Vía: elportaldelmiedo.com
Ted Bundy fue un asesino serial, violador, secuestrador y pedófilo que asesinó a más de 30 mujeres -incluyendo a una niña de 12 años- entre 1974 y 1978, en siete estados diferentes de Estados Unidos. El rostro inmutable que atemorizó por décadas a la sociedad de ese país, revive 30 años después de su muerte con el estreno de un documental en Netflix y una película.
Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, que se estrenó el pasado 26 de enero en cines, y que fue dirigida por Joe Berlinger, cuestiona el verdadero mensaje que busca transmitir. Según lo comentado en redes sociales, la película y la serie han entrado en una problemática que es necesario tomar en cuenta, sobre todo porque el tema seduce a gran parte del segmento juvenil.
La ejecución de Bundy en la silla eléctrica, la mañana del 24 de enero de 1989 en el estado de Florida por los macabros actos que cometió, logró inspirar novelas y otras películas como The Silence of The Lambs, en la que Anthony Hopkins actúa como un asesino serial, seguro de sí mismo, egocéntrico, y victorioso de sus actos. Como dato curioso, el personaje que interpreta el inglés embona con todo lo que representaba Ted Bundy al momento de ser estudiado por psicólogos y periodistas.
Curiosamente, esta temática resulta ser fascinante para la mayoría de sus audiencias, pero el problema recae en la normalización de este tipo de asesinatos, o peor aún: el hecho de idolatrar a criminales al realizar películas basadas en sus vidas como si lo que hicieron fuera digno de ser visto.
La curiosidad y el morbo por conocer la historia de un asesino que se decía era atractivo y encantador con las mujeres, atrae a muchas jóvenes sin importar los horrores de sus crímenes. En una época llena de feminicidios, este tipo de filmes cuestiona mucho la manera de pensar de las mentes juveniles, el tipo de sociedad en la que se rodean y los verdaderos ideales por los que se luchan día con día.
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