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El consumo de arte en México

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El mundo del arte es un mundo en constante expansión. Los géneros y corrientes artísticos se multiplican a medida que pasan las décadas y sus exponentes descubren nuevos canales y audiencias, en especial conforme van avanzando las tecnologías, mismas que aportan innovadoras herramientas para la creatividad. De una manera similar surgió el arte pop, con expositores como Andy Warhol que exploraron nuevas técnicas y mercados.

En la actualidad estamos pasando por una etapa similar. Hoy en día podemos ver distintas adaptaciones de obras antiguas en plataformas digitales e interactivas. Esto para crear un puente entre el arte y los usos y costumbres propios de la sociedad contemporánea. Teóricamente, lo anterior debería ser catalizador para que más gente decidiera adentrarse al mundo del arte y la cultura que lo rodea. En países como Londres y España, sí sucede. Sin embargo, México parece estar un poco retrasado en seguir este patrón. La Ciudad de México es la segunda ciudad con más museos del mundo y, aún así, el flujo de citadinos que van a los museos deja bastante que desear. Sobre todo, no parece haber un interés propio en la gente de frecuentar estas instituciones, y cuando hay un interés, parece ser impulsado por razones poco halagadoras como son la moda, la presunción y la obligación por parte de las escuelas.

El arte como símbolo de pertenencia en México. ¿La gente va a las exposiciones por interés genuino o por pose?
A partir de la cultura del esnobismo se ha creado la noción de que las personas que asisten a eventos relacionados con el mundo artístico pueden ser descritas como cultas y, de cierto modo, superiores. El poder crear una opinión propia acerca de un tema que no le resulta familiar a las masas otorga un falso sentido de pertenencia hacia una élite intelectual que más allá de verdaderamente estar empapada de conocimiento, utiliza esta máscara como pase de entrada a un sector teóricamente “culto”.

Si a esto le añadimos la posible viralización que se puede desencadenar a partir de las redes sociales y los factores que se involucran, obtenemos un extraño grupo de personas que documentan su visita a museos y exposiciones para reafirmar su asistencia. Una de las afirmaciones que guía a esta sección de la población en su consumo de arte es que, si no se publica su presencia en este tipo de eventos, entonces los demás no sabrán que en verdad asistieron. Por lo tanto, no sabrán que ellos sí saben acerca de arte.

Según la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que realiza la Secretaría de Cultura en México, para el año 2010 sólo 55% de los encuestados habían asistido alguna vez a un museo, mientras que 43% nunca lo había hecho y 2% restante no lo recordaba. En el mismo censo, se creó una investigación en torno a la asistencia de la sociedad de distintos países a los museos. En Francia, el 77% de la población había asistido a un museo en los últimos doce meses.

En Reino Unido 44%, en España 31% y en México sólo 20%. Nuestro desapego a la cultura y sus variantes no es sólo un planteamiento hipotético, sino que resalta negativamente frente al consumo de arte en otros países. Por otro lado, al indagar acerca de si su visita al museo había sido satisfactoria, 44% de los mexicanos encuestados respondió que le otorgaba una calificación de 10 a su experiencia. Entonces, ¿cuál es el motivo por la que el consumo de arte en México no es una actividad común y frecuente para la sociedad?

En cuanto a las instituciones relacionadas con la educación, una de las competencias principales a desarrollar es el análisis y ejecución de distintos temas relacionados al arte. De acuerdo al plan de estudios que propone la Secretaría de Educación Pública (SEP) para bachillerato (en su versión del año 2012), se incluye un apartado en donde se habla de arte y sus distintas expresiones. En el plan de estudios mencionan que el enfoque está dirigido hacia el desarrollo de una visión crítica, el pensamiento creativo y la búsqueda de innovaciones.

Al mismo tiempo, se exploran distintas áreas del arte para poder obtener una visión global. También existen cursos en los que se explora el ámbito del teatro y las artes visuales. Sin embargo, encontramos que los alumnos exploran el arte mediante la práctica, dándole más importancia a este aspecto que a la teoría como tal. Es decir, más allá de absorber conocimiento preexistente, se les solicita que exploren en técnicas de producción artística.

