En 2017, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) realizó un estudio en el que calcula que, cada año, se producen 9 mil millones de botellas de plástico polietileno tereftalato (PET) en el país. Del total, unos 900 millones de ellas contaminan bosques y ríos.
Al preguntar a alumnos, maestros y personal dentro de la Universidad Iberoamericana si estaban conscientes que México es el país que más botellas de PET consume, 50.5% afirmó no haber tenido noción de ello y 49.5% aseguró saberlo. A los que respondieron que no sabían, se les cuestionó para saber si ahora que eran conscientes de ello, estarían dispuestos a cambiar sus hábitos de consumo de agua. Sus respuestas fueron las siguientes: 92.1% de los encuestados dijeron estar dispuestos a consumir agua de termos, 5.6% dijo que “tal vez” haría un esfuerzo por hacerlo y 2.3% dijo que no lo haría.
Varios expertos han definido la situación del país como “crítica”, pues el servicio de agua potable es pobre. Al tener un sector hídrico tan deficiente los consumidores en todo México se ven forzados a abastecer sus necesidades de agua comprando garrafones y botellas. Esto no solo afecta los bolsillos de los mexicanos, sino que representa una amenaza para el medio ambiente por el elevado consumo del plástico y el desecho que se genera. Tres factores influyen en el elevado consumo de agua embotellada en el país, señala el Dr. Raúl Pacheco-Vega, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). «La poca confiabilidad en los sistemas operadores de agua, el incremento del acceso y la conveniencia del agua embotellada y la falta de una estructura regulatoria que controla esta industria creciente», le dice a BBC Mundo.
Desde el año pasado se ha tomado mayor conciencia y se ha intentado trabajar en este problema. Es por eso que la Secretaría firmó un convenio con la Confederación de Cámaras Industriales para recoger botellas y apoyó la medida con 50 millones de pesos para ayudar a instalar 17 plantas recolectoras de plástico. Desde noviembre, se han recogido 36 millones de botellas, lo que supone sólo un 0.4% del total producido. Incluso el gobierno capitalino puso en marcha una iniciativa que consiste en instalar máquinas recicladoras de botellas en espacios públicos. La manera en la que planean incentivar a la gente a usarlas es: otorgando a los usuarios puntos y dinero electrónico para después canjearlo por pasajes en el metro, metrobús o tren ligero.
Según un artículo publicado por ECOCE publicado en el 2017, tan solo en Ciudad de México se tiran a la basura un total de 600 toneladas de botellas de PET. A pesar de los esfuerzos del gobierno de la ciudad, que ha implementado estrategias con el afán de reducir el consumo de botellas de plástico, y de otras dependencias y asociaciones que se dedican al cuidado del medio ambiente, en los últimos 4 años sólo se ha conseguido recuperar el 40.5% del PET consumido. Si bien es un buen número, viendo el 60% restante en relación a la cantidad de habitantes y basura que produce cada uno, es preocupante.
ECOCE es reconocida como la principal promotora de la responsabilidad compartida con la industria para reciclar botellas de plástico. A la par de esta asociación, hay muchas empresas e instituciones que se preocupan por el cuidado ambiental y están tomando acciones e implementando iniciativas para colaborar en la preservación del medio ambiente.
Félix Ramírez, director de comunicación de México, Caribe y Centroamérica de Arcos Dorados, confirmó que la cadena de restaurantes de servicio rápido, McDonald’s, inició un periodo de prueba en Colombia, que posteriormente llegará a México, en donde se le incentiva al cliente que pida su agua en vaso a diferencia de comprarla en botella de PET. Asimismo, la diferencia en el precio es donada a una fundación dedicada al cuidado y mantenimiento de los cuerpos acuíferos.
Incluso la gigantesca empresa productora de bebidas, Coca-Cola, que usa alrededor de 120,000 millones de botellas al año, dio a conocer en enero del 2018 su campaña World Without Waste, donde se compromete a reciclar una botella o lata usada por cada nueva que se venda a partir de 2030. Para ese año, también prometió aumentar a 50% la cantidad de contenido reciclado en botellas de plástico y está experimentando con diferentes técnicas de recolección para reciclar sus productos, incluyendo el respaldo a los esfuerzos de los gobiernos y la industria.
