Al escuchar la palabra «actor» inmediatamente somos remitidos al glamour de Hollywood y sus estrellas, al ícono de la telenovela mexicana y los tabloides que narran las vidas de las personas que encarnan a estos personajes. Pero realmente, ¿cómo vive un actor en México?
Definitivamente no es un trabajo fácil. A la actuación se le tiene que dedicar mucho tiempo y esfuerzo; desde la educación y preparación, hasta la construcción de un personaje para un casting.
Al preguntarle a actores de tiempo completo cómo es su experiencia laboral, las opiniones tienen una tendencia. La actuación es descrita como algo un tanto complicado, pues está rodeada por el tabú de que no es un trabajo, sino que es considerado por la sociedad –y a veces por el mismo medio–, como un hobby.
Héctor Miguel, actor y egresado de Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, la detalla como una labor de mucho aprendizaje emocional, pero que no es tomada en serio por ser una expresión artística y un trabajo generalmente intermitente o inestable.
Asimismo, apunta a la gran competencia que existe. Resulta que hay más actores que demanda. Sin embargo, esto sucede por lo que él describe como castings de fácil acceso al que gente que no está preparada de la manera adecuada puede acudir con facilidad.
Además, en este gremio se le adjudica un gran peso a la apariencia, incluso sobre el talento. Ada Dorantes, actriz, afirma que pasa como en cualquier trabajo, y pone como ejemplo el empleo de un recepcionista: si aplican dos personas, la más atractiva será contratada. Ella dice que sucede de la misma manera en el trabajo actoral, y propone que si lo que buscan es un personaje atractiva, puede funcionar de la misma forma si «producen» al actor que tiene el talento y la preparación.
De igual manera, Héctor contó que existe un elitismo en torno a los perfiles actorales que demandan las productores o casas de casting. Muchas veces, en ciertos formato como la televisión, el cine o la publicidad, se requieren ciertas características físicas que no son imperiosas para el personaje.
«Yo te quería a ti, pero Producción piensa que eres demasiado moreno», le dijo una vez el director a Santiago Ríos. Estas palabras no son extrañas en este ámbito, pues el racismo –directo o indirecto– impera.
Es alarmante ver cómo la industria de entretenimiento contribuye a la discriminación que se vive en el país. Los perfiles actorales de mayor demanda son principalmente blancos. Se les llama «latinos internacionales»; de tez clara, pelo castaño claro u obscuro, y ojos claros. A este le sigue el perfil «latino»; de tez clara, con pelo y ojos oscuros. El último es el perfil «latino mexicano»; de tez morena a clara, pelo y ojos obscuros. Este perfil es el que impera en los actores mexicanos, pues de acuerdo con datos de Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), casi el 88% de los mexicanos son morenos.
Además están los intereses de por medio. Un ejemplo claro es la estructura que se ha creado con el sistema de castings. Comento Santiago que las casas de casting usualmente hacen un truco: son agencias de actores y casas de casting al mismo tiempo. Esto les permite cobrar comisión como agencia de talentos, y de manera simultánea recibir comisión cuando sus actores son elegidos.
Entonces, entre tantas vueltas, el actor comienza a buscar otros trabajos, pues practicar la actuación de manera formal se vuelve un limite. Ada dice: «si todos tuviéramos trabajo para actuar, no lo dejaríamos nunca».
La abundancia del trabajo informal, es decir sin contrato, representa un gran amenaza para las condiciones laborales óptimas de un actor. Es extremadamente común, en especial en teatro, que exista más trabajo de este tipo que mediante contratos comenta Héctor.
Mauricio, encargado del departamento de cine de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), apunta que un trabajo sin contrato se presta a la sobre-explotación laboral, falta de horas de descanso y comida, negligencia salarial, ausencia de prestaciones sociales, e incluso fraudes.
En México, es la ANDA la que se encarga de velar por la condiciones laborales de los actores, bailarines, comediantes, productores de espectáculos, trabajadores de televisión, cine, carpa y circo, cantantes, cabarets, centros nocturnos, doblaje, actores de riesgo, modelos, conductores, locutores, etcétera. Cuida los intereses de los hacedores de arte. A través de ella se procuran las prestaciones sociales, las jornadas laborales, los servicios médicos y servicios asistenciales para los actores y sus familias.
Pero en Estados Unidos, que es quizá el país con la mayor regulación laboral para actores, cuenta con distintas asociaciones que cumplen con la labor anterior, en cuanto al gremio específico del que forma parte. Dentro de lo que llama «actors union«, existen el AFTRA (la Federación Americana de Artistas de Televisión y Radio), el Screen Actors Guild (Sindicato de Actores en Pantalla), Actors’ Equity Association, entre otros.
Para darse de alta en la ANDA, existe cierto grado de exclusividad. Al consultarlo con distintos actores, mencionaron que es necesario un contrato –en el que son partícipes la empresa que da el trabajo, el trabajador y la ANDA– con ciertos días de trabajo para el registro. Santiago Ríos hace la siguiente comparación: «tienes que completar horas como si fueras piloto». Usualmente, el proceso de registro no es problema si tienes contactos en el medio, comenta Héctor, o si eres hijo de un actor previamente dado de alta.
Mauricio, de la ANDA, lo plantea de esta manera: dice que es muy fácil acceder a ser socio, pues solamente es necesario el contrato, un examen médico, tener los estudios mínimos, fotos y pagar la credencial. Pero resulta muy curioso que los actores entrevistados no pensaran de la misma manera. Es necesaria una mayor accesibilidad, pues se deben abrir más a la gente que no tiene los contactos en el medio para así garantizar mejores condiciones laborales para todos.
México se encuentra en una crisis cultural. Esto se ve reflejado claramente en los recortes de presupuesto para proyectos de tal temática. Por ejemplo, del 2016 al 2017, la Cámara de Diputados aprobó una reducción del 20% del presupuesto para el sector cultural. También es muy notorio en los programas de educación básica, en los que las artes y la cultura son de baja prioridad.
Resulta absurdo que el mismo proceso para exigir los derechos laborales te ponga obstáculos. Los actores siguen una vocación y pasión, pero es muy importante que la sociedad entienda que un actor es un trabajador, simple y claro, que merece los mismos derechos como cualquier otro trabajador.
El camino para llegar a las condiciones óptimas de trabajo para actores es largo. Se debe exigir el uso de contratos, que las condiciones de las locaciones sean mejores, que hayan camerinos para los actores, que no los involucren en asuntos de Producción o Dirección, que se paguen las horas extra de manera adecuada, salarios justos, mejores servicios sociales y prestaciones… Que todo el proceso sea y se mantenga en buenas condiciones, ponerle un alto a la monopolización de contenidos, entre muchas cosas más.
Estos cambios pueden surgir desde le legalidad, aunque como propone Mauricio, este es un trabajo en equipo: de postura, disciplina, diálogo, exigencia. No es responsabilidad de sólo una área, sino que como ciudadanos, todos tendríamos la obligación de hacer nuestro mejor trabajo.
María Hortensia López García | Laboratorio de Comunicación Periodística