Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), cada año, México ocupa el primer lugar en el mundo en embarazos adolescentes. Esto implica que existe un sector de la población compuesto por madres que aún no alcanzan la madurez, cuya situación las expone a discriminación social, dependencia económica, limitación de oportunidades laborales, académicas e incluso, en algunos casos, comprometer la salud propia y la del hijo.
A principios de 2015, el Presidente Peña Nieto presentó la estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes; sin embargo, ¿el contenido de las campañas y medidas preventivas antiembarazo han resultan verdaderamente efectivas? Según datos recabados por la Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la tasa de fertilidad en jóvenes no se ha reducido considerablemente, en parte por su bajo uso de anticonceptivos y por el inicio de su vida sexual a tempranas edades (15.9 años en promedio).
Las estrategias de prevención de embarazo, frecuentemente buscan educar a la población joven de la vida sexual, a través del uso de preservativos y el fomento al estudio, sugiriendo que los embarazos precoces usualmente se deben a una cuestión de ignorancia. Sin embargo, si bien se ha demostrado en encuestas publicadas por la revista científica especializada, Salud Pública, que 74.9% de las adolescentes embarazadas muestran rezago educativo, algunos de los problemas sociales más relacionados con el embarazo temprano parecen ser ignorados por las campañas: la desigualdad de género.
En un estudio realizado por la Universidad Nacional Autónoma del Estado de México (UAEMEX) se encontró que “los hombres señalan que a ellos les toca ser respetuosos y protectores, mantener, ayudar y proveer, mientras que las mujeres se definen como esposas, hermanas, educadoras y amas de casa (…), se observa que los hombres valoran el poder, la competencia, la eficiencia y la realización”. Dentro de la mentalidad del mexicano los hombres aún se ven como líderes y las mujeres como un tipo de ayudantes encargadas de cuidar al hogar y a los hijos, lo cual normaliza un trato despectivo hacia la mujer, quien es relegada al ámbito privado.
México continúa siendo una nación con un limitado apoyo para el sector femenil. En las zonas urbanas del país las mujeres representan 39.5% de la población económicamente activa en puestos catalogados como “funcionarios o directivos”; sin embargo, en estudios del INEGI, este número disminuye a 28.9%, puesto que estos toman en consideración la diferencia de salario que separar a los hombres y mujeres de las mujeres en puestos directivos.
Igualmente es importante destacar que en algunos sectores sociales existe una menor valorización a la educación escolarizada en mujeres porque se considera que la principal función social de estas es la maternidad y el cuidado del hogar. Dentro del país aún existen estructuras que desalientan a las mujeres a trabajar o estudiar y las mantienen en una categoría dedicada exclusivamente al cuidado del hogar, familia y, posteriormente, hijos. De esta manera, las jóvenes pueden llegar a ver en el embarazo no a una desventaja, sino solo a una respuesta natural ante la imposibilidad de una situación de auto superación.
Patricia Rodríguez, integrante de la Unidad de Investigación Economía Fiscal y Financiera de la Universidad Nacional Autónoma de México, propone que “al enfrentar a jóvenes mexicanas con mayores exigencias de preparación académicas, estas postergan la procreación hasta acercarse a los 40 años, contraen nupcias sin tener descendencia o deciden vivir solas”.
Si bien las campañas de prevención de embarazo nacionales están en lo correcto al promover el uso del condón, sostener relaciones sexuales con responsabilidad y alentar a jóvenes a permanecer en el colegio, resulta un tanto idealista pensar que esto bastará para prevenir efectivamente el embarazo precoz. El embarazo a edades tempranas no es solo una cuestión de cuidado sino que es un problema causal proveniente de una desigualdad hacia la mujer a quien se le es privada de oportunidades laborales y académicas. Una verdadera estrategia de prevención del embarazo debería incluir medidas para apoyar al desarrollo y activación económica de la mujer.
Patricio es un periodista de la Ciudad de México. Sígueme en: facebook / instagram