Ahora bien, con el fin de ver este problema a menor escala y ponerlo de manera más palpable, se llevó a cabo una investigación y recopilación de datos a través de encuestas del consumo de botellas de PET dentro de la Universidad Iberoamericana. Los datos arrojados por dicha investigación fueron los siguientes:
- De los 8 comedores, tiendas de comida y snacks que hay dentro del campus y las 30 máquinas de refrigerio que ofrecen botellas de agua, se consume un total de 1742 botellas al día en la universidad, tanto de 600 ml como de 1 litro. Y esto es únicamente tomando en cuenta las botellas de agua, excluyendo botellas de refrescos y jugos.
Se comenzó preguntando sobre la frecuencia con la que consumen sus alimentos dentro de la IBERO para ver si eso influía en el consumo de botellas de agua, sin embargo se observó que a pesar de que no mucha gente come regularmente dentro de la universidad, el consumo de PET sí es bastante frecuente. La encuesta demuestra que un 43.9% de los estudiantes no comen en las cafeterías de la IBERO, sin embargo el 96.7% consume agua dentro del campus. Después se procedió a preguntar sobre la manera en la que consumen el agua y los resultados fueron los siguientes:
Curiosamente, el 79.4% de los encuestados prefieren consumir agua de un termo, de los bebederos o re-usar una botella, y sólo el 17.3% compra botellas nuevas. Entonces se preguntó en específico a las personas que contestaron que consumían botellas de PET, el número de botellas que compraban al día.
El 16.6% de las personas que compran botellas en la universidad compran más de una. Sorprendentemente, un 2.4% dice comprar hasta cuatro. A este mismo sector, se le preguntó si estarían dispuestos a usar termos si la oferta de estaciones de relleno de agua y bebederos fuera mayor. A lo que el 87.4% respondió que sí.
A los que respondieron que consumían el agua de los bebederos y las estaciones de relleno de termos, se les preguntó si consideraban que hay suficientes para abastecer a toda la comunidad. Coincidentemente, la mayoría opina que no son suficientes.
En cuanto a la calidad, las respuestas fueron muy diversas, pero la mayoría considera que no es mala, ni buena. Sobre este punto, se profundizará más adelante.
De igual manera, se le hicieron preguntas a trabajadores de los diferentes puntos de venta, desde almacenistas de El Cubo, hasta los encargados de abastecer las máquinas de refrigerio. En las cafeterías el rango de ventas era muy variado. En El Kiosko se venden en promedio 120 botellas de agua al día. Pero en cafeterías que ofrecen agua en vaso dentro del menú, como en La Terraza, las ventas son apenas de 49 botellas al día. Con respecto a las máquinas de refrigerio, se venden alrededor de 440 botellas diarias. Sin embargo, la compañía Bimbo, que también tiene máquinas dentro del campus, ha dejado de suministrar botellas de agua, precisamente en un intento de reducir el consumo de PET.
Teniendo estos increíbles datos en cuenta, se hicieron múltiples entrevistas a docentes, alumnos y personal de la universidad para tener información cualitativa al respecto.
A todos los entrevistados se les cuestionó acerca de su consumo de agua y de su opinión acerca de los bebedores y estaciones de agua dentro de la Universidad Iberoamericana.
Alexa Pereda, estudiante de la carrera de comunicación, menciona que procura consumir el agua rellenando un termo, sin embargo considera que “son súper poquitos, bueno ya pusieron unos nuevos, pero aún así son poquitos”. Cuando se le preguntó su opinión sobre los bebederos y estaciones para rellenar las botellas, comentó: “Sí los uso, pero creo que algunas veces algunos los bebederos están muy sucios o me ha tocado que no funcionan bien o están súper escondidos, entonces entiendo porqué algunas personas no quieren usarlos, como que no llama la atención para tomar agua ahí […]. En cuanto a la calidad del agua, creo que es muy buena. Nunca me ha pasado nada, es decir, ninguna mala experiencia, ni he sabido que le haya pasado nada a nadie, aparte ahí tiene el certificado del verificado de calidad del agua, lo ponen a lado.”
Por otro lado, la opinión de Alejandro Ramírez es contrastante a la de Alexa. Él opina: “Yo lo relleno en la estación del gym porque con esa agua no tengo problemas, está buena, pero la neta los bebederos de estos edificios no me gusta. O sea, por ejemplo hoy por eso compré mi botella en vez de tomar de un bebedero porque la verdad, justo en estos edificios, como del A al E, no me gusta el agua […] .Cuando tomo de esa agua es porque no tengo de otra, pero procuro no hacerlo porque me sabe a baño”.