Durante la primavera de este año, el periódico La Jornada documentó un reporte educativo en el que se explica una propuesta para modificar el plan de estudio de arte y cultura de las escuelas incorporadas a la SEP. El Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, comentó lo siguiente:

“Esta estrategia pretende poner en práctica cinco ejes estratégicos: artes en la escuela, exploradores de las artes, libros y lectura, capacitación de docentes y directivos para impartir contenidos de arte y cultura y la integración de una orquesta sinfónica juvenil y de un coro nacional infantil de la Secretaría de Educación Pública. Se pretende que alumnos de formación básica aumenten sus visitas a museos y teatros, fomentar su gusto por la lectura y que tengan acceso a materiales didácticos que incentiven su creatividad y mayor participación en las llamadas escuelas de verano, entre otras acciones”.

Según el periódico El Universal, la Ciudad de México es la segunda ciudad con más museos en el mundo, solo por debajo de Londres. Hasta 2016, contaba con 170 museos, un número que no parece que vaya a detenerse en ningún momento próximo. Por lo tanto, eso coloca a la CDMX junto a ciudades de países primermundistas como Buenos Aires, París y Madrid.

La delegación que más museos tiene es la Cuauhtémoc, con 78. Le siguen la Miguel Hidalgo con 22 y Coyoacán con 21. En total, estas tres delegaciones tienen 70% de los museos de la ciudad. Mientras tanto, las delegaciones de Magdalena Contreras, Iztacalco y Milpa Alta no tienen ningún museo.

El museo más visitado en la ciudad se encuentra en el Castillo de Chapultepec y es el Museo Nacional de Historia. Según conteos realizados por el INAH, en el 2015, recibió un total de 2.6 millones de visitas. En el mismo año, el Louvre tuvo 8.7 millones de visitantes.

Por lo tanto, sabemos que los citadinos prácticamente no tienen excusa alguna que pretenda justificar el por qué no frecuentan los museos de manera más activa. Pero sí sabemos que hay un estigma bastante global entorno a los museos que los presenta como algo aburrido, que no es tan atractivo como un parque de diversiones o un cine. También en parte, es culpa de las personas que han moldeado el concepto de un museo desde hace muchas décadas, porque los han hecho poco flexibles en el sentido en el que no son muy tolerantes hacia las generaciones más jóvenes.

Entendemos como un Renoir no va a estar abierto a ser tanteado por los más pequeños para que se entretengan, pero hay espacio para volver a los museos más entretenido. Museos como la casa de Frida Kahlo son ejemplos de instituciones que han hecho el esfuerzo por modernizarse y seguir con los tiempos. Esto mediante un proceso en el que se vuelven “multimedia” y ofrecen guías didácticas para pequeños y grandes que van a dejar hasta a los más apáticos embobados con la historia de ésta gran artista tan representativa de nuestro país.

En el artículo escrito por Holly Williams para el periódico The Independent, la investigadora asegura que el tomarte una selfie en un evento de arte representa el hecho de tener una foto con un capital cultural añadido, en donde el fondo respalda un gusto impecable. Comenta que, aunque es verdad que existen ocasiones en donde la razón detrás de una visita al museo es compartir la experiencia en redes sociales, el crear un sentido de propiedad y pertenencia suele ser un desafío raro y poderoso. Williams afirma que el arte es visto como algo meramente exclusivo, destinado hacia los sectores intelectuales o la élite.

Así que el que se pueda romper esa barrera entre las masas y supuestos intelectuales es digno de celebrar. Asegura que el arte es para todos los sectores y que el involucrar a las nuevas generaciones es un movimiento altamente relevante en la actualidad, dinámica cuyo vehículo principal pueden resultar ser las redes sociales.

Consideramos que esta problemática no es ajena a la sociedad mexicana. Existen dos exposiciones cuya difusión mediática (principalmente realizada mediante redes sociales) dio pauta a que los museos que las albergaban tuvieran una asistencia notable. La primera es el caso de Yayoi Kusama: Obsesión Infinita en el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo, misma que estuvo presente desde septiembre de 2014 hasta enero del siguiente año. Según la revista Forbes, el museo recibió una asistencia récord de más de 330 mil personas, cifra que se contrasta con los 170 mil asistentes anuales que suele tener el museo. De acuerdo a las cifras publicadas por la revista, fueron más de 30 mil publicaciones en redes sociales que incluyeron los distintos hashtags que circulaban para hacer alusión a la exposición.

