Se ha cumplido un año de esta Cuarta Transformación. El primero de diciembre tomó posesión del cargo como presidente Andrés Manuel López Obrador, un líder político con una mirada justa y cercana a todos los inconvenientes y problemas que los demás gobiernos nos heredaron. Un gobierno que prometía un cambio verdadero tanto interno como externo, una esperanza que ha ido muriendo a cada día que este sexenio avanza.
México está en una crisis tanto política como social desde hace mucho tiempo, el hartazgo que se vive entre mexicanos es real, y la cuarta transformación nace de esto: ocupar este hartazgo y repudio social como estrategia de campaña. Si bien fue así que lograron la victoria en elecciones también es cierto que no todos han quedado complacidos con lo que ha traído: malas decisiones, homogeneización de gobierno, personas no preparadas en cargos importantes, mal manejo de recursos, inseguridad, baja económica, entre otros. El gobierno de AMLO contó con el apoyo abierto de numerosos miembros de la comunidad artística y cultural, pero la ineficiente administración de la Secretaría de Cultura y la falta de atención a las demandas de creadores y promotores culturales provocó distanciamiento en los primeros meses de mandato. Parecería que este gobierno nos trajo un poco de lo mismo, a lo que por años hemos sido acostumbrados.
En México existen prioridades bien establecidas y algo que no se ha contado como prioridad por años es la cultura. La cultura ha vivido una masacre lenta, el aumento de presupuesto de año con año ha sido muy poco y en algunas ocasiones nulo, ¿por qué? Ante la mirada pública es más relevante apoyar al futbol mexicano que a un grupo teatral, el gobierno busca este tipo de blancos donde encuentra más oportuno invertir y que su dinero en verdad sea retribuido. El primer problema a causa de esta índole ocurrió en diciembre de 2018, cuando se dio a conocer el presupuesto de egresos para 2019. Este proyecto planteaba una reducción de mil millones de pesos en comparación con el presupuesto asignado en 2018 pero, tras una serie de manifestaciones encabezadas por representantes de la comunidad artística, se llegó a un acuerdo para incrementar el presupuesto para este año, que llegó así a los 12 mil 894 millones de pesos.
En un comunicado, la Secretaría de Cultura explicó que los recortes se debían a que se habían suspendido compras de materiales innecesarios y suministros, además de retirar privilegios a funcionarios, por lo que los apoyos a creadores, instituciones y programas estaban garantizados. Sin embargo, las políticas de austeridad han afectado a los trabajadores de las dependencias culturales. A inicio de año, empleados del Fonca, la biblioteca Vasconcelos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) fueron despedidos. Además, la situación de quienes estaban contratados por honorarios se volvió aún más precaria, ya que se les negó el registro en el El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), se les dieron contratos por menos de un año y como consecuencia de todo esto sus pagos se retrasaron.
Estos problemas han provocado diversas protestas entre el sector cultural. La última ocurrió en primeros días de este año, cuando trabajadores de la Secretaría de Cultura realizaron un paro para denunciar el recorte de plazas y exigir un incremento salarial que se había acordado en reuniones previas entre representantes de los sindicatos y la Secretaría de Hacienda. Ante los reproches, López Obrador acusó a los sectores culturales de ser una “burocracia enquistada, dorada”, que se lamenta por perder sus privilegios. Bajo estos sucesos lo que hay que entender es que este gobierno quiere suprimir todo fondo económico con tal de que estos vayan hacia los grupos marginados, aunque la pregunta aquí sería: ¿en realidad estos grupos reciben el apoyo que se adjudica el gobierno?

A pesar de haber cumplido un año, sigue sin existir un Plan Nacional de Cultura como tal, solamente se hace alusión a que el gobierno va a difundir, preservar y enriquecer la cultura pero no hay un cómo. No hay un diagnóstico claro, ni programas ni estrategias a seguir, tampoco hay un presupuesto definido por cada acción que se toma. No existen objetivos claros. Desde aquí se parte para conocer el porqué de nuestra situación, al no tener estrategias claras se juega con el presupuesto público y no se invierte en proyectos primordiales.
“Ser artista es bien difícil en México, tal vez puedas encontrar el apoyo completo en otros países, pero la parte más dura y difícil es encontrar apoyo de tu propio país”, afirma Adriana Sandoval, curadora y catedrática universitaria. En México existe un alto porcentaje de migración de artistas a otros países. Al no contar con la calidad de vida necesaria que su profesión les puede llegar a dar, migran a otros países en búsqueda de oportunidades nuevas, oportunidades que existen y tendrían que existir en un país como el nuestro. Miles son los mexicanos que al acabar con sus estudios consideran mudarse a otro país por la falta de oportunidades..
