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Trapitos Rojos

¿¡QUÉ?! Chambear en las calles genera más ganancias que tener un posgrado

La zona Metropolitana, formada por la Ciudad de México y 18 municipios de EdoMex, actualmente cuenta con un parque vehicular de 9.5 millones de unidades motorizadas, comparando las cifras con lo que era hace 10 años, esto supone un crecimiento del 159% ya que en ese entonces únicamente se contaba con 3.7 millones de unidades. Esto ha sido sin duda un agravante en los problemas de la megalópolis, particularmente en cuanto al tránsito de vehículos, considerando que la CDMX es la segunda ciudad con más tráfico en el mundo, después de Estambul.  Aunado a esto, se encuentra el exceso de emisiones de contaminantes y construcciones 24/7 destinadas, presuntamente, a mejorar el parque vehicular, ante esto han resultado menos espacios para el peatón y bicicletas, así como falta de estacionamiento.

Como consecuencia, las zonas de aparcamiento han sido dominadas por los parquímetros y por los «viene, viene» o franeleros; éstos últimos se han vuelto parte del imaginario colectivo de la ciudad. Son personas que en su mayoría cuentan con un trapo rojo, cubetas para apartar lugares y emiten un particular chiflido como método de prevención ante los choques mientras ayudan a los conductores a estacionarse.

«Moi», un franelero del centro de Coyoacán, cuenta que opera de la siguiente manera: “depende el día, pero en días festivos o que vemos que hay mucha actividad, sí hemos llegado a pedir hasta 100 pesos”.

Aunque las apariencias engañen, esto representa un negocio millonario, ya que cientos de cientos de coches al día se estacionan en el centro de Coyoacán. Pero, ¿es el único lugar de la ciudad? No, están repartidos por toda la metrópoli, y cobran dependiendo de la zona donde se encuentren ubicados.

Julio, alias el “Minimoy”, franelero de la calle Merida en la colonia Roma, dice cobrar entre 30 a 70 pesos dependiendo cuanta gente transite;  por otra parte Jorge, de la calle Parroquia en la Colonia del Valle dice cobrar 50 pesos fijos. Otro ejemplo es la zona del hospital general de la Raza, donde aprovechan las visitas de los familiares o pacientes para cobrarles hasta 30 pesos por dos horas.

¿Por qué se dedican a esto? Al parecer ser franelero supone un muy buen sueldo bajo jornadas que no exceden las ocho horas. “Es buena chamba, la verdad; te puedes llevar hasta 500 pesos diarios” cuenta el Moi. Esto equivale a 15 mil pesos mensuales, un salario más alto que la media del país; sumando el hecho de que estas personas no pagan impuestos. Por su parte, Jorge dice ganar entre 700 a mil pesos al día. Esto quiere decir que en promedio se lleva 24 mil pesos mensuales; y así van variando sus ganancias, según cuánto le paguen a sus «jefes» y a los policías.

Algunos franeleros llegan a tener un «salario» de hasta 35 mil pesos mensuales; esto equivaldría al sueldo de una persona con posgrado. La cuestión va de que no son ellos quienes se quedan con todo el dinero, tienen que pagar una cuota a un tercero, y es él quien se queda con la mayor parte de las ganancias, todos los franeleros de la zona responden a él.

¿Qué se puede hacer ante este fenómeno? La realidad es que uno no tiene muchas opciones, es una actividad normalizada hoy en día y mucho tiene que ver el hecho de que los conductores acepten las tarifas y las paguen sin importar lo excesivas que puedan llegar a hacer.  En palabras de Moi “muy poca gente no quiere pagar; luego sí te la arman de pedo, pero uno pide apoyo y llega la banda y los corremos si no quieren pagar. Los demás están encantados con nuestro servicio”. Jorge, por su parte no difiere, argumentando que muy pocas personas son las que se niegan a pagar, es más, para él esto es una leyenda “nunca me la han hecho de pedo en mi vida” cuenta también que, en caso de resistencia, los conductores son violentados de alguna manera “para que les quede claro el mensaje de que todos deben pagar”.

franelero 2

Es precisamente el «Moi»  quien ha recurrido a estas prácticas  “Una vez, un señor que iba con su familia sí se puso muy pedero; nos amenazó y dijo que no le podíamos cobrar. Le dijimos que no había pedo; así que le llamamos a unos conocidos para que revisaran el coche. Se chingaron sus faros y los rines. Después llamamos a la grúa para que se lo llevara” Comentó riéndose  “Después llegó el señor y se emputó cabrón, porque no encontraba el coche, nosotros nos cagamos de risa. Me quería putear, pero yo no le iba romper la madre enfrente de sus hijos. Yo sí tengo corazón -ríe- Así que llame a más gente y se calmó el güey»

Aunado a esto, los franeleros obtienen sus ganancias de maneras alternas:  “Hay muchos bares y antros por aquí, llegan muchos chavos borrachos. La mayoría de las veces están tan borrachos que nos dejan sus llaves, porque piensan que somos Valet Parking. Así que abrimos los coches y nos llevamos una «propina módica”. Una vez, un güey tardó dos semanas en pasar por sus llaves”.

