Un presidente que rompe la dicotomía establecida con sus palabras, ese es Andrés Manuel López Obrador. Presume justicia al tirar corrupción, pero no perseguirá funcionarios corruptos. En contraparte, tiene una lucha desde el día uno contra el poder judicial y un serio problema de seguridad y justicia. Desde la toma de posesión hasta el 1ero de abril van más de 13 mil asesinatos y pocos detenidos.

Para aclarar el panorama con la voz de un experto, Ignacio Moisés Cal y Mayor Gutiérrez, nacido en Tuxtla Gutiérrez en 1927. Egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), inició como actuario del juzgado Segundo de Distrito de Tuxtla. A partir de ahí, fue Secretario de Juzgados y también Secretario de Estudio y Cuenta en la primera sala de la Suprema Corte. Fue juez y fue magistrado en distintas ocasiones hasta que llegó al mayor cargo judicial: ministro de La Suprema Corte de Justicia de la Nación.
A manera de contraponer opiniones de expertos, Miguel Lindig León, oriundo de la Ciudad de México (5 de agosto de 1981), es actualmente es docente en la Universidad Iberoamericana en en el Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Licenciado por la UNAM, doctor por la Ibero y maestro en Derechos Humanos por la Universidad de Estrasburgo, Francia. Trabajó en la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, donde fungió como jefe de departamento de la Dirección General de Seguimiento a Recomendaciones.
El 1ero de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador toma la presidencia y lo primero que se espera que haga, es impartir justicia y dar seguridad. Los resultados en el primer semestre son negativos. Los resultados indicaron 95 homicidios diarios y porcentajes que superan en 48% a Enrique Peña Nieto, en 150% a Felipe Calderón y en 78% a Vicente Fox. A esto, el mandatario ha ofrecido pacificación con la Guardia Nacional.
Lindig, señaló la denominada “dictadura perfecta” para explicar la situación actual. Un totalitarismo en que tanto Congreso de la Unión como la SCJN eran brazos del presidente. Esto se repitió cada sexenio con nuevas promesas hasta que el status quo se rompió en el 2000 con el PAN. A diferencia de lo que se esperaba, la violencia incrementó y la economía se estancó. Vinieron 18 años más de incompetencia y la esperanza en mandatarios se esfumó. Hasta que AMLO apareció y despertó al electorado gigante.
“Hoy en día, tras más de 100 días del inicio del gobierno obradorista, el balance es difícil de llevar a cabo. Lo es porque ya no contamos con información fidedigna respecto de las acciones gubernamentales, hay falta de transparencia por parte del gobierno y la polarización acaecida por un cambio de régimen. Hay una reconfiguración de las élites que nos lleva a un discurso de odio por parte de la oposición al régimen encabezada por los resabios de los gobiernos priistas y panistas del pasado. Por otro lado, hay un culto a la personalidad del presidente que nos hace rememorar los tiempos más emblemáticos del presidencialismo mexicano en donde se glorificaba la imagen del ocupante de Los Pinos”.
Lo primero que comenta Cal y Mayor respecto a los cambios en la SCJN es que “la experiencia hace al ministro”. Cree que uno de los ministros lopezobradoristas cuenta con cierta experiencia (Juan Luis González Alcántara Carrancá), mientras que la esposa de Rioboó llega ahí por su amistad con el presidente. Hay ministros experimentados y la experiencia que vendrá con los nuevos métodos enseñará aciertos y errores, que habrá en igual medida. Sigue sin haber meritocracia.
“Zedillo nos arrojó a la calle”, señala Cal y Mayor; sin embargo, a partir de ahí el presupuesto anual a la Suprema Corte ha ido a la alza. En el sexenio peñista se vio un incremento de 53% desde su primer año a su último año; dejando 2018 con 71 mil 366 millones 389 mil 337 pesos para el Poder Judicial.
Para Miguel, el desencanto hacia mandatarios anteriores también es alto. La oposición conformada por personajes con más recursos y encabezada por los expresidentes rompe el sistema político mexicano. Además de que “Fox no sabe escribir un tuit sin faltas de ortografía”, pero cuando se trata de AMLO, escribe cual literato.
Ineditamente, AMLO aparece con groserías e intenciones de bajarles el presupuesto y salarios. El 10 de diciembre de 2018 llamó a los ministros “vulgares ambiciosos herencia del anterior régimen que ganan 600 mil pesos exagerados, ofensivos y estratosféricos”. También canceló su ida a la comida tradicional posterior a que el ex ministro presidente, Luis María Aguilar, diera su último informe el 13 de diciembre.
