Por: Paul Antoine Matos y Sebastián Rincón
Los créditos hipotecarios que los trabajadores del sector público y privado sacan vía Infonavit o FOVISSSTE se asejeman a las fotografías aéreas de los fraccionamientos construidos para ser habitados: ambos parecen laberintos infinitos, de los cuales es difícil salir, por más que se intenta.
Su saldo capital del crédito de vivienda era de 142 mil pesos cuando se le otorgó el 5 de mayo de 1997, a través del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit). Tras pagar durante 21 años una cifra de 369 mil pesos –2.5 veces más–, hoy debe 195 mil pesos (actualizado al 31 de enero de 2018).
“Era joven, era inexperta y estaba ilusionada. Si hubiera sabido todo esto me lo hubiera pensado con muchísima calma”, dice Daniela Tarhuni Navarro.
Cuando adquirió su casa, el 7 de junio de 2011, lo hizo con un crédito de 554 mil pesos, mediante el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (FOVISSSTE). En siete años y medio (hasta el último depósito de enero de 2019) ha pagado 298 mil pesos. Para esa fecha su saldo insoluto era de 662 mil pesos. El dos de febrero debía 696 mil pesos.
Cada año, cientos de miles de mexicanos como Daniela o Jorge, notan que sus créditos hipotecarios –del Infonavit o del FOVISSSTE- aumentan sin motivo aparente. De la noche a la mañana, el precio de su hogar aumenta entre enero y febrero; mientras que su salario era el mismo.
Los casos –diferentes uno del otro, pero con semejanzas sistemáticas– son el motivo de lo que Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, ha considerado como créditos impagables.
En su conferencia de prensa del 29 de enero de 2019, el mandatario mexicano declaró que se crearía un plan “para que los que tienen créditos del Infonavit puedan terminar de pagar, porque pagan y pagan y no dejan de pagar. Y nunca tienen sus escrituras”.
A partir de ahí, el Infonavit ha implementado el programa Responsabilidad Compartida, el cual plantea beneficiar a 750 mil acreditados durante el sexenio de López Obrador y, en su primera etapa, cambiar el formato de pago 194 mil créditos de vivienda. Se modificará la forma de medir los créditos: pasarán de pagarse en salarios mínimos y Unidades de Medida de Actualización (UMA) –que cada año aumentan el precio de las casas– a pesos fijos.
Pero el FOVISSSTE aún no actúa contra los llamados “créditos impagables”.
La razón por la que el Infonavit ha decidido aplicar el programa Responsabilidad Compartida –explica Carlos Martínez Velázquez, director del Instituto– es porque encontraron anomalías en el modelo económico.
En el Infonavit encontraron “una falla estructural del mercado laboral”, donde “si tu salario no crece al mismo ritmo que crece el monto de tu saldo, vas quedando rezagado en el pago de tus saldo”.
En el Infonavit, en sus modelos actuariales a partir del año 15 del pago del crédito, hay un desfase entre la curva de pagos predicha por el modelo y lo que realmente amortiza el trabajador, explica.
“Cuando empieza el desfase te das cuenta que el trabajador no acabará de pagar su crédito a 30 años, las matemáticas no te dan si se mantiene con ese ritmo de pagos”, expresa.
Al cumplirse los 30 años, la ley establece que los créditos se liberan, aun cuando no se hayan terminado de pagar. Con el programa Responsabilidad Compartida se quiere lograr que el trabajador concluya el pago de su crédito antes de los 30 años, manteniendo el pago fijo tasado en pesos, indica.
Al ser cuestionado sobre si esa “falla estructural” fue permitida por administraciones previas, el director del Infonavit declara que “no, porque en realidad todo está basado en un modelo actuarial que asumía que los salarios crecían al mismo ritmo que el crecimiento del salario mínimo. En términos reales, tú ibas siempre a pagar lo mismo que tu crédito”.
Sin embargo, esa situación no siempre es así, pues hay trabajos que tienen un sueldo fijo –sin ser medido por salarios mínimos– y que no son ajustados año con año, a la par del aumento de los créditos provocado por el salario mínimo o las UMAs.
