Aunque en México, el presupuesto que se le destina a la cultura aumenta un mínimo porcentaje cada año, ésta no alcanza el impacto necesario en la sociedad, y han sido varios los gobiernos que han dejado claro que apostar por la cultura no es su principal preocupación.
Debido a esta situación, Verónica González ha decidido aportar su grano de arena creando espacios en los que los mexicanos puedan participar, aprender y formar parte de una gran variedad de actividades y propuestas culturales.
Licenciada en danza clásica, baila ballet clásico y contemporáneo, actualmente es coreógrafa, bailarina y profesora de la Universidad Iberoamericana en Santa Fe; además dirige un proyecto llamado Ballet Ensamble de México, el cual es una agrupación que surge por la necesidad de crear nuevos espacios para desenvolverse como bailarines y coreógrafos.

Instagram: @memoriasdeandrea
Marina García: ¿Cuál crees que es la importancia del ballet para la sociedad?
Verónica González: Creo que existen dos puntos muy importantes para mí. El primero es como espectador: es muy importante que la sociedad vaya a ver ballet porque se desarrollan varias ideas en tu cerebro cuando ves arte. Cuando logras ver una obra de arte que es efímera lo que guardas es para ti, no puedes comprar la danza y llevártela a tu casa, a menos que tengas un vídeo, pero aun así la experiencia que vives no es la misma. Estás viendo actuar a seres humanos que han desarrollado toda una técnica con pasos de diferentes niveles de complejidad, pero que a la vez están transmitiendo un mensaje. El segundo punto es para la gente que lo practica: aunque no sean bailarines profesionales para mí es súper importante que todo mundo pueda experimentar el ballet porque brinda muchos beneficios a nivel físico, psicomotriz y espiritual. Es un momento que la gente puede dedicar para estar con su cuerpo de una manera armoniosa, disfrutas de la música, tu cuerpo tiene que ir al ritmo de la música. Son muchos beneficios que creo que no están tan valorados, solamente la gente que lo ha experimentado lo entenderá.
MG: Como bailarina independiente, ¿con qué obstáculos te has encontrado a lo largo de tu trayectoria?
VG: Como bailarina independiente hay que lidiar con el entrenamiento diario; como eres freelance tienes que organizar muy bien tus tiempos, y de hecho, también tus finanzas para poderte entrenar adecuadamente. El ballet es muy celoso, entonces si no entrenas no bailas bien, tienes que ir viendo qué vas a hacer y cómo lo vas a hacer y de eso dependes… es un círculo: si no entrenas no te contratan, si no te contratan no tienes dinero para entrenar. Hay grupos que sí dan entrenamiento, pero hay otros que no, incluso tristemente hay grupos que cobran por entrenarte a pesar de que vas a trabajar para ellos.
Otra dificultad es que realmente somos muchas personas en el medio y hay pocas oportunidades; yo me considero afortunada porque estoy activa y porque estoy haciendo lo que más me gusta, que ya de entrada en este país y en esta época es muy difícil. Con mi ensamble me he encontrado con dificultades administrativas, porque como artistas no estamos acostumbrados a estar haciendo esa parte técnica y ejecutiva; entonces, se ocupa mucho tiempo para eso, además de que tienes que hacer la creación, la coreografía y entrenar a los bailarines.

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MG: ¿Existe ayuda del Estado mexicano para fomentar el ballet?
VG: No, para nada. Es terrible y lamentablemente… aquí yo me echo a un lado, muchas instituciones ofrecen apoyo para estos proyectos independientes, pero muchas veces hacen los procesos de inscripción confusos y complicados. Estas instituciones te anuncian muy padre, hacen muy atractiva la oferta de muchas funciones durante un año y ofrecen teatros conocidos de la ciudad, pero no sabes cuando te va a llegar el dinero, si es que llega. Después de eso algunos tienen que hacer demandas o de plano te endeudas, vives en una incertidumbre diaria, entonces si de todas maneras estamos sin recursos, preferimos hacerlo todo por nuestro lado porque ya sé que lo otro meterse a una olla de problemas.
MG: ¿Cuál crees que es un error al momento de querer fomentar el gusto por las artes escénicas?
VG: Yo creo que el problema es querer imponer, imponer a la gente en lugar de mostrarle posibilidades. Lo pienso también como si fuera un médico, no le puedes decir a la gente: él es el mejor médico, tienes que demostrarles que lo es. Tristemente en México existe una desigualdad económica muy marcada, y no puedes llegar con gente que está en pobreza extrema a decir: aunque no hayas comido ven a ver danza, porque simplemente no va a suceder, es algo muy básico. También influye que no se sientan ellos cercanos a ti, que la gente te ve alejada, da flojera ir desde el norte de la ciudad hasta el sur porque sabes que vas a emplear mucho tiempo; entonces, habría que crear una estrategia para la gente de ahí, dirigirse hacia ciertos sectores y que lo sientan cercano.

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MG: ¿Crees que se tiene que crear un público que consuma ballet en México?
VG: Más que crear a un público, creo que hay que trabajar en equipo con otras personas que no sean artistas de la escena. Gente que sean mercadólogos, administradores, ellos son los que tienen las ideas o el conocimiento para generar un negocio y nosotros como artistas necesitamos tener mucha claridad en qué es lo que queremos y perder la pena de que sí, queremos dinero porque es una profesión. A la gente le puedes decir: ‘ven a la función de ballet’, pero se van a preguntar qué beneficios van a obtener o por qué tienen que ir, pero si no tenemos un equipo que nos ayude a hacer llegar bien esas ideas como negocio, pues va a ser muy complicado.
MG: ¿Qué comentarios te han hecho las personas que llegan por primera vez a tus funciones?
VG: Es maravilloso, porque sí haces un cambio en su vida; hay gente que incluso le gusta comentar al final de la función o que te mandan una notita. Me acuerdo de un mensaje en particular que decía: ‘muchas gracias por hacerme recuperar el sentido de la vida… me sentía muy mal, y gracias a ustedes y por ver esta obra, ahora sé que puedo seguir adelante’; y justamente era una obra que no era de ballet clásico, sino una obra de ballet contemporáneo que habla sobre los accidentes y como te sobrepongas a ese obstáculo. Es gracias a estas experiencias que mi trabajo se convierte en algo que me inspira todos los días a seguir difundiendo lo maravillosa y necesaria que es la danza en el mundo.

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