generar y ejecutar nuevos proyectos. Ver cómo se traían a la vida desde el inicio. Después, nos habló de lo más desagradable de su puesto. De cómo había que lidiar con personas que querían mantenerse al margen o dentro del status quo. Lo más tedioso era estandarizar procesos.

Nos habló de cómo su partida llegó de manera algo repentina, pero no completamente sorpresiva ya que estaba habiendo grandes cambios en la universidad. Al final, fue debido al cambio en la administración a raíz del nuevo rectorado en la Ibero.

Llegamos al tema de cómo tiene una posición privilegiada para ser testigo de los cambios pasando en la Universidad. Ya no tendrá su mismo empleo anterior pero sigue trabajando dentro de la Ibero y de esta manera (y con su experiencia) puede observar las transformaciones. Le preguntamos si creía que las cosas habían cambiado dentro de su ex-área y nos contestó que sí. Que complemente. Que había notado que las decisiones se habían comenzado a tomar de manera centralizada y aislada. Ahora se están tomando decisiones no consensuadas y no se está considerando a los expertos de las diferentes áreas. La cancelación de las certificaciones internacionales también le hace mucho ruido.  Nos cuenta cómo por seis años, con su equipo, desarrollaron y conservaron el ISO 9000. Y ahora es algo que no se cree importante y por lo tanto ya no existe.

A raíz de lo anterior, nos dió curiosidad saber si los cambios mencionados se habían dado de manera rápida o lenta. Nos contestó que rápido. Pero sobre todo, las palabras que usaría para describir esta transición son: drástico, trágico. Hace una pausa y nos cuenta sobre cómo otro funcionario un día le consoló, diciéndole que la Ibero era un poco “esquizofrénica. Y que desde entonces, así se refieren a este tipo de situaciones. Porque un día las cosas funcionan de una manera y al día siguiente es posible que no quede nada de eso. Durante la difícil transición fuera de su área, lo anterior le sirvió para entender muchas cosas.

Pero no todo puede ser malo, o eso creemos. Así que nos decidimos a preguntarle si creía que había habido algún cambio para bien. Antes de contestar, se ríe y luego suspira. Su respuesta es concisa y un poco sorprendente, pero nos hace reír también. Le gustan mucho las mesas nuevas de la explanada, las de las sombrillas. “Y ya.”, agrega. Se pierde en sus pensamientos por un momento y vuelve a hablar. Nos explica cómo ahora no se está avanzando sobre algo existente. Ella cree en la mejora continua, siempre, de donde venga. Ahora, creen que lo que se hace es fácil o no entienden el sentido amplio de algunas decisiones. La incompetencia se vuelve el problema principal.

Con suficientes datos recabados para el preámbulo, le preguntamos sobre la razón principal por la que venimos a verle: el estacionamiento. Nos comenta que es un tema tan relevante que en su año sabático lo dedicó a trabajar en un proyecto de estudio y generación de soluciones para el problema. Le pedimos que nos compartiera su perspectiva, teniendo en cuenta su experiencia con los concesionarios y todas las estrategias manejadas. ¿Qué está pasando?

La respuesta fluye sin problema. Se trata de una falta de visión del problema, del problema de fondo. Se cree que el estacionamiento es un mal necesario. Un mal que se puede resolver metiendo más coches y construyendo por todos lados sin pensar en una solución verdadera. No quieren reparar en que el problema reside en la movilidad de la zona, Santa Fe no fue planeada para albergar una población ambulante, se planeó para tener un propósito habitacional. Además, nos da testimonio de cómo por años se propuso, expuso y sugirió que la solución reside en fomentar otro tipo de transporte. “Es simple física y matemática, no cabemos.”, afirma. Cree que seguiremos sin caber sin importar cuántos estacionamientos encimados se construyan. Y que peor aún, eso sólo congestiona el espacio y al ambiente.

Es obvio que la gente no está contenta con la situación poco práctica que se vive dentro de las instalaciones y nuestro informante lo ha notado. Sabe cómo la gente alucina llegar, alucina estacionarse y alucina tener que salir. Puede ver las colas a todas horas, la falta de espacio y el cierre de las puertas. También tuvo que lidiar con esta problemática hace algunos años, no es algo nuevo. Además, algo que le indigna fue la falsa solución del desplazo de administrativos y personal de servicio al estacionamiento de Garden Santa Fe. Dice que por años han convivido a diario los tres sectores de la universidad y algunos miembros tienen movilidad física limitada. Ahora, se les ha quitado esta facilidad que es un derecho adquirido.

Una vez teniendo una perspectiva mucho más informada e íntima del tema, le podemos hacer una de las preguntas más importantes que tenemos preparadas: Si en éste momento te devolvieran tu puesto anterior y lo aceptaras. ¿Qué harías? Por supuesto, tomando en cuenta el estado actual de las cosas, llámese la obra, la cantidad de alumnos, el caos, el descontento, etc.

La respuesta la obtenemos de inmediato pero no es paja ni lo primero que le vino a la mente. Es algo calculado, practicado que nos demuestra como no es la primera vez que se ha expresado. Comienza diciendo que continuaría fomentando el transporte masivo. Que por años se ha ampliado la capacidad del Iberobus, se hicieron pruebas, modelos, simulacros y estudios para hacerlo lo más efectivo posible. Y están muy satisfechos con los resultados. La investigación más reciente que hizo fue drástica pero es certera y presenta una solución real comprobada con números y todo lo que ha aprendido en esta generosa institución. En ella plantea que el Iberobus se vuelva obligatorio para los alumnos de primero y segundo semestre. Y si no quieren llegar en Iberobus, se pueden buscar otros medios para llegar al campus. Además, afirma, es una solución que también promueve los valores jesuitas de la Ibero. El transporte comunitario es inclusivo, promueve la inclusión. Vecinos que nunca tendrían razones por las cuales hablarse, se conocen y en un futuro hasta pueden hacer rondas. Es una solución para varios problemas a futuro. Contribuímos a descongestionar Santa Fe y ni hablar de la ayuda al planeta. Es una solución ecológica, sustentable e inteligente.

Con esta información concluimos nuestra entrevista, dejando a nuestro informante algo reflexivo. Le damos las gracias y le decimos que mientras nos encontremos en la cola de las tortillas de las 10 pm para salir a Vasco de Quiroga, nos vamos a acordar de la entrevista de hoy. Nos agradece de regreso y nos recuerda que compartamos carros y aprovechemos el Iberobus. Que así podemos hasta ir viendo Netflix en el camión en vez de manejar. Y ahora que ya viene la segunda temporada de Stranger Things, no hay nadie en el mundo que prefiera venir viendo el escape del malhumorado de adelante que a Eleven con sus waffles, y además de que se reducen riesgos en seguridad.

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