Esteban Illades, periodista, escritor y editor mexicano, señala en su columna de Milenio, que desde el 1ero de diciembre, tras la toma de posesión, parece sólo haber dos poderes. AMLO habla de recortar sueldos, lo cual afecta a la autonomía orgánica de la corte, y de quitarles las escoltas, lo que podría ser un asesinato discreto a los jueces que encarcelan capos. El presidente busca una rotación de jueces sexenal, y esto hace inútil la labor, ya que tanto Cal y Mayor como Illades, le dan prioridad a la experiencia. El segundo dice “no es lo mismo tomar decisiones en Oaxaca que en Tijuana”.
Mientras que la gente repite sin razonar el miedo a un control sobre los tres poderes, Lindig ve más terrible todavía que nuestro colchón para recargarnos sean los actores más oscuros de nuestra historia política reciente.
En cuanto al porqué de la lucha contra la Corte, Cal y Mayor dijo en palabras elegantes, que AMLO, efectivamente, quiere más poder. “En México, más que en otros lados, mandan los adinerados, con fortunas que se han creado con el poder o bajo su sombra”. Mandar al legislativo le posibilitó constitucionalizar la Guardia Nacional, a diferencia de EPN.
El ministro retirado prevé una sed de los tres poderes por parte de AMLO. “Cuando el Ejecutivo lo decida, poder de poderes, se acabó. Hasta hace, 30 años, hubo equilibrio y a mí me consta. Ahora, quién sabe. ¿Por qué? Porque a este señor a veces yo le veo fachas de Mussolini. Ojalá esté equivocado”.
“Resulta irónico también que precisamente las críticas enfocadas a la ausencia de un equilibrio de poderes y el autoritarismo presidencial provengan de aquellos sectores y actores que durante su desempeño en la vida pública rindieron total sumisión al Poder Ejecutivo. Basta recordar el lamentable y penoso actuar de los Ministros de la Suprema Corte en el caso del hermano incómodo del Presidente Salinas”, recuerda Miguel Lindig.
Conglomerado de policías, militares y marinos que van a centralizarse en la seguridad pública: la Guardia Nacional. Junto con esto, aparece una propaganda mayor sobre las fuerzas armadas que brota hasta en el cine y que cuenta la historia de la primera escuela en Guanajuato que brinda una formación militar desde los cimientos.
En cuanto a militarizar el país, Ignacio comenta: “juntar cuerpos de seguridad es peligroso. De momento no tenemos experiencia y puede ser dañino. Sobre todo porque hemos entregado, afortunadamente, desde Miguel Alemán, el mando político total a los civiles y ahora queremos revolver una cosa con otra”.
Debido a la masacre de Minatitlán, Veracruz, que se dio el Viernes Santo, se desplegó el primer grupo de la Guardia Nacional en tres municipios del estado. La idea es una reducción en la violencia; sin embargo, el ministro retirado opina: “no creo que disminuyan las cifras. El camino está encarrilado a la sombra de un mandamás. Ojalá me equivoque”.
La militarización de países centro y sudamericanos han derivado en regímenes autoritarios. Lo que se teme para México, dictadura, puede ser realidad, según Cal y Mayor. Por lo mismo dice: “espero que no se establezca permanentemente la Guarda Nacional para bien del país y para bien del Ejército. Que no se pierda el respeto entre instituciones separadas”, sin importar los logros.
El presidente representa al país y por eso, a pesar de la división de poderes, se le culpa de lo que suceda. Un ejemplo de nuestra historia reciente es el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, Guerrero. Mancha principal del sexenio de Peña.
Ante esto, el antiguo ministro cuestiona: ¿qué tanto recae en el presidente la responsabilidad de seguridad y de justicia en el país? “Se ha dicho que el presidente manda todo, la verdad hasta cuando yo era ministro (sexenio de Carlos Salinas), de la sala civil y de la penal, el presidente intervenía excepcionalmente. Salimos y Zedillo empezó poco a poco a tener mayor injerencia en la SCJN. ¿Cómo? Creando una supra corte: El Consejo de la Judicatura”. El máximo mandatario está y es, en cierta medida, responsable de todo.
“Estamos en manos de una juventud con mayor beligerancia que debe estar consciente de la responsabilidad que se le viene encima. No son pocos los problemas que afronta México”, concluye Cal y Mayor.
Lindig termina con una preocupación multilateral. Un presidente que cada vez decepciona más, una oposición de ratas y grupos de odio conspirando los unos contra los otros.
Dario Quijano alumno de la clase de Laboratorio de Comunicación Periodística