Martínez Velázquez aclara que a las administraciones previas del Infonavit “no les interesaba, lo que les importaba era que les paguen. Era una visión de banco y legalista; no es que fuera irresponsable”.
El Infonavit, expresa, es una institución de seguridad social que depende del ciclo del mercado laboral y si tiene una falla, entonces se tiene que ver cómo el Infonavit puede mitigarla.
Reducción de riesgos del sistema
Aunque el Infonavit y el FOVISSSTE tienen procesos de prestaciones de vivienda similares, en el esquema de modificación del formato de pago implementado por el gobierno federal han quedado fuera los trabajadores del Estado. Y en el FOVISSSTE los acreditados también realizan pagos que crecen año con año, sin ver reducciones significativas en su saldo capital, es decir el monto total.
La gente ha dejado de pagar por dos factores: el desconocimiento sobre las implicaciones que tienen las personas al adquirir sus créditos y los altos costos (actualización del salario mínimo y la UMA) que hacen imposibles pagar el saldo capital.
Por lo que la modificación a pesos del Infonavit es la solución propuesta por el gobierno para que la gente pague sus créditos.
Fernando Soto-Hay García, fundador de Tu Hipoteca Fácil y de Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad (MCCI), considera que el gobierno federal actual notó “un riesgo crediticio y una injusticia, de un daño a millones de familias. Fueron inteligentes y no soberbios al saber escuchar, y, además, técnicamente impecables en el análisis para saber qué pasa con las personas”.
“La gente que los creó se equivocó, son muy soberbios y no quieren reconocer que fue un error desde hace 12 años”, expresa.
José Luis Vásquez Costa, maestro en Finanzas y docente de la Universidad Iberoamericana, expone que con la modificación de los créditos del Infonavit, “¿qué es lo que están buscando? ¿Beneficiarme a mí, a ti? No. ¿Están buscando beneficiar al gobierno? No. Lo que sí podrían estar buscando es eliminar un riesgo crediticio que está ahí latente”.
Soto-Hay difiere en los señalamientos del académico. “No diría crisis, más bien una seria llamada de atención. Fue un muy delicado proceder de las administraciones anteriores, particularmente las más reciente con Penchyna y Alejandro Murat, se volaron todos los límites habidos y por haber, hubo un cinismo brutal”.
Aunque reconoce que existen hipotecas subprime porque hay gente a quien se les otorgó créditos de vivienda sin checar el buró de crédito –aquel al que son integrados los deudores–, “entonces sin lugar hay duda hay créditos originados por el Infonavit que nunca se tuvieron que haber otorgado”.
En realidad, explica el director del Infonavit, “estamos ayudando a que su curva de pagos hacia adelante se vea mejor y eso reduce la probabilidad de impago. Bajamos los riesgos del sistema”.
“Vamos a reducir la probabilidad de impago de 194 mil personas en este año y en todo el sexenio de 750 mil personas”.
Al ser el Infonavit “la mayor manejadora de fondos del país” en el sector vivienda, se sostiene cuando los trabajadores que quieren ahorrar invierten su dinero en los trabajadores que quieren una casa, explica. Es un crowdfunding, compara.
En México, la gente está dejando de pagar sus créditos hipotecarios, lo que significa el incremento de la cartera vencida y en prórroga.
Para diciembre de 2018, según el Estado Financiero del Infonavit, la cartera vencida fue del 13.4%, una cantidad que, de acuerdo Soto-Hay, puede generar un daño importante para la institución. La cifra subió .5% con respecto a marzo de 2017.
Ese porcentaje genera un daño importante al Infonavit porque la cartera no tiene el flujo que debería tener y eso afecta al rendimiento de los recursos administrados por el instituto, explica el fundador de Tu Hipoteca Fácil.
En el caso del FOVISSSTE, en diciembre del 2018, la cartera vencida fue del 6.7%. La diferencia entre las carteras vencidas de ambos créditos hipotecario está en que la permanencia de empleados en el gobierno es del 96%, por lo tanto se descuenta de la nómina que reciben los inscritos al Infonavit, explica Soto-Hay.