Una alumna que se encontraba haciendo tarea en La Terraza, al ser entrevistada, coincidió con el punto de vista anterior, pues ella comentó que prefiere traer una botella de su casa pues el agua de la escuela “no se me hace la mejor, alguna vez me salió con un sabor muy raro, hasta con cierta tonalidad de amarillo” y que desde entonces dejó de consumirla. Sin embargo, al preguntarles a ambos estudiantes si estarían dispuestos a consumir el agua de las estaciones y bebederos si la IBERO mejorara la calidad, ambos respondieron de manera positiva. “Yo creo que sí, al menos yo dejaría de comprar las botellas de plástico y tomaría de los bebederos”, comentó Alejandro Ramírez. La otra entrevistada añadió: “Sí, claro. Esa es la razón principal por la que no traigo termo, específicamente porque alguna vez me supo muy rara y no quisiera que me pasara de nuevo, pero si mejora, claro que sí”.
El maestro Armando Jaimes, que da clases en la carrera de comunicación, consume agua en la IBERO “en los bebederos, por los baños y de repente con botellitas de PET. Pero casi no me gusta usarlas por tomar y tirarlas, es un gasto innecesario de plástico”.
Evidentemente la comunidad IBERO está consciente de las afectaciones que el consumo de PET tiene, sin embargo aún así en los puntos de venta se registran altos números de ventas de botellas. Un perfecto caso sería la cafetería Society, que según comenta el encargado de dicho establecimiento, venden 25 cajas botellas de 600 ml y 30 cajas de botellas de 1 litro, es decir, que diariamente se consume un aproximado de 106 botellas.
A pesar de tener conciencia ambiental, las personas optan por no utilizar un termo. “No me gusta estar cargando”, añadió el maestro Jaimes. Acerca de la calidad él dice que “es buena y tendría que ser buena, precisamente para la comunidad. No puede haber agua que esté contaminada. Además yo he visto que la revisan, en los bebederos; ahí la checan. También piensa que no hay suficientes bebederos. “Creo que tendrían que ser más visibles. Debería de haber más”.
Silvana Rodriguez, estudiante de intercambio tiene un punto de vista que difiere con el del maestro Jaimes. “Traigo mi bote para tomar el agua filtrada. Nunca compro botellas, siempre prefiero llenar mi termo.” Acerca de la cantidad ella piensa que “no hay suficientes y los mejores son del KPB y los del gimnasio porque en el resto el filtro no es tan bueno y no sabe igual […]. El resto no es tan buena y a veces me echo toda la universidad solo para llenar mi termo.” Silvana piensa que el sabor en esos bebederos es diferente, “se siente algo”.
Al preguntarle sobre el uso de termos en la universidad y dejar de comprar botellas de agua ella contestó: “Sí estaría mucho mejor que usen termo porque al consumir esas botellas de PET no estás ayudando al planeta y estás llenando el mundo con plástico. Y si traes tu termo es más factible llenarlo si tienes sed”.
Otro ejemplo del excesivo consumo de botellas es el de Capeltic, pues al hablar con la encargada de recibir a los proveedores, comentó que de Ciel reciben 950 botellas cada tercer día, y que diariamente se vende un aproximado de 300 botellas. “Alrededor de 300 [botellas], si no es que hasta 400 al día. Porque iniciamos en la mañana con 150 y en la tarde, por ahí de las 2:00 0 2:30, ya estamos rellenando el refrigerador con más producto”.
Se le hizo una entrevista a una alumna que estaba comiendo en el cubo y que traía una botella de agua. Esto fue lo que dijo: “No consumo agua en la universidad. Siempre traigo botellas, las compro a parte, las compro en el súper” […]. Uso una por semana pero las relleno en mi casa […]. No consumo agua de los filtros, alguna vez lo intenté y no me encantó, como que me supo rara y me sentí incómoda […]. Es que no compro termos porque no he encontrado termos grandes, me da flojera estarlos llenando múltiples veces al día, por eso siempre compro botellas de Bonafont de 2 litros […]. Si la IBERO mejorara la calidad sí consumiría agua aquí”.
Es curioso que al preguntar por qué no consumen agua de las estaciones de relleno y bebederos que el campus ofrece, muchos responden algo relacionado a la calidad. Ivonne Rodríguez, alumna de la carrera de comunicación respondió: “A veces siento que sí tiene un sabor, no sabría decir si raro, o como a agua de la llave. Pero también hay veces que sabe bien, no sé si igual la temperatura afecte, porque cuando está más fría me gusta más. Por ejemplo, el que está por las ingenierías, tiene el agua más fría que por ejemplo la que está en el área del iberobús, y me gusta más. Entonces no sé qué tanto tenga que ver la temperatura.”
