Cultura y Arte

Por qué es tan popular la astrología

Independiente, líder, competitiva, acuciosa… No es por presumir, pero es verdad que estas palabras se han utilizado para describirme, al menos un par de ocasiones. ​Malhumorada, intensa, impaciente, empiezas proyectos que nunca terminas… Aunque no me guste, esto también se ajusta a la descripción. Por eso no cabe duda alguna de que soy Aries (signo que se manifiesta cinco veces en mi carta astral). Sin embargo, cuando visito los sitios web de astrología que acostumbro, me encuentro con textos que ejemplifican al Aries como el arquetípico ​jock​. El joven deportista. Simplón pero popular. Incluso describen la figura del Aries como atlética, musculosa y juvenil. Entonces me río desde mi cama, que no he dejado en meses, y observo mis brazos flacuchos… ¿Habré sido engañada todo este tiempo por la astrología? Es posible. Pero eso no me detiene de buscar mi horóscopo del mes.

En otra parte del mundo, Martina rechaza a un joven que la invita a salir, con la excusa de que Venus, el planeta del amor, está retrógrado. Esto significa que es un terrible momento para iniciar una relación. No estoy segura cómo es que el aparente tránsito de Venus puede dictar el potencial de que una pareja prospere; pero no es el único planeta que tiene tanto poder.

Durante Mercurio retrógrado: no firmes contratos, no tomes decisiones definitivas, no compres aparatos tecnológicos; en vez, busca a amistades del pasado, echa un ojo a tus finanzas, ​re​encuentrate con un ex. Las explicaciones para esto se limitan a que Mercurio es el planeta de la comunicación. Y esta parece ser razón suficiente para que cada vez más jóvenes basen sus acciones —y su personalidad— en el tránsito de los planetas. Pero, ¿qué hay detrás de la “reciente” popularidad de la astrología?

Un poco de contexto…

La astrología ha sido tema de discusión durante siglos, considerándose como la primera ciencia y recolectando, a través de los años, a famosos partidarios como Galileo, Nostradamus, Isaac Newton y Carl Jung.

De hecho, los historiadores indican que Theodore Roosevelt mantenía bien guardada una copia de su carta astral, mientras que Charles de Gaulle y Ronald Reagan consultaban a un astrólogo antes de cualquier movimiento. Por años, las prácticas más detalladas referentes a la astrología se mantuvieron como un secreto a voces, lo que hacía su acceso a ellas más complejo; para el público general solo se tenía acceso en columnas en los periódicos, algo que aún encontramos en las últimas páginas de las revistas, o mejor aún, en línea.

Es este un factor que ha aumentado el consumo de contenido sobre astrología en años recientes: ya no es necesario consultar a expertos, pues todo se encuentra al alcance de un clic. Desde un detallado análisis de la carta astral, memes que asocian a los signos con gatitos y personajes de ficción, hasta tweets con horóscopos a manera de poesía.

Para muchos esto es simple entretenimiento, mientras que otros lo añaden a su brevario cultural. De aquí que muchos críticos piensan en los creyentes de la astrología como meros “semi-eruditos”; un término acuñado por Theodor Adorno, en su crítica a los horóscopos. El término se refiere a “aquel que entiende vagamente y es impulsado por el deseo narcisista de demostrar ser superior a la gente común, pero no está en posición de llevar a cabo operaciones intelectuales complicadas”. Si bien esta crítica es entendible, también degrada la paradoja de la astrología: que es compleja dentro de su sencillez.

Porfirio Camarena, profesor universitario y estudiante de astrología por varios años, asegura que ese es el punto de la astrología: alejarse de las “operaciones intelectuales complicadas”. Es decir, las actuales enseñanzas de astrología buscan llenar de manera más accesible, los vacíos que la ciencia materialista ha dejado: “La ciencia materialista no nos ha dado elementos que nos permitan darle sentido a nuestra experiencia. Cuando te reducen a un conjunto de células, reacciones metabólicas y ecuaciones matemáticas, ¿en dónde nos deja eso en términos de sentido personal? […] Los vacíos que ha dejado la academia se llenan con estas interpretaciones más fáciles de la vida; no tienes que meterte en la complicación o en la lógica”.