“Si no se hiciera la cobranza de las mensualidades directamente con cargo a la nómina (del Infonavit y Fovissste), estoy seguro que tendríamos una crisis de pago brutal”, puntualiza.
La diferencia entre el Infonavit y los bancos es abismal, añade. De acuerdo con el Banco de México, para marzo de 2018 la cartera vencida en los créditos de vivienda en los bancos fue del 3.51%.
Vásquez Costa, indica que “no se trata de un banco o una sociedad inmobiliaria, sino de un programa gubernamental, de una dependencia pública, que se dedica a prestar dinero para que los trabajadores, del sector privado o público, puedan tener una casa, pero la gente no paga.
Para Martínez Velázquez, la cartera vencida del Infonavit en realidad es “muy baja”, por que realizan créditos a personas con más riesgo de impago que los bancos y a más gente.
Para el reportaje se solicitó una postura al FOVISSSTE, pero no se obtuvo respuesta.
Todo por el patrimonio
La razón principal por la que la gente deja de pagar sus créditos hipotecarios, sean del Infonavit o del FOVISSSTE, es debido al inconsistente esquema de pagos que mantienen.
Sus intereses son superiores al de 3 bancos consultados (Banamex, HSBC y Bancomer); además, año con año, el saldo insoluto aumenta con los ajustes al salario mínimo o la UMA; desde 2016 se incrementa según el que registre menor alza, antes de ese año era solo con salarios mínimos.
El experto en finanzas de la Universidad Iberoamericana declara que “este problema del salario mínimo (y la UMA) nadie lo ha hecho latente, ni lo ha dado a conocer a la sociedad”. El problema, indica, es que actualizan el saldo insoluto del crédito.
“Entonces resulta que nunca disminuyes, pagaste un año y volteas a ver tu saldo y es igual al del inicio del año o, peor aún, es mayor”, dice.
El saldo insoluto de Daniela Tarhuni era de 662 mil pesos para el 31 de enero de 2019. Su crédito pertenece al FOVISSSTE.
Se sorprendió al día siguiente, 1 de febrero. Su saldo aumentó 4.9 por ciento. Tenía que pagar 696 mil pesos.
De la noche a la mañana, el saldo se ajustó a la Unidad de Medida y Actualización (UMA), que este 2019 creció en 3.89 pesos diarios con respecto al año pasado (de 80.60 a 84.49 pesos). También, se le agregaron 1,744 pesos por intereses.
En la misma fecha, 1 de febrero, pero del 2018, su saldo creció más de 40 mil pesos. Así ocurrió durante los años previos.
Daniela reconoce que fue omisión suya deber casi 700 mil pesos, debido a que durante varios meses dejó de pagar y eso incrementó el valor de su casa. Sin embargo, también señala que los ajustes de los salarios mínimos y ahora de las UMAS “hacen que sea impagable”.
“Cuando vi el dinero que debía hoy y en tres días, casi me caigo, es impagable, nunca voy a acabar de pagarla, porque se actualiza la UMA, la casa es más cara, pasas medio año pagando la UMA y medio año los intereses, el capital nunca lo pagas”, expresa Daniela, con respecto al aumento entre enero y febrero de 2019.
Con Cruz Poot, en el Infonavit, pasa lo mismo. El costo de su casa aumenta cada año. De tener un saldo de 203 mil pesos el 31 de enero de 2018, el 1 de febrero pasó a 211 mil pesos.
“Es la única manera que a veces tenemos para hacer un patrimonio: endeudarse con el Infonavit y tener 30 años para terminar de pagar”, expresa.
En comunicado del gobierno federal publicado en enero de 2019, se advirtió que “el FOVISSSTE informa a sus acreditados que la actualización de la UMA incrementa el saldo insoluto de sus créditos hipotecarios a partir del 1 de febrero”.
La institución recomienda “realizar un pago anticipado –antes de la entrada en vigor de la actualización– sin penalización alguna, lo que ayudará a que el saldo insoluto de sus créditos se incremente en menor medida y que el plazo del compromiso hipotecario se reduzca”.