María López, también alumna de la carrera de comunicación dijo: “Yo todos los días traigo mi termo y consumo agua de los bebederos; cuando se me llega a olvidar en mi casa, la verdad sí compro botella”. Posteriormente, al preguntarle sobre la calidad, comentó que “la calidad no es la mejor, pero es suficiente. De repente sabe raro y de repente es muy rica”. En el tema de los bebederos dice que no está satisfecha con la cantidad: “Prefería que existieran más, pero antes, por ejemplo, no había ni el Cubo ni en la Terraza. Eso es un paro, antes me enojaba un buen porque era bastante claro que no querían ponerlas porque ahí se vende agua. Pero me gustaría que sí hubiera más”. Y la razón que dió para usar termos sobre botellas es “para no contaminar”.
Ivonne, compartió un punto de vista muy parecido al de María cuando se le preguntó si consideraba que había suficientes bebederos y estaciones de agua en el campus: “No. O sea, estoy muy agradecida que ya pusieron este semestre estaciones para rellenar termos en El Cubo, porque no había y tenías que caminar hasta los salones, pero aún no son suficientes. Igual siento que no están muy a la vista. Por ejemplo, hay unos entre el edificio B y C, si no mal recuerdo, que están entre dos maquinitas y si tú pasas por ahí, no ves nunca que ahí hay una estación de agua y bebederos. Si no conoces bien la IBERO, tienes que andarlos buscando. […] Considero que deberían haber más pero también que deberían estar mejor ubicados. Siento que si ven más fácil el acceso al agua, muchas personas más van a empezar a traer sus termos o por lo menos comprar una botella cada ciertos días y estarla rellenando. Porque a la gente le da flojera caminar, entonces si no está cerca el bebedero o la estación para termos, piensa ‘ah pues en la maquinista compro una botella’, ¿Y cuánto cuesta? ¿$9 o $10 pesos? Al no ver la estación para termos cerca, lo pagan”.
Muy interesante el punto de María e Ivonne acerca de la oferta de agua potable, ya que, como señala Ivonne, no fue hasta principios del 2019 que se colocaron los bebederos y las estaciones para llenar el termo tanto en el Cubo como en la Terraza.
Otra alumna comentó que intentó tomar agua de los bebederos en la universidad “y neta sabe horrible. Entonces mejor me compré un termo como de litro y medio para traerme el agua de mi casa. Si se me acaba, bye, ya no lo lleno aquí […]. Nunca compro botellas de pet, prefiero no comprar para no contaminar”. También dijo que ella “sería muy feliz” si la calidad del agua aumentara drásticamente.
“Yo no compro botellas de agua por la basura que generan”. Esa es la opinión de Rafael Vela, alumno de la universidad. Acerca de la calidad del agua dice que “hay veces que tienen registro de cuándo fue evaluada y los índices. Los de los edificios A, B, C, D, E no son tan confiables pero los del gimnasio son mucho mejor”. En cuestión de la cantidad afirma que debe de haber más, “faltan muchísimos. En el Cubo solo hay uno y siempre están alejados de espacios donde uno come. Por ejemplo, en las mesitas rojas no hay y ahí uno convive mucho, en la biblioteca tampoco hay.” Posteriormente se le preguntó: “¿Y crees que si hubiera más bebederos y estaciones, la gente estaría dispuesta a traer su propio termo?” “Sí, sí creo que sería muy buena iniciativa para bajar bastante lo de las botellas. Hay más máquinas para comprar botellas de agua que bebederos, ahí se desbalancea”.
Por último, Sebastián Aceves que tiene una opinión fuerte acerca del agua que emana los bebederos: “Aunque sí ponen los certificados de calidad de los laboratorios y todo eso, yo sí me he percatado algunas veces que en algunas ocaciones el sabor es un poquito raro; o hay a veces que ves el color del agua y te sorprendes. Sale con un color como cloro, como un poquito grisesito. Obviamente no tiene un sabor raro, pero de todos modos sí te pone a sospechar si el agua es 100% potable”. Acerca de la cantidad de bebederos Sebastián piensa que “sí cumplen con las necesidad básicas, sí hay en puntos estratégicos y cada vez estoy viendo que ponen más, pero yo creo que se deben de enfocar más en la calidad que en la cantidad”.
