Durante los últimos años, particularmente la última década, hablar de sexo forma parte de la agenda. Una nueva liberación sexual se encuentra en su apogeo, y los jóvenes se sienten cada vez más libres de experimentar con su sexualidad y, a la par, tener múltiples parejas sexuales. Si bien esto representa un progreso en la ideología de los mexicanos, es necesario entender que hablar de sexo implica hablar de las ETS o enfermedades de transmisión sexual.
Cuáles son los factores que nos hacen propensos a adquirir una ETS
De acuerdo con la Facultad de Medicina de la UNAM, todas las conductas sexuales que involucran contacto con otra persona o con los fluidos de la misma, se considera como factor de riesgo para la adquisición de ETS. ¿Qué quiere decir esto? Que no es necesario llegar a la penetración para ser candidato al contagio de una ETS; prácticas como el sexo oral, los besos, e incluso el ‘faje’, también cuentan.
Aunque para algunos esto parezca una obviedad, existen personas que no son conscientes de lo que se mencionó anteriormente. Desde luego, la probabilidad de transmitir estas infecciones varía dependiendo de la actividad sexual; en general, cualquier relación sexual entre dos o más personas predispone a adquirirlas.
Se aplicó una encuesta a 100 alumnos de la universidad IBERO sobre sus hábitos sexuales, con el propósito de comprobar qué tanta conciencia tienen respecto al tema; los resultados fueron los siguientes:
El 61% de los alumnos de la IBERO entrevistados ha tenido relaciones con otro alumno de la universidad; 48% dice haber tenido entre dos y cinco parejas sexuales en su vida; 17% entre seis y 10, y el otro 17% sobrepasa las 10 parejas sexuales; y solo 18% ha tenido una sola pareja en su vida. Esto incrementa los riesgos de contagio en niveles considerables, y esto sucede solo en la universidad.
Ahora, de estos 100 alumnos, 85% dice nunca haberse contagiado de ninguna ETS; 4% lo confirma y el otro 11% está inseguro. El 78% NO CREE ser propenso a adquirir alguna enfermedad; sin embargo, solamente 39% acudió al médico para conocer su situación en el último año. Esto quiere decir que el otro 61% del alumnado no está completamente seguro de no haber contraído algo.
El 66% dice utilizar condón como método de protección y únicamente 5% no utiliza ninguna protección o aplica el pullout (coito interrumpido). Este dato podría calmar un poco la cuestión de vulnerabilidad, pero recordemos que el contagio no se da únicamente a través de la penetración. Además, el periodo de incubación -periodo en el que tardan en manifestarse físicamente- de una ETS puede ser muy largo; mientras que la gonorrea tarda de tres a cinco días en manifestarse, la sífilis supone entre los 30 y 90 días; la hepatitis B, tarda de 40 a 50 días en incubarse, y sus síntomas son muy parecidos a los de una gripe. También existen casos de donovanosis, cuyo periodo de incubación se puede alargar hasta por un año.
Si bien el sexo ha dejado de ser motivo de escándalo, el tema de las ETS y la realización de un chequeo que confirme su existencia, parece seguir aún bajo la sombra. Existe la tendencia de que, por el simple hecho de pertenecer a un nivel socioeconómico privilegiado, los factores de riesgo ante el contagio disminuyen, idea cuya base se encuentra sustentada en la completa ignorancia.
Hacerse una revisión NO ES motivo de vergüenza; por el contrario, habla de la responsabilidad y la consciencia que llevan consigo el ser sexualmente activos.
Esto es necesario si queremos evitar posibles epidemias cuyas consecuencias pueden ser fatales.
Pamela Herrera es una escritora de la Ciudad de México. Sígueme en: facebook / wordpress