Fernando Soto-Hay declara que “nunca acabas de pagar, el crédito está a tan largo plazo, con una tasa importante más el ajuste del valor del salario mínimo, que lo que se amortiza cada año es insuficiente para compensar el incremento por salario mínimo o UMA, entonces no puedes amortizar el capital para que se reduzca la deuda en el valor nominal”.
Eso, continúa, impide que mejore la situación de las familias porque “cada año deben y pagan más”.
“Tu cartera se multiplica año con año por lo menos 4% porque se actualiza el valor de tu activo. Lo que hicieron es una irresponsabilidad en la forma de originar crédito, porque la ley del Infonavit establece que tiene que ser un crédito barato. Es un mecanismo que hicieron para beneficiar a ciertos desarrolladores para que pudieran desplazar su vivienda, engañando a las personas pensando que pueden pagarla”.
Aunque la tasa de interés de los distintos créditos del Infonavit y del FOVISSSTE varía del 4 al 6%, también establece que la tasa máxima de interés es del 12%. Para el programa Responsabilidad Compartida, el gobierno federal establece como tasa fija del 8.5% sin incremento anual.
De los 3 bancos consultados, Banamex tiene la tasa fija de interés más baja, con 9.9%; la de HSBC es de 10.5%; y la de Bancomer es de 11.2%. Las 3 son menores a las tasas máximas de interés de los créditos sociales. Entre otros casos documentados, se registran tasas de interés con el Infonavit del 9%, 9.5% y 10%.
Pero el acceso a un crédito con un banco o mediante el Infonavit y FOVISSSTE se diferencia porque las instituciones privadas solo prestan a gente con bajo riesgo de incumplir.
Martínez Velázquez indica que los bancos solo prestan a personas que ganan más de cuatro salarios mínimos y tienen cuentas de ahorro en un banco, mientras que en el Infonavit “le prestamos a gente que gana 3,000 pesos al mes”.
Desde el 2017, el Infonavit y el FOVISSSTE empezaron a aplicar la modalidad de Pago en pesos, que permite que la tasa del crédito sea fija durante todos los años en que se pagan. Con ello se abona directo al saldo capital, en lugar de hacerlo a los ajustes del salario mínimo o las UMAs.
Pero esta modalidad es de las menos conocidas para los derechohabientes y, en el caso de aquellos que sacaron su crédito con salario mínimo –o actualizado a la UMA–, es un laberinto modificar su saldo insoluto a pesos con base en tasa fija.
Vázquez Costa, quien tiene en el Infonavit un crédito compartido con su esposa desde hace 14 años, reconoce que ha intentado cambiar a valores absolutos.
Para ello, explica el académico, “tendrías que ir al instituto y solicitar el cambio; pero no necesariamente el instituto es muy amigable en este sentido. Es una especie de laberinto, si no sabes a donde dirigirte, empiezas a chocar contra las paredes y nadie te da una información cierta de cuál es el proceso. Se supone que las páginas son muy amigables y te dan estos pasos, pero muchas veces sigues los pasos establecidos ahí y cuando llegas a la dependencia resulta que algo ya cambió”.
Despidos e inestabilidad laboral
Pero el saldo de los créditos hipotecarios también aumenta cuando los beneficiados dejan de pagar. Un motivo común por el que las personas se convierten en deudores es la inestabilidad laboral.
Un despido, un cambio de trabajo o un accidente provocan que los acreditados tengan que adaptarse a un período de tiempo sin un sueldo. A veces, cuando encuentran trabajo, su ingreso es inferior al que tenían cuando sacaron el crédito hipotecario; aun así, el Infonavit y el FOVISSSTE mantienen el cobro equivalente al 30% del sueldo con el que obtuvieron el crédito, a pesar de ir contra las leyes laborales establecidas por la Constitución Mexicana.
A sus 30 años, Daniela Tarhuni era reportera para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologia (Conacyt), en la Ciudad de México. Vivía con sus padres.
Cuando sacó su crédito en 2010 fue para una casa en el fraccionamiento Ciudad Caucel, en Mérida, Yucatán, ya que consideraba que nunca ejercería su crédito del FOVISSSTE en la capital del país.