Arturo Aguilar es el responsable de asuntos ambientales en la Universidad Iberoamericana. Se le hizo una entrevista acerca del tema teniendo ya los testimonios anteriormente presentados por la comunidad universitaria.
- ¿Cuántos bebederos hay en la universidad?
Actualmente hay 27 bebederos y se tiene el proyecto para sustituir 2 e instalar 15 más.
- ¿Cada cuándo se revisa la calidad del agua de los bebederos?
Cada mes.
- ¿Cómo se revisa la calidad del agua?
Viene personal de un Laboratorio Acreditado a muestrear el agua de cada bebedero, toma en sitio los parámetros de pH, temperatura, olor y sabor y en laboratorio analiza presencia de bacterias (coliformes totales y coliformes fecales), así como turbiedad.
- ¿Por qué es que algunos alumnos se quejan de la calidad del agua siendo mala? Algunos dicen que sale medio verdosa.
Sinceramente desconozco la causa. Tengo análisis de los últimos 3 años y en ningún caso ha salido agua contaminada con bacterias. Sin embargo, he escuchado que se desconfía de algunos bebederos cuya boquilla ha adquirido una tonalidad verdosa, lo que es producto de que se encuentra a la intemperie y es de plástico.
- ¿Qué se puede hacer para reducir el consumo de agua embotellada en la IBERO?
Primero sustituir los bebederos que por su aspecto dan desconfianza, así como instalar más bebederos y garantizar la calidad del agua.
Comunicar de una forma más entendible los resultados del laboratorio en los que se aprecie que la calidad del agua es muy buena, así como difundir en video el procedimiento de análisis que realiza el laboratorio.
Eliminar la venta de agua embotellada en concesiones, tienda del sindicato, API y vending machines.
Finalmente hacer una campaña para informar a la comunidad de estas acciones y tratar de regalar, en la medida de lo posible, botellas reutilizables de buena calidad para su uso en los bebederos.
En caso de cualquier anomalía Arturo Aguilar se encuentra disponible y abierto para que se le haga saber y la pueda atender. Él se encuentra en planta física en el edifico I. 2do nivel. Su correo electrónico es arturo.aguilar@ibero.mx y su extensión es 7467.
Retomando el punto del alumno Rafael Vela, como ya se pudo observar en los datos anteriormente presentados, la oferta de botellas de agua dentro de la IBERO es mucho mayor a la oferta de bebederos. Simplemente por ese factor sería casi imposible reducir el consumo de botellas y reemplazarlo con el uso de termos. Cosa que sí sucede con los atletas de la universidad. Vladimir Lombillo, entrenador del equipo de atletismo, afirmó que “los atletas todos traen termos. De hecho nosotros le facilitamos las termos también, cuando vemos que participan en las competencias o en los Intersuj, nosotros les damos un cilindro que les permite mantenerlo por todo el semestre y aquí cuando vienen se hidratan de él.” Pero lo que llama la atención es que en la cancha de fútbol de la IBERO no hay una estación de relleno como las hay en el resto de la universidad. A lo cual el coach Lombillo dice que sí la hay: “el bebedero que está a un costado de los baños sí tiene para rellenar botellas también. No está automatizado como el que está en el gimnasio, pero sí tenemos. Es la llave que está debajo del bebedero y es de la misma toma del bebedero y creo que la calidad es buena.” Haciendo referencia a que la llave del agua que se utiliza para regar la cancha, por ejemplo, es la misma que utilizan los atletas para rellenar sus termos.
Cuando se hizo la investigación de la venta de botellas de agua en el gimnasio, fue sorprende la cantidad. Solo se venden 48 botellas al día, tanto de 600 mililitros como de 1 litro. Para tener una referencia, en la cafetería Camelia se venden 35 botellas de agua a la hora.
Esta cifra puede estar directamente relacionada con el factor que la IBERO proporciona a los atletas con termos; y se podría plantear que la razón por la cual no se venden tantas botellas en la cafetería del gimnasio es que los deportistas ya cuentan con termos y que la calidad de la estación de relleno en el gimnasio es superior a la del resto de la universidad.
Si se quiere reducir el consumo de agua embotellada, el ejemplo a seguir sería aquel del gimnasio y de los equipos representativos. Claro que esto conllevaría una inversión para que toda la comunidad, que según el sitio oficial de la IBERO es de 15,391 personas, tenga un termo proporcionado por la universidad.