El segundo caso fue Andy Warhol: Estrella Oscura, exposición presentada por el Museo Jumex de junio a septiembre del presente año. Durante estos meses, fueron más de 304 mil las personas que asistieron para admirar las obras de Warhol. Alejandro de la Garza escribió para el portal web de Milenio lo siguiente:

“Se insiste, como regla no sujeta a excepciones, la estricta prohibición de tomar fotos en cualquiera de las salas de exhibición y a cualquiera de las obras. Algunos se quejan, querían tomarse selfies con su pareja, con los compañeros de la prepa, acaso registrar también alguna obra interesante. Pero la medida es tajante. Los únicos espacios donde pueden fotografiarse con sus teléfonos inteligentes son dos: frente al mural de vacas que da acceso a cada sala y en una galería apartada en el sótano, donde se juega con globos platinados que flotan en una suerte de performance protagonizado por los asistentes”.

Para profundizar más en esta problemática, consideramos aplicar una serie de preguntas a un grupo significativo de mexicanos, para saber si tienen una relación con el arte y si ésta se basa en un sentido de pertenencia y se desarrolla en las redes sociales.

Se realizó una encuesta a 50 personas a partir de los 18 años, de nivel socioeconómico alto y medio-alto para conocer los motivos por los que asisten a una exposición, su conocimiento previo y posterior a su visita al museo, al igual que aquellos factores que los posicionan en distintos sectores sociales y culturales. Para poder realizar un análisis efectivo de las experiencias personales de cada uno de los entrevistados, decidimos crear una encuesta a partir de las siguientes preguntas:

  1. Edad:
  2. Nivel de estudios:
  3. ¿Qué tan familiarizado estás con el mundo del arte?
  4. ¿A cuántas exposiciones vas al año?
  5. ¿Por qué asististe a estas exposiciones?
  6. Menciona las obras de arte que recuerdes estaban presentes en estas exposiciones
  7. ¿Cómo te enteraste de ellas?
  8. En una escala del 1 al 10, ¿qué tanto consideras que sabes de arte?
  9. ¿Te parece que el gobierno ejecuta correctamente estas exposiciones?
  10. ¿Crees que debería de haber más información en las exposiciones para poder generar efectivamente un contexto previo?

RESULTADOS

Edades de los encuestados

En una muestra de 50 personas encuestadas, la mayoría (68%) tenían entre 20 y 24 años de edad, o sea en edad universitaria. El 44% de los encuestados afirmaban tener una familiarización media con el mundo del arte y asistían a entre cuatro y seis exposiciones al año. El 90% de las respuestas decían que asistían por interés propio; sin embargo, sólo 12 personas dieron respuestas concretas sobre las obras que recordaban de las exposiciones a las que habían ido ese año.

Una vez analizando los resultados obtenidos, podemos inferir que la manera más común en la que la gente se entera de las exposiciones vigentes es de boca en boca, es decir, alguien les comentó (40% de la muestra), pero seguido muy de cerca por la información en internet, con 38%. Los anuncios en la calle son el tercer lugar lejano, con un 8%.

En general, las personas encuestadas afirman tener un conocimiento medio-alto del arte, con puntuaciones de cinco y siete en nuestra escala del 1-10. El número uno correspondía a “Nada” mientras el 10 era “Podría tener una maestría.” Los encuestados manifestaron un aprobación mayor hacia el montaje de las exposiciones privadas con 70%, mientras que las públicas obtuvieron un 50%.