En la Ciudad de México, dice, el costo de la vivienda es “estratosférico, carísimo o tenías que vivir con otros amigos para poder entre todos pagar la renta de un departamento, decías ‘ahora jamás me voy a poder hacer de una casa’. En Yucatán puedo tener una casa relativamente grande. Gente como yo que a veces no pensamos mucho las implicaciones, se me hizo muy sencillo”.
A partir del 6 de junio de 2011 el cargo por la casa se reflejó en su sueldo. Era el 30 por ciento de poco más de 11 mil pesos que ganaba en el Conacyt. Un abono que durante los primeros cuatro meses era irregular, pero que a partir de la segunda quincena de octubre se estabilizó en 1,954 pesos con 30 centavos cada 15 días.
En diciembre de 2011 Daniela tuvo la oportunidad de vivir en Mérida, al ser contratada por el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), así que renunció al Conacyt.
Su sueldo en el CICY era menor al de su anterior trabajo, rondaba los 10 mil pesos al mes, pero tenía que pagar el porcentaje correspondiente a su empleo en la Ciudad de México. En 2012, el monto a abonar cada mes aumentó a 4,719.
Al pasar de un sistema público como el Conacyt al sector privado, también su forma de pago cambió y tuvo que incorporarse al Seguro Social. Cuando entró al CICY, los depósitos debían ser a través de cheques de caja.
“Fui al FOVISSSTE, pero dijeron que no se podía hacer nada, se toma el 30% del salario, no hay manera de reestructurarlo o bajarlo. No era posible, no hay ningún esquema, nunca me dieron una alternativa, entonces se volvió muy difícil”, expresa.
La retención de un monto superior al 30% del sueldo es ilegal, de acuerdo a la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado y la Ley Federal del Trabajo. En el caso de créditos para vivienda, el monto máximo que se descuenta no debe exceder el 20%, según ambas leyes.
Daniela tenía que decidir: pagar la casa o ponerle gasolina al carro, comer y tener luz y agua.
La opción fue dejar de pagar al FOVISSSTE. Cuando dejó de pagar en verano de 2012, su saldo insoluto era de 525 mil, casi 30 mil pesos menos que un año antes. Para su siguiente depósito, el 15 de abril de 2013, la cuenta se elevó a 567 mil.
“Me era muy difícil mantener los pagos, dejé de pagar, cuando ya me estabilicé no pagaba lo que tenía que pagar, la cuota establecida; me recomendaron que nunca dejara de pagar y que pagara cada quincena lo menos”, que eran 1,500 pesos cada quincena. Eran 3,100 pesos al mes.
“Así hasta que me llegó una notificación de adeudo, una empresa de cobranza había detectado que no era una pagadora cumplida de mi casa, mi deuda se incrementó un montón, no está el dinero que tenía que pagar, además hay intereses”, reconoce.
“Obviamente me asusté, obviamente no dormí, pensé en no pagar, en perder todo e irme a juicio y que la casa ya, se perdiera”.
De acuerdo con el FOVISSSTE, entre enero y noviembre de 2018 –los últimos meses de la administración de Enrique Peña Nieto– se dio de baja a 287 mil trabajadores del Estado; mientras que durante los primeros tres meses de López Obrador la cifra fue de 87 mil. Sin embargo, no se aclara que todos hayan obtenido un crédito hipotecario.
Dentro de unos meses, antes y durante el inicio de 2020, se notarán los efectos de los despidos a través de impagos de créditos hipotecarios, advierte Vázquez Costa.
Ángeles Lara Paz se quedó sin empleo en 2005, tras 2 años de haber sacado el crédito del Infonavit para una casa en Villa del Carbón, en el Estado de México. Su crédito, dice, estuvo “en el limbo” cuando lo dejó de pagar. Quien fuera su vecino en la casa le propuso comprarla pero, aunque él paga el préstamo del Infonavit, éste sigue al nombre de ella.
