En 1995, el estadounidense Timothy Ray Brown fue diagnosticado con VIH en Berlín, Alemania, donde por más de 10 años estuvo sometido a un tratamiento antiretroviral (TAR).
En 2006, los resultados de varios estudios demostraron que el paciente no sólo estaba infectado de VIH, sino que ahora también padecía leucemia mieloidea aguda (LMA) y con el fin de erradicar el cáncer, Timothy fue sometido a varias quimioterapias, pero la leucemia apareció una vez más.
Gero Hütter, hematólogo encargado del caso, fue quien tomó como alternativa el trasplante de médula ósea. El donador resultó tener una mutación genética llamada delta 32 de la molécula CCR5, la cual impide que el VIH se desarrolle en el organismo. Tras dicho procedimiento el virus desapareció del cuerpo de Brown.
Desde 2007, no existía registro alguno como el del “paciente Berlín”, pero el panorama cambió cuando en 2016 especialistas de la Universidad de Londres le hicieron un trasplante de células madre con la mutación CCR5 a un portador del virus después de que se le detectara un linfoma de Hodgkin. Hace meses que este hombre dejó de tomar sus antiretrovirales y el VIH no ha regresado.