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Menstruación… ¿por qué es tan «temible»?

Teresa tenía once años cuando empezó a menstruar. Trabajaba en una tienda de telas, y fue su jefa quien le explicó lo que le acababa de suceder. Al regresar a su casa preguntó a su mamá por qué nunca le había mencionado nada, “solamente me dió una tela, me dijo que la doblara y me la pusiera”. Tere creció en Jiménez, Chihuahua, con sus padres y otras cuatro hermanas mayores, quienes nunca le hablaron sobre la menstruación: “eso les daba vergüenza, era vergonzoso y no se hablaba de ello”. 

Más de 50 años después ( ¿de qué?)   Helena tuvo su primer periodo a los 9 años. Apenas empezaba clases de educación sexual y en su casa no le habían dado suficiente información, por lo que decidió ocultarlo. Usaba doble pantalón para ir a la escuela y pretendía sentirse mal para salir temprano y evitar que notaran las manchas y “el mal olor”. Helena creció en la Ciudad de México, también con ambos padres y hermanas mayores. Sin embargo, al igual que Tere, cuando empezó a menstruar, no estaba preparada. 

No se sabe cuál fue el momento en el que el periodo femenino se volvió un tabú. Estudiosos del tema han hablado de que la magia y el misticismo que rodea a la menstruación en su relación con la vida, pero también con la muerte, desde muy temprano la convirtió en algo con un poder muy fuerte y al que la comunidad, sobre todo los hombres, debían temerle. Desde entonces, tanto la religión como la ciencia han aportado ideas que consolidan a la menstruación como algo negativo. 

En los principales textos sagrados de las religiones abrahámicas y en otras como en el Budismo e Hinduismo, se menciona a la menstruación como algo sucio de lo que es imperativo que tanto los templos y textos, así como los hombres, se mantengan alejados. Hubo un punto donde la ciencia, por su parte, afirmaba que las mujeres no podrían ser médicas ni astronautas, ya que su periodo menstrual no lo permitiría. Hoy en día se tienen mayores libertades; sin embargo, todavía hay muchas afirmaciones científicas – como que las mujeres en su periodo tienen menos energía-  que hacen que mujeres se proyecten de cierta manera o dejen de realizar distintas actividades, particularmente físicas.

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Crecer rodeadas de todos esos discursos no ayuda a que el primer encuentro con la menstruación sea positivo. Muchas veces, la primera  ocasión en que una niña premenarca escucha sobre el tema o tiene la posibilidad de aclarar ciertas dudas de lo que ya ha escuchado, es en las clases de educación sexual o, en algunos casos, en conversaciones con las madres.

En una encuesta aplicada a 293 mujeres, 6 por ciento de ellas contestó que su madre fue la primera persona que les habló sobre menstruación y solamente catorce personas contestaron que nadie les había hablado del tema antes de su primera menstruación. A pesar de esto, 67% de las mujeres contestaron que no se sentían preparadas la primera vez que menstruaron, incluso la mayoría dijo haberse sentido preocupada y/o avergonzada con su primer periodo. 

De acuerdo con un estudio publicado por la Universidad de York, un problema en cómo se imparte la educación en torno a la menstruación es que se deja a un lado la parte más humana de la información relacionada con el periodo. Ana Cristina Zamora, psicóloga de La Escuela del Lancaster y encargada de impartir las clases de educación sexual, habla de la importancia de trabajar en conjunto, tanto la casa como la escuela, para que no sólo se reciba información técnica, sino que también se hable de la parte más emocional y de experiencia para así reducir la confusión y el miedo la primera vez que se menstrua. 

De acuerdo con Ana Cristina, la principal preocupación que tienen las niñas premenarcas es cuándo me va a pasar  y cómo es. Diferentes culturas tienen distintas maneras de marcar el inicio de una menstruación: en Sri Lanka, un ritual budista de la primer menstruación consiste en separar a la niña y aislarla en un cuarto especial, donde sólo pueden acompañarla mujeres de su familia. Cuando acaba su periodo – sale de la reclusión-  es bañada y purificada, para después ir a una comida especial que le han preparado para celebrar que ya está en edad de casarse. 

En México, aunque las clases medias altas no tengan un acercamiento diferente, todavía hay muchos casos donde se lleva a las niñas a cenar o se les dan regalos, haciendo que el inicio de la menstruación sea un evento transitorio de gran importancia. En la página oficial de la Secretaría de Salud, se menciona que la menstruación es el momento “que marca el fin de la niñez”. Por lo general, el primer periodo sucede a una edad en que las niñas siguen siendo muy dependientes y la idea de cualquier cambio muy posiblemente provocará miedo.

Hablar de la menstruación como el momento culminante de la niñez genera una preocupación innecesaria que puede, desde un inicio, marcar a la menstruación como algo negativo. 

Aunque se puede ver un cambio muy evidente en cómo se maneja el tema a comparación de hace diez años, todavía hay barreras a la hora de querer hablar sobre menstruación. Ana Cristina comenta que en los últimos años, a la hora de informar a los papás que se empezarán a tocar temas de educación sexual en clase, muchos de ellos contestan preocupados porque sus hijos no están listos para recibir esa información.

