No es la primera vez que la humanidad se enfrenta a tiempos de crisis e incertidumbre; es mas, a veces pareciera que es nuestro pan de cada día.
Actualmente –desde hace poco más de un año– la crisis recibe el nombre de COVID-19, un tipo de virus que nos tiene a todo patas pa ́ arriba. Desde que se reportó el primer caso de COVID-19 en México (el pasado 27 de febrero), diariamente recibimos la triste noticia de nuevos pacientes confirmados con el virus, de tantos sospechosos o, lo que es peor, de nuevos decesos.
Ante tales informes, es normal que las personas nos preocupemos e interesemos en saber más sobre el tema y es aquí donde entra en juego un factor muy importante: la labor periodística.
El periodismo adquiere un compromiso de vital importancia “en la difusión de información, que no se reduce en solo ofrecer datos, sino elementos didácticos y orientadores”, según comentó Rubén Alonso en una columna para Milenio.
Mucho se ha destacado este punto en diversos periódicos o programas de opinión mexicanos; sin embargo, a pesar de que más de 44 mil personas se dedican a este trabajo en nuestro país –según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE)–, ¿por qué en México no se considera heroico el trabajo de un periodista?
Al igual que los médicos, enfermerxs, policías, choferes de transporte público, etc., los periodistas no entran en cuarentena o toque de queda. Salen día con día, a la primera línea de defensa, a reportear para así garantizarnos nuestro derecho a recibir información, arriesgando su propia vida y la de sus familias –de hecho, acorde con Press Emblem Campaign, México ocupa el tercer lugar de periodistas fallecidos por COVID-19 en América Latina (89 en total)–.
Ahora más que nunca es necesario valorar todo lo que conlleva el quehacer periodístico, de estar conscientes de que gracias a los periodistas podemos combatir el virus de la desinformación.
Sí, es relevante hacer hincapié en sus responsabilidades (informar de forma rápida, precisa, parcial y veraz) y señalar cuando esta se está haciendo a un lado. Pero también, es necesario reconocer su arduo trabajo y esfuerzo durante esta pandemia.
Al fin y al cabo, a nadie le hace daño una palmadita en la espalda de vez en cuando.