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¿Hasta cuándo?, señor Jefe de Gobierno

El mandato del PRD agoniza en la capital mexicana, dejando atrás una ciudad a punto de colapsar que implícitamente 'clama' por auxilio

Entiendo – y me encanta- que la Ciudad de México sea tomada en cuenta para la realización de eventos de talla internacional como el Gran Premio de México o festivales como el Corona Capital con la presencia de Robbie Williams. Pero el exiguo manejo que dio la Secretaría de Movilidad (Semovi) al tráfico vehicular durante esos días de ‘fiesta’ para los asistentes, pero de hecatombe para los capitalinos, no fue el mejor.

En primer lugar, la ciudad con o sin conciertos es intransitable y sí, esta situación es grave. Cada día proliferan más los métodos para endilgar el tráfico, pero estos instrumentos carecen de organización y bien, no llevaron al ex jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, al desenlace bienaventurado que deseaba obtener durante su mandato, teniéndose que conformar con una simple silla en el Senado, que, además, estuvo a punto perder.

En segunda instancia, la Semovi está tomando medidas más o menos desesperadas (o así lo parece) para revestir el hecho de que la ciudad está a punto de desfondarse. Ya no hay por dónde circular. Desde luego, no podemos pasar por alto la renuncia del ‘avezado’ exsecretario Héctor Serrano, en septiembre de 2017, ni la abrupta llegada de Meneses Flores al cargo un mes después. Mi duda: ¿estaba preparado para el deber?

Así, vemos el resultado de decisiones endebles y sin entraña, que arrastran a nosotros los ciudadanos a convertirnos en apéndices de nuestros gobernantes. ¿Acaso ya no podremos albergar la esperanza de una urbe limpia en todo sentido? La capital necesita no más pactos de la omertá, no más carnales en cargos públicos y no más desplantes del señor jefe de gobierno para con su gente.

Doy por sentado, hasta que se demuestre lo contrario, que José Ramón Amieva (designado por Mancera para sustituirlo), -el primero asumió el cargo en abril de 2018 y el segundo renunció para asegurar su futuro político con una candidatura plurinominal- nos tenían embozados con venturosas promesas que a la fecha no han sido más que perspicaces falacias.

La población crece desmesuradamente al igual que la inseguridad en esta megalópolis. Si no fuera así, ¿habría acaso menester de los fortines de Constituyentes, Viaducto o Periférico? Como ciudadano políticamente activo exijo veracidad en las cifras. Sino, para qué la molestia de gastar en zonas o actividades de esparcimiento si ni a la esquina se puede salir.

Es un hecho incontrovertible que la ciudad nunca ha sido del todo espléndida; aunque, hasta que no patenten la mediocridad – o como se le quiera llamar– a la labor de lo que queda del gabinete del purito (apodo que le dio a Mancera, Zepeda Patterson en su libro Los Corruptores), no habrá justificación alguna para este leonino del que salimos perjudicados.

Mancera se fue sin pena ni gloria de la faena, pero he aquí el dilema: ¿qué será de la CDMX? Tarea para Claudia Sheinbaum.

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