Por: María Porcayo y Brenda Rodríguez
Entre dos cafeterías en plena Zona Rosa se puede visualizar, si se ignora el ruidoso tránsito de la Calle Niza, un letrero que dice Somos Voces.
En uno de los ventanales se ve un calendario de actividades con los colores de la bandera LGBTTTIQ+, el primer indicio de ser la “librería más grande especializada en temas de género de México”, según Kaleb, el coordinador de ésta. Entre los más de dos mil títulos sólo se ve a dos clientes comiendo en la cafetería del fondo.
A la entrada, de lado izquierdo, se encuentra la sección de psicología y/o libros de superación personal. En su contraparte están los libros infantiles. Mientras más se adentra al espacio de cafetería y foro cultural, también se encuentran más los temas de feminismo y sexualidad.
“Nos hace falta compradores. Yo me atrevería a decir que no existe un público lector en México, hay consumidores de libros, hay compradores de libros, pero no creo que haya lectores”. Kaleb nota que aunque las personas tienen la oportunidad adquisitiva de comprar libros, el tránsito en los antros de su alrededor es mucho mayor que en la librería, así como los precios.
Este espacio cultural, así como la aceptación de la comunidad que representa, ha tenido un cambio gradual a través de la década desde su fundación. En la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en 2017, Kaleb cuenta que una señora de edad avanzada se acercó a armar alboroto por los libros de temática gay que estaban exhibiendo.
Los comentarios negativos por parte de padres a sus hijos cuando pasaban a lado del estante de Voces en Tinta tampoco faltaron. Sin embargo, en la feria del Zócalo de este año, hubo mucha más aceptación e interés hacia el feminismo y los temas de género. “Madres con hijas mujeres que se acercaban y me preguntaban como ‘oye, ¿qué onda con esto de la violencia de género? Y algo que se ha ido potenciando y queremos evitar que nuestras hijas pasen por estas situaciones o puedan tener herramientas para evitarlas”. El coordinador también afirma que algo que le da vida es el ver los cambios que se van dando poco a poco y el ver a las familias apoyando a sus hijos de la comunidad LGBTTTIQ+, como cuando en la feria del Zócalo de este año se acercó una joven de 13 años acompañada de su abuela y madre, a lo que esta última dijo “es que quiere leer algo de cuentos porque pues dice que es lesbiana. Todavía no sabemos pero pues si ella es o no, no tenemos otra más que informarnos también”.
Con un fondo blanco en lugar de su piel y con sus cavidades orbitarias rodeadas de color negro, Alejandro, el coordinador de comunicación se pinta hábilmente la cara de catrina. “Yo me encargo de ser bonita”, lo dice segundos antes y después (ya que fueron un par de veces) de haber evaluado físicamente a dos clientes masculinos.
Alejandro ha estado en Somos Voces por dos años y medio. Él empezó como becario, pero gracias a las transformaciones que este espacio crearon en él, se quedó y ha ido escalando de puesto. Cuenta que la gente decía que antes era otra persona, más hombre en un sentido heteropatriarcal. “Jotear y todo eso, fue algo que me permitió empoderarme. Poder salir a la calle y decir ‘este soy yo, no tengo ningún conflicto conmigo’. Alejandro ahora se define como un chico gay cisgénero, que le gustan los hombres, pero no se abstiene de tener relaciones sexuales con mujeres, con tal de que no hayan cuestiones afectivas de por medio.
Aunque el coordinador está vestido con una playera negra, holgada, con un estampado imponente de Darth Vader y unos jeans azules, Alejandro cuenta que se siente tan cómodo en ese espacio, que a veces viste con faldas, tacones y maquillaje dentro de su espacio de trabajo. “En la calle si no ando con falda, porque aquí en la zona todavía hay apertura, pero si nos vamos allá donde vivo, que es por la central camionera del norte, sí es como de ahm, mejor no. Trato de no provocar cosas y guardar mi seguridad”.
A la semana siguiente, Somos Voces está callado. En la cafetería hay varias personas realizando manualidades: son títeres. Al preguntar por el director del Foro de Voces, Mai Enai Ortíz, se distingue entre los participantes con una sonrisa, deja su títere y levanta la mano. Sentándose en el espacio de la librería, Mai nos cuenta sobre la historia de tan icónico lugar.
“Llevo dos años trabajando aquí desde que cambió la administración con Alberto Robles. Sin embargo, llevo viniendo aquí desde que abrió en 2009 como un espacio lésbico-feminista que se dedicaba a distribuir bibliografía por internet. Después se empezaron a hacer presentaciones en la cafetería pero eran de corte más interno, no había vinculación interinstitucional con otras ONG”.
El 7 de noviembre de 2017 se abrió por primera vez el foro cultural dentro de Somos Voces. La manera en la que Mai describe el cambio de lo que ahora es este refugio para personas marginadas, nos sorprende. El espacio ahora trata temas LGBT, Género, VIH, Poliamor, BDSM, entre otras cosas. La importancia de estos espacios según Mai: “es la problemática de encerrarnos en el medio académico. Ya que éstos son fundamentales para los movimientos que están en la periferia pues casi siempre nacen en lo cultural. Personajes como Nancy Cárdenas o Carlos Monsiváis lucharon desde lo artístico: la escritura, el teatro, etc. Aunque tengamos políticas institucionales que nos permitan insertarnos en la opinión pública, no hay una verdadera transformación social”.
Somos Voces ha ido creciendo desde la nueva administración en la que Mai se ha encargado de vincularse con distintas ONGs, el gobierno (desde lo municipal hasta lo estatal), y otras editoriales para traer de todo el mundo, temas diversos y la bibliografía necesaria. Uno de los proyectos en los que está trabajando son los “Divertíteres”, cuya finalidad es enseñarles a los niños sobre temas de género. “Más que un tema de diversidad sexual, que le pueda asustar a los papás, les enseñamos que el género es un constructo social y que sea cual sea su fisionomía pueden llegar a ser quienes decidan”.
Uno de los proyectos que se realizarán para el año siguiente es una convocatoria para llevar los talleres a todos lados de la República Mexicana. “Nuestro propósito es expandir las actividades culturales y artísticas en vinculación con los gobiernos de los estados y localidades mexicanas. Queremos que la gente ya no le tenga miedo a hablar de estos temas y que logren entenderlos. Por eso los talleres los dividimos por edades, es así como hemos creado espacios seguros libres de alcohol en los que cualquier persona de cualquier edad pueda venir a vincularse con otros semejantes a ellos”.Somos Voces se ha posicionado internacionalmente como un espacio para las personas que se encuentran en las periferias. Desde Costa Rica, Argentina, Ecuador hasta España, las personas encuentran en aquella cafetería/foro/librería, un refugio en el que pueden ser ellos mismos e informarse sobre los temas que les interesan. El encuentro con otros similares a ti, es un primer paso para la apertura social a las diversidades existentes.