En México, los pueblos originarios son algo que destaca de la cultura nacional. Sin embargo, hasta el pasado agosto del 2019, se reconoció a los afromexicanos como parte fundamental de dichos pueblos. Esta comunidad que ha sido olvidada por completo por el país, logró que se modificara la constitución para que se les reconozcan como parte de la cultura mexicana y hacer valer sus derechos.
Para entender el concepto de afromexicano o afrodescendiente, hay que remontarnos a la época de la conquista. Una vez que los mexicas fueron dominados y conquistados, los españoles trajeron aproximadamente a 400 mil africanos, quienes llegaron en condición de esclavos. Arribaron por los puertos de Veracruz, Acapulco y Campeche, y de ahí, los trasladaban a la capital donde se distribuían por diversas regiones de la Nueva España. Empezaron a trabajar en las nuevas empresas que llegaban con los españoles, principalmente en las minas, la pesca, campos de cañas de azúcar, sector ganadero y trabajo doméstico.
Tanto como los africanos como los indígenas eran esclavos, por lo que se dio un mestizaje entre ellos. Debido a que los indígenas originarios predominaban, los afrodescendientes fueron perdiendo poco a poco su tono obscuro, y muchos de los rasgos físicos típicos, aunque estos no desaparecieron por completo.
Una característica fundamental de esta comunidad es que necesariamente no se cuenta contar con rasgos físicos específicos para denominarte afromexicano porque también se pueden tomar en cuenta las tradiciones y costumbres de uno para llamarse de esa forma.
Es importante recalcar que estas comunidades han hecho grandes aportaciones a la cultura mexicana, sobre todo a la medicina tradicional, la música y a la gastronomía. De hecho, varios investigadores y musicólogos han concluido que gran parte de la música mexicana, incluyendo al mariachi, tienen como origen africano. En cuanto la gastronomía se dice que el método de cocción con hojas de plátano o los productos derivado de la caña de azúcar, vienen de las esclavas africanas que cocinaban en la Nueva España. Estos son unos de las miles de aportaciones que México le debe a los afrodescendientes.
A pesar de estas herencias, el Estado Mexicano se ha olvidado de los negros y las negras mexicanas, pues hasta el pasado 8 de agosto se logró que esta comunidad sea reconocida por la Constitución Mexicana en el Artículo 2, apartado C.
“Esta constitución reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas, cualquiera que sea su autodenominación, como parte de la composición pluricultural de la nación. Tendrán en lo conducente los derechos señalados en los apartados anteriores del presente artículo en los términos que establezcan las leyes, a fin de garantizar su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión social”.
Es decir, tuvieron que pasar más de 200 años para que se les reconociera como parte de la pluriculturalidad mexicana. Para Helen Patricia Patiño, ex funcionaria de la Comisión Nacional De los Derechos Humanos (CNDH) menciona que el proceso de reconocimiento fue tardío, porque había una serie de requisitos que los afromexicanos “no cumplían”, como por ejemplo, el hecho de que no cuenten con lenguas propias otro motivo es porque “en cierta época lo importante era que Mexico se mostrara como un nación fortalecida y ellos creían que reconocer esa diversidad los debilitaba”.
Este primer logro para las comunidad negra es “como una luz para avanzar, los pioneros de esta lucha, están viendo resultados”, dice Daniela Lopez, mujer afromexicana activista que aboga por los derechos de su comunidad.
El origen del movimiento afromexicano se remonta a 1997, en el pueblo de Cuajinicuilapa, Guerrero, cuando un sacerdote de origen africano, Glyn Jemmott Nelson se da cuenta de la situación discriminatoria que vivían los pueblos “afros” y funda la sociedad civil México Negro A.C. Más tarde deja su cargo a Sergio Peñaloza, presidente actual de la organización. Desde el principio, la asociación civil promovió foros, talleres, encuestas, entre otras acciones. Ahora existen más de 20 asosiaciones que velan por los derechos de los negros en México.
En el pasado se han presentado casos en los que miembros del Instituto Nacional de Migración (INM) ha deportado a mujeres y hombres negros mexicanos por el simple hecho de ser “de color”. Después de que se modificará la constitución, los afromexicanos esperan que «»estas acciones no se repitan, afirma Daniela López.
Ante la falta de visibilización y divulgación de información, la activista propone campañas bien planeadas, que lleguen a todo el país, incluir en los libros de historia de la SEP a los pueblos afromexicanos. También sugiere y apuesta por crear nuevos foros antirracistas y usar las artes como medios que comuniquen sobre su situación, como por ejemplo, el cine comunitario. En cuanto al cine, en los últimos años se han llevado a cabo producciones como el largometraje “La Negrada” y el cortometraje “Artemio”. Para Daniela, la primera cumple con el propósito de visualizar a las comunidades, pero “se estanca al quedarse en al visión de que los afromexicanos son groseros”. Por el otro lado, “Artemio”, es el tipo de producciones que la activista desearía ver más seguido, pues no cae en los estereotipos. También adelantó que recientemente el centro cultural comunitario “Casa Coyolillo” (centro del que forma parte) produjo un cortometraje comunitario titulado “Viaje a Marte”.

Daniela explica que el caso Distroller (marca de juguetes mexicanos, diseños y contenidos) es un reflejo de la desinformación y la invisibilización que se vive en México. La marca mexicana de muñecas Distroller causó una serie de debates por el lanzamiento de su nueva muñeca titulada “Mole de Hoya”, una muñeca negra, acompañada de dos mascotas, una estrella de mar y una garrapata. La marca fue acusada de ser racista y de promover la discriminación, pues el hecho de que relacionen a una niña afromexicana con una garrapata, «únicamente refuerza los estigmas de que la comunidad negra es sucia e incivilizada», afirma Daniela López.

La maestra Sandra Luz, maestra activista por las mujeres afromexicanas, menciona que hay otra problemática en la comunidad, la violencia de género por el simple hecho de ser mujeres afros, se les etiqueta de sexosas y promiscuas. En general, esto se debe a los estereotipos de su apariencia apariencia física. Actualmente, Sandra busca empoderar a las mujeres por medio de talleres y foros. La maestra explica que en el caso de la violencia física, las negras sufren igual que el resto, pues “la violencia física es parejo para todas las mexicanas”.
El próximo año, el INEGI realizará el Censo Población y Vivivienda 2020 , el cual tiene como objetivo principal actualizar el número de pobladores que tiene país, así como la información sobre su estructura y principales características socioeconómicas y culturales. Este edición del censo se incluirán preguntas con respecto a los pueblos afromexicanos; ante esto, a exfuncionaria de la CNDH, Helen Patricia, teme que debido al recorte presupuestal que se le hizo al INEGI, el Censo no se lleve a cabo de manera completa. Mientras que Daniela López afirma que los pueblos afromexicanos se encuentran inconformes con la campaña de visibilización del censo, pues cree que es una gran oportunidad para que la gente se informe y se identifique como parte de esta comunidad.
A pesar de esto, el gobierno sigue sin visibilizar, lo que sigue aportando a la cultura y tradiciones del país. Poco se aborda el tema de los pueblos afromexicanos. Cuando se habla de historia de México, solo se menciona que llegaron miles de esclavos, pero no que sucede con ellos. Los negros en México, desde hace muchos años, han sido, los invisibles, dentro de los invisibles.