En la Universidad Iberoamericana existe un importante número de alumnos que cuentan con un servicio de seguridad particular. Este consiste en ser acompañados o escoltados por personas armadas a los que comúnmente se les conoce como guardaespaldas, guaruras o escoltas.
Un gran número de alumnos que cuentan con este servicio no respetan el reglamento de la institución. Las escoltas, ingresan a las instalaciones universitarias con la credencial del alumno y armados. En las últimas semanas, se han reportado casos de acoso por parte de los guardaespaldas a alumnas de la UIA.
Ximena Bernus, estudiante de Comunicación, compartió el pasado 13 de noviembre que alrededor de las 20:00 horas se encontraba caminando por la banqueta de Joaquín Gallo. Al entrar por la puerta 6 de la universidad alcanzó a escuchar el murmullo de una escolta: “vente para acá, chiquita”. Al ser violentada y agredida, Bernús con un profundo miedo lo único que quería era ponerse a salvo “aceleré el paso, diario tengo que pasar por esa calle y ahora me da miedo”, declara.
La institución jesuita prohíbe el ingreso a toda persona ajena de la comunidad. A partir de filtros estrictos para su ingreso los alumnos deben contar con una credencial de identificación ya sea de alumno, docente, o exalumno. Al ser escaneada por un lector ubicado en las puertas de la universidad la comunidad UIA puede ingresar a las instalaciones. Los guardaespaldas burlan este filtro entrando con camionetas blindadas y vidrios polarizados, registrando la credencial del alumno sentado en el asiento del copiloto.
Muchas de los guardaespaldas permanecen fuera de la puerta 6 de la Ibero, ubicada en la calle Joaquín Gallo, donde la mayoría de las veces esperan alrededor de 6 a 8 horas diarias. Los escoltas se ven forzados a entrar a las instalaciones universitarias para poder ir al baño. Según las autoridades de la universidad si no los dejaran pasar la calle estaría repleta de botellas de orines y la banqueta de excremento. Al ingresar, estas personas únicamente son registradas mediante las cámaras de seguridad; sin embargo, no se revisa si poseen alguna clase de arma.

La seguridad interna de la Ibero asegura que conoce a cada uno de los escoltas que ingresan a las instalaciones. También afirma que los alumnos no corren ningún tipo de riesgo y que jamás han habido problema con los escoltas. Declaran que son personas calificadas y que respetan las reglas de conducta de la institución. Además, si llegara a ocurrir un incidente, el responsable directo sería el alumno, ya que la credencial registrada está a su nombre. Del mismo modo, afirman que jamás han recibido ninguna denuncia. Según Adrián Rubalcava – alcalde de Cuajimalpa- Joaquín Gallo es la calle más segura de la delegación. “La calle está más segura con su presencia” afirma un elemento de seguridad.
Daniela Morales, estudiante de Derecho, el pasado 14 de noviembre presenció un caso de acoso en la calle Joaquín Gallo. Ella vió como un grupo de escoltas comenzó a chiflarle a una mujer y a decirle “mamacita” ,“que rica”, “yo si te doy..”. Daniela los confrontó, tomó fotos e hizo una denuncia en el grupo de Facebook llamado: Ibero Carpool, anuncios y mal estacionados, debido a que la mayoría de los alumnos de la universidad son miembros del grupo. Morales menciona no ser la primera vez que es testigo de acoso por parte de los guaruras. “Yo tengo claro que siempre voy a luchar por los derechos de las mujeres, pero, cada vez que me enfrento a los escoltas me dicen: “histérica”, “pinche loca”, “te hace falta que te cojan. Los escoltas son un peligro para todos los estudiantes, no solo para las mujeres., Pero en la Ibero nunca pasa nada” opina la estudiante de derecho. Sin embargo, el linchamiento mediático es el recurso más común para hacer visible estos casos de acoso que suelen viralizarse por la indignación que provocan.
Un alumno de la comunidad UIA que cuenta con este servicio de seguridad declaró “Los valores con los que cuenta mi familia y nuestra ética laboral es muy distinta a la que suelen tener otros compañeros con un servicio de seguridad particular. A veces olvidan que también son personas y no esclavos a su merced”. Un escolta habló sobre su situación laboral. Él pasa aproximadamente 6 horas al día fuera de la universidad, “lo más difícil es el aburrimiento” afirma. Cuenta que en algunas ocasiones platica con colegas que se encuentran en la misma situación. No obstante, al cuestionarlo sobre los casos de acoso perpetrado por sus colegas a alumnas de la institución prefirió no hablar.
La presencia de guardaespaldas en la UIA es una irregularidad que puede llegar a ocasionar situaciones de riesgo en toda la comunidad. La presencia de estos es amenazante. El entorno cultural de machismo que padece la sociedad mexicana constituye un peligro para las mujeres que asisten a la universidad. La falta de cultura y el temor a denunciar hace posible que las autoridades universitarias se hagan de la vista gorda y no tomen cartas en el asunto. Siempre resulta difícil hablar y exigir a los más favorecidos económicamente, que defienden con prepotencia sus privilegios. Las autoridades evadirán el evidente problema hasta que ocurra una desgracia.