Dos años antes de que Helena empezará a menstruar, comió una sopa de betabel y a la hora de ver rojo en su orina, corrió a contarle a sus papás quienes se asustaron y la regañaron. Eventualmente se dieron cuenta de que no había tenido su primera menstruación; sin embargo, la reacción de sus padres fue clave para que Helena sintiera que debía de ocultar su menarquia . Muchos de los miedos que tienen los padres eventualmente son transmitidos a sus hijos lo que finalmente puede marcar su acercamiento y o la ideología con la que van a crecer. 

Reclusión del tema

Otro aspecto que marca la concepción que se tiene en torno a la menstruación es la reclusión del tema. El 80% de las mujeres que contestaron la encuesta, mencionaron que sí hablan con hombres sobre su periodo. Aunque haya un cambio evidente en la apertura para hablar del tema entre mujeres y hombres, todavía hay muchas escuelas donde prefieren separar a niños y niñas durante las clases de educación sexual. La reclusión de la menstruación no solo aporta a que las niñas sientan vergüenza, ya que es algo que se les dice deben tratar como un secreto, igual hace que los niños crezcan sin conocimientos básicos que a la larga puede tener un efecto en su desarrollo como jóvenes adultos o hacer que se siga viendo al periodo menstrual como un tabú. 

Un grave problema de no recibir buena educación sexual es que se pueden omitir muchas enfermedades o síndromes importantes relacionados con el periodo, que por falta de conocimiento no son detectados. En febrero de este año, la BBC publicó la noticia de que “salud menstrual” formará parte del currículum escolar en Inglaterra de manera obligatoria a partir del 2020. Alice Smith, una mujer de veintitrés años diagnosticada con endometriosis, habla de que tener una educación obligatoria, que abarque todos los rubros de la menstruación, puede ayudar a que las niñas sepan qué es y qué no es normal en relación con su periodo. 

México sin educación y salud menstrual 

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En México no hay una ley que obligue a que se den clases específicas sobre salud menstrual y, de acuerdo con Ana Cristina, esto “será prácticamente imposible porque hay  muchas cargas culturales alrededor del tema”. Libros de la SEP de quinto de primaria (con diagramas que muchas veces son incorrectos) y el temario de biología de primero de secundaria hablan sobre menstruación y reproducción sexual de manera muy superficial, y se deja más bien a criterio de cada escuela el tratarlo de manera más profunda. Elisa Bonilla, una de las mentes detrás del nuevo modelo educativo, comentó que “en México no hay leyes que regulen esto ya que así se permite la flexibilidad de que se haga pero que en los centros educativos donde va a encontra de su encuadre, no se tenga que hacer”.  El problema con no tener una buena educación sexual no solo se queda en los aspectos físicos, ya que una mujer también se puede encontrar en situaciones de riesgo que ella considere normales por falta de conocimiento. 

Un tema muy relacionado con la salud menstrual y el desarrollo físico de las jóvenes es la relación que hay entre periodo y deporte. De acuerdo con la encuesta aplicada, la vida sexual es la principal actividad que se ve afectada por el periodo; sin embargo, seguido de eso se encuentra la realización de actividades deportivas. Hace un par de semanas salió a la luz el caso de  Mary Cain, una prometedora corredora de 23 años cuyos entrenadores explotaron tanto físicamente que dejó de menstruar (síndrome conocido como amenorrea) durante tres años seguidos. Muchas atletas pasan por esto debido a una descompensación de grasa en su cuerpo que no permite que segreguen suficiente estrógeno para así poder menstruar. Poco después de que se diera a conocer lo ocurrido con Mary Cain, el Wall Street Journal sacó un artículo en el que varias atletas de alto rendimiento hablaron de la falta de información que hay en la relación deporte- menstruación. La conclusión del artículo expuso como hay una falta de investigación e interés por saber cómo se puede combinar el ciclo menstrual y las fluctuaciones hormonales de las atletas junto con su entrenamiento para así tener mejores resultados y mayor salud; al contrario, si una atleta deja de menstruar, los entrenadores lo tratan como si fuera un problema menor, o incluso algo positivo. 

https___www.pinterest.es_pin_576179346068010213_.JPGCuando Teresa era niña, no se le habló de menstruación porque el tema daba “vergüenza”. Hoy en día, de 293 mujeres, 69% afirma haber tenido una experiencia “vergonzosa” con su periodo.

La carga cultural que hay en torno al ciclo menstrual es tan grande que ya no  se necesita de los textos sagrados o discursos científicos para crear ciertas ideas. Son pequeñas sutilezas como no hablar del tema, hacer un gran evento cuando sucede o abonar a la idea de que el periodo es un impedimento físico, lo que realmente puede marcar la manera en la que una niña premenarca transiciona. Tal vez si cambiamos la manera en la que explicamos la menstruación tanto a niñas como a niños, en un futuro hayan adultos más saludables y con una mayor libertad en torno a su cuerpo. 

 

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