“Mi vecino continúo pagando el crédito. Ahorita, él quiere ser el representante legal de la propiedad. Entonces, lo que él ha pagado hasta el momento tampoco es de él. Y si yo me muero… Nada. Todo se pierde. Es un problema horrible. Ni siquiera yendo personalmente me dan la información completa. Aparte te piden mil cosas. Hoy en día ya estoy desinteresada. Estoy cansada”.
En un período tan largo como 30 años, que es lo que duran muchos de los créditos, los trabajadores están expuestos a inestabilidad laboral. Soto-Hay indica que al invertir en un crédito hipotecario se apuesta por ser una persona generadora de dinero y responsable en un proyecto de vida, tras analizar las variables.
Por lo tanto, “no es responsabilidad del banco, del FOVISSSTE o Infonavit” cuando una persona queda desempleada, manifiesta; es responsabilidad del acreditado conseguir un trabajo. No tienen las instituciones porque asumir el riesgo a que las personas se queden sin trabajo, están dispuestas a confiar en ti, indica.
Desconocimiento
Cuando quiso comprar su casa con un crédito del FOVISSSTE, Daniela Tarhuni apostaba por tener un patrimonio propio. Como muchas personas que adquieren un crédito hipotecario a través de las instituciones del Estado le ilusionaba tener un hogar.
“Era esta experiencia generacional de que los papás tenían una casa, la estaban pagando, pero tenía las aspiraciones de cómo vivió la generación anterior, que siempre era importante pensar en un patrimonio”, dice.
Vázquez Costa expresa que “hay un enorme deseo de tener un bien propio, de tener una casa propia, entonces el trabajador se lanza de pronto a la obtención de un crédito sin conocer en específico que se está metiendo”.
Pero en México no hay formación financiera, ni siquiera en las universidades, por lo que desde trabajadores asalariados hasta gerentes y directores de empresa desconocen qué ocurre con los créditos hipotecarios que adquieren, señala.
Soto-Hay afirma que por esa falta de formación financiera “hay un gran negocio de abuso hacia las personas”. La gente no se informa porque tiene la ilusión de comprarse una casa, y la composición mayoritaria del acreditado es que son menores de 40 años, declara.
Tener una casa, explica, es un proceso de formación de patrimonio, por lo tanto los créditos hipotecarios son un mecanismo para ascender en niveles sociales, de la clase baja a la clase media, en México. En el país cada 8 años, en promedio, las personas se cambian de casa, indica.
Martínez Velázquez lo contradice. Considera que “los mejores financieros de México son los que ganan un salario mínimo, porque enfrentan la escasez todo el tiempo”.
La gente con pocos recursos es muy sofisticada financieramente, aunque ellos no lo saben o no hay una educación formal, mientras que quienes tienen un ingreso medio se enfrentan a otro tipo de problemas, indica.
Jorge Cruz Poot se dice decepcionado y frustrado por no prestarle la atención debida. “Uno no sabe, desconoce y dice que está pagando, no checas cada mes tu saldo que sea correcto con los descuentos y abonas tanto a capital que piensas debería descontarse. El crédito es a 30 años, entonces dices que cuando falte poco tiempo lo checas, pero no tenemos ese cuidado”. “No me arrepiento, porque al fin y al cabo es un patrimonio que ya tenemos con la familia”, reconoce.
Hoy tiene 48 años, un negocio propio y dos hijos. Dice que tener una casa para vivir con ellos es emocionante, pero “no te imaginas que al paso del tiempo pueda surgir algún inconveniente. Uno quiere pagar sus deudas, pero ves que es complicado”.
“Se me hizo muy atractivo. No tuve la delicadeza, ni el tacto de empezar a investigar qué hay detrás de todo lo que es esta Institución. El crédito más caro que he pagado en mi vida ha sido este”, expresa Ángeles Lara.
“Nunca me preocupé por comparar lo que me ofrecían los bancos, fue el motivo más grande de mi error”.
“Los beneficios que da el Infonavit están sobrevalorados. Lo que te presta y por lo montos a pagar, no corresponde con nada humano que le puedas brindar a una persona. No puede ser que vivas en esas condiciones”, manifiesta.