Cabe mencionar que esta actividad está prohibida por la ley, que establece que no se puede cobrar por estacionarse en vía pública; de hecho, es considerado como una falta administrativa. El gobierno de la CDMX implementa operativos contra esta actividad; en lo que va de este año, han remitido a dos mil 37 franeleros, particularmente en las alcaldías Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero y Azcapotzalco con 488, 439 y 369 personas detenidas respectivamente. En Coyoacán se remitieron al juez cívico a 166, pero según refieren los «viene, viene» es puro teatro.

“Es puro show, se llevan como a cinco de nosotros por semana, para que queden chido los números de que disque se está haciendo algo contra nosotros”. Esto no es raro, ya que como se mencionó anteriormente, parte de las ganancias, van para la policía. “Yo tengo que pagar cuota a los jefes, los policías forman parte de los jefes” cuenta Moi.  Es precisamente esta la razón por la cual quedan en libertad inmediatamente e incluso hay algunos que “nunca tocan”, como al «Minimoy» y Jorge, quienes dicen nunca haber sido remitidos.

Entre franeleros y policías «se rascan la espalda»

Por su parte, el gobierno capitalino en 2010 trató de regular esta actividad al entregar tarjetas a cientos de personas para que de esta forma existiera un control sobre quienes ejercen este oficio. Este programa se mantiene aún en algunas alcaldías como Coyoacán; por lo que si en este caso llega alguien con gafete a cobrar por el aparcamiento, uno no puede hacer nada, ya que están operando de manera «legal». En este sentido los franeleros se tornan imbatibles, a excepción de que su jefe decida removerlos.

Es importante hacer hincapié en que ellos no ven esta actividad como algo malo o ilegal, por el contrario, piensan que están brindando servicio a la comunidad. La respuesta del «Moi» al preguntarle sobre las secuelas de su actividad: “Nosotros hacemos un bien, cuidamos que sus coches estén bien y nos aseguramos que todos puedan tener lugar – ríe-  Te sale más barato con nosotros que en cualquier estacionamiento”. La respuesta del «Minimoy» no fue distinta, “Nos llevamos bien con los vecinos; ya somos parte de la comunidad y evitamos que le roben a la gente o que choquen si son muy pendejos para estacionarse”. Jorge lo ve como cualquier trabajo: “yo trabajo como cualquiera, y uno, al trabajar, merece un salario fijo”.

Si bien este “oficio improvisado” presenta un problema en la zona metropolitana, es preciso decir que éste es uno más en la lista de los que surgen a raíz de la falta de empleos bien remunerados y la falta de oportunidades. La mayoría empieza desde temprana edad, ya sea por necesidad, o porque lo ven como una manera fácil de ganar dinero.  “De chavito me salí de la escuela… me daba mucha hueva los estudios. Un amigo me dijo que me jalara aquí y a los dos años me ofrecieron la plaza” dice «Moi» mientras que el «Minimoy» agrega: “un día llegué, y vi a una persona que hacía esto… le pregunté si no necesitaba ayuda, y me dijo que me jalara como su asistente”.

Franeleros y lava autos en estacionamientos de la ciudad.
Franeleros y lava autos en estacionamientos de la ciudad. Foto: Héctor Jesús Hernández

El panorama con el nuevo gobierno no pinta muchos cambios; de hecho, según el «Moi», el número de franeleros ha aumentado. “Tenemos más chamba, sí se nota que han aumentado los coches. Lo único malo es que estos últimos meses nos han llegado un chingo de nuevos trabajadores. Ahora hay un chingo de franeleros; eso nos afecta a los que llevamos buen rato, pero qué se la va hacer, no la podemos hacer de pedo”.

Actualmente la CDMX cuenta con 6.5 millones de cajones de estacionamiento, de los cuales, un millón son justo los que están en la calle; se espera que se abra espacio para 250 mil cajones más. El servicio de parquímetros ha demostrado funcionar y mejorar el flujo automovilístico en zonas como La Condesa, La Roma, Polanco y Del Valle, ofreciendo a los vecinos reales beneficios del uso de éstos, ya que la mayoría de las veces, ellos son los primeros en iniciar represalias.

Para atacar este problema también es imprescindible tomar en cuenta que el desarrollo de un transporte público de calidad es necesario; ya que de esta forma los usuarios se sentirán más seguros; aunado a esto, la creación de empleos con salarios justos, programas para el desarrollo de los jóvenes para  evitar que elijan o se ven en la necesidad de laborar en este ámbito. Mientras tanto el «Minimoy», «Moi», Jorge y miles de franeleros seguirán siendo parte del día a día de nuestra ciudad.

Colaboración para Entre Ladrillos de Santiago Kali, Laboratorio de Comunicación Periodística de la Universidad Iberoamericana

 

 

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