En 2003, a partir del libro “La Llegada de la Súper Tormenta Global” escrito por Art Bell y Whitley Strieber, y una investigación sobre el cambio climático, el cineasta alemán Roland Emmerich se dispuso a comenzar con el rodaje de la película El Día Después de Mañana. Un filme con un tema ambiental en el que se hacen evidentes las consecuencias que el calentamiento global podría ocasionar. Con un gran éxito e impacto, esta obra fue un tema de conversación importante, entre polémica política, pánico social y reflexión.
Para causar el impacto que se esperaba se usó una gran cantidad de efectos especiales en set y en edición. Esto significó el incremento no solo del costo de producción, sino de la contaminación emitida por la misma. Dejando en el aire un problema no solo ambiental, también de contradicción.
Al igual que con esta película existen muchas otras que se acercan al tema ambiental y de sustentabilidad. Además parece ser que la producción de estás irá en aumento, ya que desde las últimas décadas el cuidado ambiental se encuentra muy presente en el imaginario colectivo. Por ello, no es extraño encontrarse con narrativas sobre futuros distópicos, apocalípticos, el fin del mundo, entre otras. El cine es una herramienta con fuerza para crear empatía y conciencia en la sociedad, lo cual refuerza el uso de este medio para contar dichas historias; sin embargo existe un problema.
Existe una incongruencia entre las historias que se quieren contar y los modos de producción, en los cuales se genera una gran cantidad de desperdicio y contaminación. Según un reporte de la Universidad de Los Ángeles, se estima que la industria fílmica y televisiva en esa ciudad es responsable de la emisión de 8.4 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a un poco más de 25 por ciento de la causada por la industria petrolera.
Al hablar de contaminación por industria fílmica se toman en cuenta diversas variables. Estas incluyen utilización de papel, vestuario y decorados, referentes a la dirección de arte; generadores de energía utilizados en la dirección de fotografía, maquinaria involucrada y materiales de grabación desechable, recursos tecnológicos y almacenamiento de datos de la postproducción. Por último, la movilidad y catering, las cuales están presentes en todas las etapas de la filmación, también generan un impacto ambiental.
A pesar de eso, existe un interés por una realización sustentable. Algunas producciones y estudios han optado por estas prácticas. De hecho en industrias cinematográficas como Hollywood y Bollywood existe una tendencia hacia un cine sustentable.
Según 21st Century Fox, en The X-files, a través de una consultora que auxilió en cada área, se logró reciclar el total del hierro y aluminio utilizado en la construcción de decorados, y redireccionar 81 por ciento de la basura generada para relleno en construcciones. Además, algo tan simple como reemplazar botellas de agua, significó no desperdiciar más de 45 mil de aquellos envases.
En El Día después de Mañana, Emmerich, apegado a sus ideales y a la temática del filme, buscó la manera de hacer de su proyecto sustentable. Contactó a la organización medioambiental Future Forests, que se encarga de plantar árboles para contrarrestar las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Se estimó una cantidad de 10 mil toneladas de CO2 equivalentes al impacto de la producción, y se pagó el monto necesario para plantar los árboles que podrían contrarrestarla.
Este tipo de casos demuestran que la disciplina sustentable viene de la mano de organizaciones externas a las productoras audiovisuales. Esto y la falta de estudios, estadísticas y datos al respecto, lleva a la reflexión de la necesidad de una concientización a nivel global en cuanto a sustentabilidad.
Exceptuando a Hollywood y Bollywood, la producción audiovisual recae en las pequeñas y medianas empresas, en este caso casas productoras, por lo que no existe una constancia de datos sobre sustentabilidad y huella de carbono. El desperdicio y la contaminación siguen existiendo en este nivel de producción. Incluso, al ser producciones de menor tamaño, la basura generada, no suele ser reutilizada.
¿Y el cine en México?
En una industria fílmica creciente como la mexicana, es importante considerar la implementación de producciones más sustentables. Entre el año 2000 y el año 2015, hubo un incremento de 67 por ciento en la filmación de películas, pasando de tan solo 28 películas a 140.
México se encuentra entre los 20 países con mayor producción fílmica en el mundo. Esto sitúa al país junto con naciones como Estados Unidos, Brasil, Argentina, Francia, Inglaterra, España, India, entre otros.
Esta industria se caracteriza por ser dinámica, produciendo películas, merchandising y series de televisión. Son casas productoras de diferentes tamaños las que se encargan de crear dichos contenidos, y, por ende, son las encargadas también del desperdicio y contaminación que éstas generan. Esto resulta en el cuestionamiento de si México cuenta con prácticas sustentables.
Pia de Ezcurdia, productora audiovisual y de eventos con 35 años de experiencia, dice que la tendencia a lo sustentable existe; sin embargo es difícil, sobre todo en producciones grandes. Esto se debe a que cada uno de los departamentos se encarga de su basura y no en un nivel general. A pesar de ello, sí hay hábitos como la eliminación de desechables de unicel.
El presupuesto es otro factor importante a tomar en cuenta si se habla de contaminación y medidas para contrarrestarla. Si se tiene presupuesto, es posible contratar servicios especializados de limpieza y separación de basura. También se puede comprar desechables biodegradables, aunque suelen ser más costosos.
Con poco presupuesto, la basura se desecha de manera convencional, se compran plásticos y unicel más baratos, que, consecuentemente, generan mayor impacto ambiental.
Reutilizar materiales puede significar un ahorro, aunque no siempre es posible. “Por ejemplo, una productora puede reciclar mucho material de construcción en sus proyectos, pero no volver a usar las mismas cosas, ya que no pueden usar muebles, ropa, props de un comercial en otro de marca distinta”, agregó Pía.
El bajo precio y practicidad dificulta que productos como el agua embotellada sean difíciles de sustituir. Esto entra en las decisiones que cada productor tenga. A pesar de que en un principio, el cambio de este tipo de productos, con opciones como filtros de agua, termos y materiales de construcción más resistentes, puede significar una inversión, poco a poco ese capital se va recuperando, ya que no se tienen que comprar más productos desechables. Detalles como ese significaron la eliminación de cuarenta mil botellas en The X Files.
En México, medir la huella de carbono de los proyectos resulta difícil. El equipo, lugares o personal utilizados en las distintas etapas de producción puede cambiar, por lo que crear prácticas sustentables formales termina siendo una decisión casi personal. A pesar de ello, la intención de optar por soluciones amigables con el medio ambiente, sigue en aumento.
Es claro que se necesita una medición más exacta de la contaminación de la industria y crear políticas que impulsen su sustentabilidad.
Por Diego Cuevas Alumno de Laboratorio de Comunicación Periodística