A pesar de que no se ha encontrado la fórmula exacta para vender lencería sin enseñar el trasero o las boobies, distintas marcas han optado por demostrar que la mujer no es un objeto: es ella misma.
La seducción, a estas alturas, va por el bienestar femenino y no precisamente por el deseo masculino; tanto así, que la última campaña de la marca francesa Aubade resultó ser bastante polémica tras colgar en la fachada de Galerías Lafayette un trasero perfecto debajo de un calzón con encaje y bordados. De inmediato, Hélène Bidard, quien lucha por la igualdad de género en Francia, pidió que se retirara la publicidad debido a que se trataba de material sexista.
En Paris ya existen marcas como “casa abierta” a favor del movimiento Me Too, en el que las bragas seductoras se prueban en cabinas que están dentro de los aparadores, dándole así la libertad a las mujeres de cerrar la cortina o no. Sarah Stagliano, fundadora de la marca, establece que podría llegar a ser polémico, pero que cada quien decide si quiere ser un objeto sexual o no.
Jazzmine, quien actualmente es la imagen de la marca, dice que lo seguirá siendo dentro de 10 años, olvidándose de los retoques y mostrando sus boobies tal y como son, a pesar de la lactancia.
La firma familiar Simone Pérèle se une a la causa del Me Too, al dar a conocer sus diseños a través de un concepto denominado naturalezas muertas, en el que los modelos son puestos sobre un sofá.
Hoy el discurso de la moda está cambiando, la mujer está dejando a un lado los complejos respecto a su cuerpo, y cada vez más marcas se adaptan a esta nueva revolución.