Según alumnos de otras instituciones, como lo son por ejemplo la Anáhuac y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), no se ha hecho absolutamente nada para reducir el consumo de agua embotellada. En la universidad Anáhuac campus norte apenas se está implementando el uso de bebederos, ellos consumen agua a través de la compra de botellas en cafeterías, máquinas de refrigerios y por medio de garrafones que están esparcidos por toda la universidad.
En el ITAM es diferente, ya que por su tamaño y por la cantidad de alumnos, docentes y personal, solo hay un punto de venta de agua embotellada que es la cafetería y también tienen algunas máquinas de refrigerios El resto se consume por medio de garrafones y bebederos.
A diferencia de las instituciones previamente mencionadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Ciudad de México (ITESM CCM) han tomado acción ante esta problemática. En la UNAM se dejaron de vender botellas de agua en la facultad de filosofía y letras. Mientras que en el ITESM CCM se han implementado bebederos y estaciones de relleno en los últimos años, además de los garrafones que se encuentran en el gimnasio.
Dentro de la Universidad Iberoamericana solo hay garrafones dentro de los departamentos de las carreras o en las oficinas. Esto quizá reduzca hasta cierto el punto la venta de botellas, pero aumenta el uso de las dos maneras más comunes que se utilizan para tomar agua de garrafones que son: conos de papel o incluso vasos pequeños de plástico. Lo cual perjudica el medio ambiente porque se tira y se acumula más basura.
Se le hizo una breve entrevista a un señor del personal de limpieza para saber cuántas botellas recoge de los basureros cada 2 horas, que es la periodicidad de tiempo entre la recolección de basura en los salones. “Ah no, sí hay muchas y cuando me da tiempo sí las separo, pero cuando tengo pesados los salones, no […]. Por salón salen como 4, 5 botellas. Pero el otro día salieron 20; no sé si tuvieron convivio o algo pasó que dejaron todas las botellas tiradas”.
Una botella de 600 ml mide 24 cm de alto, por lo tanto, si se alinearan de manera vertical las 1742 botellas que se consumen al día en la IBERO y se pusieran una encima de la otra, serían más altas que el edificio Empire State en la ciudad de Nueva York por 37 metros. La Torre Latinoamericana de la Ciudad de México mide 182 metros de altura, eso significa que cabrían un poco más de dos Torres Latinoamericanas, una encima de la otra, antes de alcanzar la altura de la cantidad de botellas apiladas que se consumen al día en la Universidad Iberoamericana. Y esta cifra no está tomando en cuenta las botellas de 1 litro que miden 32 cm de alto.
Otro empleado del personal de limpieza comentó acerca de las pilas de basura que se generan a causa de las botellas de agua: “Es variado, hay veces que sí se llena. Depende de la zona, pero la mayoría de veces, especialmente las zonas de paso, se llena siempre […]. Vaciamos todos los botes cada tercer día y llevamos la basura a puerta 5, y fundación Meneses recicla todo lo que es PET, papel y aluminio”.
El asunto del consumo de agua dentro de la universidad IBERO es un tema multifactorial; como ya se expuso, existen múltiples opiniones y sugerencias por parte de la comunidad universitaria. Este reportaje tiene como propósito exponer información cuantitativa y cualitativa para que así las personas que les corresponde tomen acción y reduzcan la venta de agua embotellada dentro del campus.
Dicho lo anterior, después de la investigación, es evidente que la solución sería proporcionarle a los alumnos con termos de buena calidad, informar correctamente y desmentir a la comunidad que el agua proporcionada por la IBERO es de buena calidad y cumple con los estándares de laboratorios acreditados y aumentar drásticamente la cantidad de bebederos y estaciones de relleno. De lo contrario, ya que la oferta de botellas es mucho mayor a la oferta de bebederos, sería inasequible reducir la cantidad de PET que se vende en la Universidad Iberoamericana.
Se debe de recordar que en el 2002 el agua se convirtió en un bien común y se ha reconocido como un derecho humano fundamental e indispensable para la vida por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas. Debido a que las compañías la han privatizado, pagar por ella es una blasfemia. Y peor aún, al comprarla embotellada y tener que tirar el PET a la basura, se contamina el hermoso y único planeta en el que vivimos, la Tierra.
Reportaje realizado por Félix Ramírez y Vanessa Murillo del subsistema de Periodismo en la Universidad Iberoamericana.