En una de las tantas conferencias matutinas, un reportero le preguntó a López Obrador si la cultura y la ciencia se convertirían en temas prioritarios en su gobierno. A lo que la respuesta del presidente fue “todo es relativo, porque habría que definir qué entendemos por cultura, porque si se trata de apoyo a la cultura les podría decir que nunca se había apoyado tanto a la cultura como ahora, en mi concepción de cultura. Porque la cultura es lo que tiene que ver con los pueblos y nunca los pueblos originarios, los integrantes de nuestras culturas habían sido atendidos como ahora”. Dicho esto, queda más clara su concepción de cultura y podemos comprender que nos queda un largo y difícil camino por recorrer.
El cine es uno de los ámbitos que también se ha visto sobajado y desprestigiado en estos últimos meses, empezando con la cancelación de los Premios Fénix. Cancelación que sacudió al gremio cinematográfico, ya que es un festival que, para tener cinco años de existencia, logró ser reconocido a nivel internacional por demás festivales. El 5 de junio de este año se compartió un comunicado de prensa a través de redes sociales en el que se anunciaba la cancelación por falta de presupuesto. Al momento, tanto estrellas y directores de la industria como aliados de festivales internacionales, hablaron enojados ante tal acontecimiento. Pero esto es uno de tantos.
“Me hablan para proyectos pero nunca se hacen. Me la he visto difícil este año y al parecer, en general, no soy la única que lo percibe así. Mucha gente se encuentra en la misma posición que yo”, comenta Sofía Cravioto, directora de arte, quien conoce la falta de trabajo que existe en la industria y que no es algo de unos pocos, sino un aspecto que afecta a nivel nacional.
En 2018, la producción de cine mexicano registró la mayor cantidad de estrenos y de películas producidas de su historia, con 115 títulos en las salas de todo el país y 186 filmes realizados. Demuestra que ha habido un crecimiento, pero ¿este año seguiremos con esta alta en números? El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) registró una baja de 50 millones de pesos durante el 2019, en comparación al sexenio pasado, por obvias razones, no podemos esperar un resultado similar en producciones mexicanas financiadas por el Estado. Existe una baja importante a nivel económico que se ve reflejada en todas las áreas de oportunidad laboral.
“Se está produciendo mucho cine independiente, que es algo aplaudible, el problema es que mucho de este cine producido no llega a salas por la falta de presupuesto y ahí es cuando caemos en el poco apoyo de parte del gobierno”, explica Eduardo Giralt, director mexicano. Se sabe que 40% de las películas producidas en un año no llegan a las salas del país, esto se debe a una mala distribución de cartelera y a fallas en los planes estratégicos de marketing donde una película extranjera cuenta con el doble de horarios que una mexicana.
Desde hace cinco años para acá ha habido una ola de nuevas propuestas en la producción cinematográfica, muchas de ellas se encasillan en los mismos dos géneros: melodrama y comedia. Mucho se critica de estas propuestas audiovisuales, pero algo tienen en común: un mismo público. Este género nace de la necesidad de encontrar un cine más rentable a todo tipo de público, un cine que liquide las inversiones dadas por dichas organizaciones. Se tiene claro que estos financiamientos pasan por un sistema burocrático al que solo pocas personas tienen acceso; es así que se reduce aún más la oportunidad de progreso colectivo.
Nos encontramos en un momento de declive en el que, a pesar de que instancias extranjeras se encuentren interesadas en proyectos mexicanos, no quieren invertir por miedo a la inestabilidad del país. Giralt lo vivió en carne propia: “lo trate de vender acá desde hace dos años, pero nadie quiso, lo veían riesgoso y no rentable, me fui con los gringos y les gusto, le veían futuro. Hace dos meses fui a presentar avances y me cancelaron el rodaje porque no quieren hacer negocio con México en lo que se esclarece la relación Mexico – Estados Unidos”. Es claro que nuestra posición a nivel país, vista desde otros ángulos, está a la baja, pero ¿qué tanto va a durar esta problemática?
La cultura no parece una prioridad para el primer gobierno mexicano que se define de izquierda. Es tiempo de invertir en este talento que ha sido olvidado por tanto tiempo, invertir en infraestructura y crear lazos entre países con el único fin de promover la cultura mexicana. La migración de artistas es algo que se tendría que evitar a toda costa, y el gobierno debe fortalecer sus promesas e impulsarlas. Es necesario entender que el uso de las instituciones con fines personales, como lo es rentar Bellas Artes a una organización religiosa, o propagandísticos, como la nueva programación televisiva de los canales públicos, no funcionan con el desarrollo cultural del país. Es tiempo de entender que la cultura es necesaria como defensora del progreso.