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Ivonne es egresada de la Universidad Iberoamericana con licenciaturas tanto en Historia del Arte como en Marketing. Estudió un posgrado en Diseño Gráfico impartido por CENTRO, y es doctora en Letras Modernas. Al compartir nuestras inquietudes con la Dra. Lonna, decidimos profundizar en su perspectiva personal respecto a las técnicas de publicidad y marketing que utilizan los museos tanto privados como públicos y la efectividad de las estrategias promocionales que se implementan. Respecto a este tema, nos comenta que se encuentra dirigiendo una tesis de maestría en la que la reflexión va en torno al mal uso que se hace de las redes sociales en museos del Estado. Esto, en el sentido de que no generan contenidos propios y no tienen una estrategia específica para generar nuevas audiencias o dinámicas de difusión, comunicación o consumo. Lonna considera que los museos gubernamentales en México creen que, por abrir una cuenta en las redes más utilizadas en el país, ya están implementando una estrategia de innovación.

De acuerdo al análisis que ha realizado, asegura que esta información no está llegando a público nuevo ni a generaciones jóvenes y solamente sobreviven por el apoyo que les brinda el gobierno. Por otro lado, comenta que en las galerías y festivales de arte creados por la iniciativa privada, se generan dinámicas más interesantes en cuanto al uso de redes sociales en donde el funcionamiento es evidentemente distinto.

Ivonne explicó que, aunque se pensara en implementar los mismos planes de comunicación que llevan a cabo las instituciones artísticas privadas, lograrlo sería prácticamente imposible. Esto debido a las políticas culturales en el país, la ley indefinida de cultura y la idea errónea tanto de la tecnología como de la comunicación. A esto le agrega el patrimonio nacional y la falta de compatibilidad que existe entre este y los últimos cuatro factores. Menciona que existen casos como el del Museo Rufino Tamayo, mismo que cobró vida al traer las obras de Yayoi Kusama pero que, poco después, dejó de realizar inversiones del mismo tipo. Ivonne pone como ejemplo al Museo Universitario de Arte Contemporáneo, en donde la cabeza que está al mando tiene un equipo muy fuerte en todas las áreas y que busca trabajar con agencias de marketing distinguidas. Su crítica es que todos los demás museos generan un tipo de copy-paste de las estrategias de museos extranjeros exitosos. Considera que el tema de asistir a una exposición meramente por pose es una problemática evidente tanto en el país como en el mundo.

«El arte es pose en general. La pose sí logra acercar a la gente al mundo del arte pero a corto plazo. Pasó Kusama y ahora sólo el público fiel del Tamayo lo visita. Toda esa ola de gente que fue por la artista japonesa se desvaneció y ya no ha sido posible aumentar la audiencia del museo».

Finalmente, la recomendación de Ivonne es que los jóvenes se incorporen a la vida cultural en México. Considera que es necesario que se transformen los viejos usos de la cultura y generar un giro en las prácticas, leyes y gestión cultural que sea notorio y contundente.

Aunque sí existe cierto interés por parte de la comunidad mexicana por acercarse al mundo del arte y conocer más acerca de sus distintas facetas, los mexicanos consideran que no saben mucho de arte. El método de difusión implementado por los museos que resultó ser más efectivo fueron todas aquellas estrategias de publicidad que se generan de manera digital. Los números que arrojan la recopilación de asistencia a las exposiciones realizadas en México que han resultado ser notablemente mediáticas, tienen una relación notable entre la cantidad de asistentes debido a una posible difusión en plataformas sociales personales.

Para efecto de la investigación, realizamos una consulta de información pública solicitando una serie de datos de la incumbencia del Instituto Nacional de Bellas Artes. El día 5 de octubre de 2017 se realizó la solicitud de información (número de folio: 1116100044417) al INBA, por medio de la Plataforma Nacional de Transparencia (INAI). Esta contenía cinco preguntas en las que se pedía acceso a números de la exposición “Rivera-Picasso”, que tuvo lugar en el Museo del Palacio de Bellas Artes en los meses de septiembre-octubre, entre ellos el número de visitantes esperados y el presupuesto asignado a las campañas de divulgación del evento.

Debido al sismo, la plataforma del INAI estaba fuera de servicio, pero contaba con una nota que decía que reanudarían sus actividades el día cinco de octubre del 2017. Sin embargo, no hubo respuesta alguna, ni siquiera el aviso que tiene que mandar en INAI en caso de necesitar más tiempo para contestar nuestra solicitud.

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