Religión

Flores a la Morenita

“He llegado a la conclusión de que no somos un país católico… somos un país Guadalupano”. Así cierra la conversación Luis Alberto. Él nació el 12 de diciembre, y desde hace 23 años visita la Basílica de Guadalupe el día de su cumpleaños.

Bien se sabe que ese día se celebra a la Virgen de Guadalupe, una de las figuras religiosas más importantes en el mundo, debido a la aparición que le hizo a Juan Diego en el siglo XVI.

El doctor Bernardo Barranco, vicepresidente del Centro de Estudios de las Religiones, describe la peregrinación como: “…el fervor popular más importante en la historia de México que es transversal a las clases y condiciones sociales; representa la religiosidad popular, es decir la fe sencilla y festiva, especialmente de los estratos más humildes del país”. Luis Alberto coincide con el doctor, pues dijo que el Atrio de las Américas se nutre de paz y fe, que las clases no importan y las diferencias no se notan.

La realidad es que no importa el día que se visite el recinto: el sentimiento de fe y pasión es omnipotente una vez que estás dentro.

Un grupo de alrededor de 50 personas, con trajes representativos de los pueblos indígenas visita el templo. Al ritmo de estruendosos tambores bailan frente a la entrada del recinto. Provienen de Guanajuato, y siempre visitan la Villa poco antes de diciembre, pues la logística es más fácil y el transporte más barato.

Un padre y su hija vienen desde Ciudad Juárez en autobús para agradecer que el señor ya consiguió trabajo. Cuando les pregunto si es un viaje cansado, el señor sonríe y dice: “claro que no; aquí está la Virgencita esperándonos, y eso es lo que nos motiva”. Un grupo grande que viene desde Iztapalapa cargando varios altares, acompañados de un mariachi. Una pareja de capitalinos se suma y comenta: “venimos cada vez que podemos”. Agradecen las cosas buenas y piden por que cambien las malas.

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Fotografía: Diego Arellano

La misa comienza en punto de las 11 de la mañana. Por el pasillo central, una procesión de la Universidad Iberoamericana se encamina al frente. Cargan un arreglo floral y son acompañados con el ritmo del conocido himno guadalupano. En ese momento, escuchando miles de voces llenas de fe al unísono, sentí una emoción indescriptible. Momentos después fui a la famosa banda eléctrica que permite a los fieles observar la imagen de la Virgen desde abajo.

En un recorrido de aproximadamente 30 segundos se observan miradas alegres, muchos celulares tomando fotos y bastantes lágrimas. La mayoría de las personas da la vuelta por detrás de la banda y hacen el mismo recorrido una vez más. Desde lejos se escucha al mariachi entonar las mañanitas.

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Fotografía: Diego Arellano

Antes de terminar la visita hice la obligada parada en un puesto de “Gorditas de la Villa”. El puesto lo atiende Alicia, que las prepara desde que tiene 13 años. Mientras echa la masa en el comal, cuenta que su mamá, su abuela y bisabuela también preparaban dicho manjar.

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Fotografía: Diego Arellano

También me cuenta como ella cierra su puesto el 12 de diciembre, porque es tanta la gente, que se cierra la tienda de artículos religiosos, donde ella está instalada. “Pero es muy bonito, es un ambiente de paz y alegría.”

Dejo atrás la alcaldía de Gustavo A. Madero que abraza el centro religioso más importante de Latinoamérica. Me cuesta imaginarme, como cada año, el Atrio de las Américas recibe a millones de personas.

Se estima que en 2017 llegaron siete millones de personas. Es inconcebible, pero a su vez tiene todo el sentido del mundo, porque lo que mueve a esas personas es la fe.

El doctor Barranco dice que es en los momentos de crisis cuando más crece la devoción Guadalupana. “La gente recurre al manto protector, al aliento materno que representa Guadalupe en una relación compleja de intercambio de bienes religiosos. Es esto uno de los factores más importantes de las peregrinaciones guadalupanas. Influyen en todos los aspectos de la sociedad: economía, política, cultura…”.

La Virgen de Guadalupe es un referente mexicano más allá del turismo o de la marca país. Es la mejor representación del sincretismo mexicano. Ver a decenas de personas frente a esta imagen del catolicismo es una prueba más del país surrealista que llamamos hogar.

Luis Alberto dice que para conocer el verdadero México tienes que ir el 12 de diciembre a la Villa. “Después de tanto años, puedo entender por qué México es como es”. Describe cómo el son del mariachi comparte el ambiente con los rezos y los múltiples tambores, así como el denso olor del copal invade la Calzada de Guadalupe mientras caminas hacia la Basílica y cómo la gente reparte comida y bebida.

Dice que los ríos de gente no se sienten. Es tanta la paz, la alegría y la armonía que en 23 años nunca ha visto un enfrentamiento, ni siquiera verbal. “En México pueden estar pasando muchas cosas, pero al final siempre está la Guadalupana viendo por nosotros”.

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Fotografía: Diego Arellano

Guadalupe Tonantzin, como el doctor Barranco la llama, es patrona no sólo de México, sino de toda Latinoamérica. Se dice que la única peregrinación comparable con la guadalupana, es la que se realiza a la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

La imagen de la Virgen de Guadalupe recorre el mundo y descansa en templos como Notre Dame en París y sus fieles la visitan donde sea. Su figura, su misticismo y lo que genera en los mexicanos es para muchos algo imposible de entender. Más allá del dogma y la religión, la Virgen de Guadalupe representa a México donde sea.

La Basílica de Guadalupe y la Virgen son símbolo de sociedad, cultura y tradición en México. Arraigado a la vida de la mayoría de sus pobladores es una imagen y una idea que sobrepasa las diferencias políticas, éticas y morales.

Como bien lo dijo Luis Alberto, somos una nación guadalupana, respondemos antes a la Virgen que a otros dogmas o instituciones. Y así, año con año millones llegarán el 12 de diciembre a venerar a la Madre de su Patria.

Diego Arellano González

Laboratorio de comunicación periodística
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