Era la Copa Mundial de 1938 en Francia. La Segunda Guerra Mundial estaba lejos de concluir, y la Alemania Nazi partía como favorita. Luego de una fase de grupos relativamente fácil para los teutones tocaba enfrentar a la modesta Suiza. Los alemanes, vestidos con la indumentaria clásica, decorada con tonos rojos haciendo alusión al color del partido Nazi, se plantaron en el campo e hicieron el saludo al Fuhrer, como en todos sus partidos.
El encuentro comenzó, y Alemania anotó a los pocos minutos de iniciar. Luego, 14 minutos después llegó su segunda anotación. Sin embargo, antes de terminar el primer tiempo, los suizos marcan, sorprendentemente: 2-1 al descanso. En el segundo tiempo, el marcador se mantuvo igual tras 20 minutos. Al minuto 62, Suiza empata. Nadie lo puede creer. Ante la incredulidad de todos, los suizos dieron las estocada final, anotando dos goles a 15 minutos del final del partido. El golpe fue tal que los alemanes no lograron tener reacción alguna. El partido terminó 4-2, y Alemania quedó eliminado del Mundial. Esta derrota mostró a los nazis vulnerables, algo que pudieron haber aprovechado los aliados para, a la postre vencerlos también en la guerra.