La trata de personas es un realidad que convive con la realidad de cualquier otra persona: una víctima de trata no necesariamente está encerrada en casa: es probable que sea la persona que está frente a ti en la fila del supermercado o en la parada del camión, mientras alguien la cuida de que no escape.
De acuerdo con un reporte de la Organización Internacional del Trabajo, en 2016, 40.3 millones de personas fueron sometidas a esclavitud moderna. Este último término se divide en dos conceptos: trabajo forzoso y matrimonio forzoso. De los 40 millones, 24.9 millones en trabajo forzoso y 15.4 millones en matrimonio forzoso
Es importante mencionar que las mujeres y las niñas representaban 71% de las víctimas de la esclavitud moderna. Y una de cada cuatro víctimas es menor de 18 años, lo cual nos habla de que los grupos más vulnerables ante este delito son los niños y adolescentes.
Hablando en específico del trabajo forzoso, en 2016, un total de 16 millones de personas fueron explotadas en el sector privado (trabajar para empresas, organizaciones o labores domésticas) y un 4.8 millones fueron víctimas de explotación sexual forzosa.
Contrario a lo que puedan pensar muchos, el trabajo no sexual es el más común en cuanto a trata de personas; sin embargo, eso no significa que la experiencia traumática de una víctima sea más o menos importantes que otras.
Si tomamos en cuenta el sexo de las víctimas, las mujeres y las niñas representan 99% de las víctimas de trabajo forzoso en la industria sexual a nivel mundial. Debemos entender que estas cifras representan miles de historias, y que por lo general, estas niñas son engañadas por un hombre, quien tiene como propósito hacerlas creer que su realidad es lo suficientemente mala como para acceder a aceptar lo que le ofrecen.
De acuerdo con un reporte de 2011 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), un alto porcentaje de las víctimas temen denunciar por miedo a que se les procese judicialmente, que las deporten o que sus tratantes las maten, ya que muchas están amenazadas de muerte por si hablan con alguna autoridad.
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Y la historia continúa en nuestro país, pues la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) confirmó en la Cumbre Hemisférica sobre Trata de Personas, que en 2017 México ocupó el quinto lugar en el mundo por trata de personas. También se anunció que en nuestro país cada año, alrededor de 21 mil menores de edad son engañados por las redes de trata de personas con fines de explotación sexual.
Otros dos datos importantes que se dieron a conocer en esta cumbre fueron: el 93% de las víctimas de trata de personas en México son mujeres; 45.4% son captadas por una persona conocida, y otro 49.1% por personas desconocidas. Es impresionante que no solamente son extraños quienes están llevándose a las personas, sus propios familiares o amigos son los que los arrastran hasta estas circunstancias.
Uno de los problemas de la trata de personas en México es que no se tienen cifras oficiales sobre este delito. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), con la información que recabó a través de una investigación realizada entre 2010 y 2013, concluyó que Puebla, Baja California, Chiapas y la Ciudad de México son las entidades que reportaron mayor número de detenciones por el delito de trata de personas.
Debido a los datos demográficos obtenido de esta investigación, se establece que una persona es más propensa a ser víctima de trata si vive cerca de una frontera o en una ciudad grande.
En cuanto a lo que concierne a la justicia, los estados de Chiapas y Puebla son los que tienen mayor cantidad de procesos judiciales abiertos por este delito; sin embargo, esto no significa que estos casos tengan una conclusión. Muchas veces la investigación no llega a ningún lugar, y los responsables quedan en libertad. De acuerdo con este mismo estudio, estados como Coahuila y Baja California Sur no presentan casos de detención por trata de personas. Es importante recalcar que esto no significa que la trata no exista en estos estados, lo que quiere decir es que no se denuncia.
Los números parecen nunca estar de nuestro lado, pero mientras más cifras tengamos, mayor información tendremos para estar conscientes acerca de este tema. En nuestro país, de 2008 a 2014, el número de averiguaciones abierta y relacionadas con la trata ,creció encima de 600%.
En cuanto al desarrollo de los casos denunciados, el INEGI reporta que, en promedio, apenas una persona es detenida por cada siete averiguaciones. Esto habla de la ineficiencia de los procesos de investigación de las autoridades en el país. Los esfuerzos que se hacen no son los suficientes para atender siquiera los casos de trata que sí se denuncian, porque hay cientos más que nunca llegan al Ministerio Público.
En la lucha contra la trata de personas no basta con crear leyes, tener un protocolo o, incluso, con tener un equipo de seguridad capacitado para enfrentar este fenómeno. Lo urgente es una transformación de los valores que prevalecen en nuestra sociedad y que son un eje estructural de la trata de personas: es momento de tomar acción frente al machismo, la discriminación de género y la cosificación de las mujeres.
Hombres y mujeres debemos proteger la niñez libre de prácticas laborales de cualquier tipo, promover el respeto e igualdad de derechos de cualquier persona, sin importar su condición, y tenemos que estar atentos a las acciones realizadas por personas cercanas que nos parezcan relacionadas a trata de personas: siempre podemos prevenir.
Es necesario impulsar una cultura de denuncia que vaya de la mano con estrategias eficientes y seguras para que la gente pierda el miedo.
Para denunciar este delito se puede acudir a una instancia de seguridad (PGR, PGJ, Módulos de Policías), donde tomarán tu caso o te ayudarán a contactar a la autoridad correspondiente.
También puedes acudir a la Comisión Unidos Contra la Trata, el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México y el Observatorio Nacional Ciudadano crearon una Línea Nacional de Denuncia contra la Trata de Personas (01800 5533 000).