Responsabilidad Compartida
A partir de 2019, el Infonavit inició el programa Responsabilidad Compartida que modifica 194 mil créditos, para pasar de salarios mínimos a pesos, aunque se espera alcanzar a 750 mil durante el sexenio de López Obrador. El descuento promedio sería de 244 mil pesos.
El programa “era una petición de la gente, los trabajadores tenían esta percepción que nunca terminarían de pagar sus créditos aunque fueran trabajadores cumplidos y estuvieran al corriente en sus pagos”, indica Carlos Martínez.
Los beneficios, según el Infonavit, son: descuento al saldo total, apoyo al pago, mensualidades fijas, un plazo claro y definido para saldar la deuda, así como tasa fija del 8.5 por ciento sin incremento anual.
Los requisitos para acceder son: ser mayor de 40 años, tener ingresos de hasta 4 salarios mínimos, contar con 24 meses o más de pago continuo de su crédito de al menos 15 años de antigüedad y una deuda que haya crecido más de 1.5 veces de lo originalmente prestado.
Tan solo el requisito de contar con 15 años de antigüedad descarta a cinco millones de personas que obtuvieron un crédito entre 2005 y 2018.
En las primeras 3 semanas, 700 mil usuarios se interesaron en el programa Responsabilidad Compartida. De ellos, 52 mil fueron beneficiados, lo que representa un 28 por ciento que pasarán por el cambio en el esquema de pago a pesos durante la primera etapa.
La cifra de 750 mil créditos para modificar el formato de pago a pesos durante el sexenio que propone el gobierno es una novena parte de los 6,601,490 créditos que el Infonavit otorgó entre 2000 y 2018; aunque actualmente se encuentran en activo 5.5 millones de créditos. Tan solo en 2017 se otorgaron 388 mil de créditos, poco más de la mitad de lo propuesto para la administración.
Además, son más caros. Cada año el importe promedio de los créditos otorgados por el Infonavit se eleva. En una década –entre 2007 y 2017– casi se duplica: pasó de 184 mil a 350 mil pesos.
El director del Infonavit indica que de los 5.5 millones de créditos activos hay 4 millones tasados en salarios mínimos, pero la mayoría no están en problemas porque es gente que su salario creció al mismo ritmo que el saldo, y acabaron de pagar su crédito a los 12 o 13 años.
El programa Responsabilidad Compartida es para la “gente que está pagando y al corriente, no es gente que no puede pagar. Es un reconocimiento al cumplimiento”, expresa Martínez Velázquez.
Por lo tanto, afirma que “estamos atendiendo al 100% a los emproblemados”.
A diferencia, los acreditados del FOVISSSTE no tienen acceso a ningún plan similar para modificar a pesos sus planes de crédito. El FOVISSSTE registra 1 millón y medio de créditos hipotecarios otorgados desde hace 30 años.
“Ya pagué mal que bien una parte, que no ha servido de nada, porque mi deuda sigue siendo de 700 mil, tomé la decisión de no perder la casa. Si en algún momento me quedo sin trabajo y si es insostenible me plantearé otro escenario”, dice Tarhuni.
“No veo claro en qué momento pueda realmente mi dinero aportar al capital, a la deuda que tengo. Ya no veo la luz por ningún lado. A mí me dijeron que terminaría de pagar muy pronto, pero claro las empresas promotoras de casas te lo pintan todo tan perfecto y a veces uno es tan inocente”, advierte. Todavía le faltan 18 años o 696 mil pesos para pagar su crédito del FOVISSSTE.
Cada año la deuda de Jorge Andrés Cruz reduce su deuda en apenas 5 mil pesos. Cuando cumpla 30 años de pagar su crédito, su saldo insoluto rondará el mismo costo de su casa en 1997. Todavía le esperan nueve años más dentro del laberinto que son los créditos hipotecarios que otorga el gobierno.
Para conocer más acerca de los testimonios de los entrevistados, Escucha a continuación el podcast con las voces de los créditos.
*Este reportaje se realizó durante la clase de Comunicación Aplicada y la Beca Prensa y Democracia (PRENDE) primavera 2019, en la Universidad Iberoamericana