Fue la necesidad de entender su posición en el mundo y darle sentido a ciertos aspectos de su vida lo que llevó a Porfirio, y a otros partidarios, a explorar saberes como este. De hecho, se piensa que las personas voltean hacia la astrología especialmente en momentos de estrés e incertidumbre. Precisamente lo que se vive hoy en día, tanto por la más reciente pandemia, como por la inestabilidad económica, sociopolítica y ambiental en el mundo. La astrología responde a la necesidad de tener alguna semblanza de control sobre aspectos de nuestra vida, desde quién somos hasta cómo actuamos.

Miguel, estudiante de Investigación Aplicada, asegura que “no hay correlación entre el mes en que uno nace y características intrínsecas de la persona; no hay ninguna fuerza física observable que cause esto”. Pero tal parece que los creyentes en la astrología no necesitan de una fuerza observable para avalar lo que intuyen.

De acuerdo con Paulina Ocampo, estudiante universitaria y practicante de astrología por herencia de su madre, la ‘influencia’—no confundir con ‘determinación’—de los planetas en las personas es simplemente algo que se siente: “Sabemos que existe la energía en el mundo y hay muchas maneras de percibirla: la astrología es una de esas maneras”, dice. “Ya que sabes que puede estar ahí, y cuando aprendes cómo verla se va haciendo más evidente”.

El efecto Barnum

Miguel sugiere que hay otros factores en juego que afectan la identificación del sujeto con la descripción que se otorga a esta presunta influencia de los planetas. “No creo que un mes tenga monopolio sobre el pragmatismo”, insiste Miguel, cuando se le pregunta sobre las características que se le adjudican a cada signo, como el sentido práctico que los Capricornio, nacidos entre diciembre y enero, presuntamente encarnan.

En vez, culpa al Efecto Barnum, (sí, nombrado por el ​gran showman​): un fenómeno encontrado por el psicólogo B.R. Forer, que explica cómo las personas tienden a aceptar descripciones personales generales y vagas como totalmente aplicables a ellos, sin darse cuenta que lo mismo se le podría aplicar a cualquiera. El mismo psicólogo realizó un experimento en el que tomaba descripciones de una columna de astrología, y le decía a sus sujetos que podía describir sus personalidades a la perfección. Estos salían asombrados por la exactitud, sin saber que lo que escucharon era una descripción aleatoria que no tomaba en cuenta sus signos solares.

Los Big Three

Crédito: Getty Images

Aunque es importante considerar que existe la idea errónea de que nuestro signo zodiacal, el que todos conocemos—el signo solar—nos encapsula completamente. De aquí que, cuando Sara, tímida y sensible, nacida en un sol de Leo, se entera de que su signo es orgulloso, vanidoso y el centro de atención, una crisis de identidad sobreviene.

Por esto, Porfirio, piensa que la astrología en redes sociales puede llegar a ser “astrología pop, simplista”. De hecho, él compara la primera lectura de su carta astral, realizada por una persona capacitada, con verse en el espejo: “Refleja cosas que eres o que son temas en tu vida, que a lo mejor tú ya sabes pero en un plano más intuitivo. Cuando te lo ponen en palabras y en una gráfica, hace todo el sentido”.

Quienes no están muy familiarizados con el mundo de la astrología se preguntarán: ¿cómo funciona la carta astral? Partidarios de la astrología la ven como un sistema profundo, con un lenguaje propio que toma en cuenta aproximadamente 40 variables a través de la carta astral. Un mapa único que revela el propósito del alma, cuya probabilidad de que se repita es pequeñísima. Entre las variables consideradas en la carta astral, se encuentran: la posición de los planetas y la casa en que se encuentran; los signos con sus energías, modalidades y elementos; los aspectos, los asteroides, los grados e, inclusive, cuán dominantes son los elementos y los planetas sobre cada carta astral. En términos simples, como dijo Jung, todo lo que nace u ocurre en un momento particular tiene las energías de ese momento.

Los astrólogos modernos, especialmente los que se desenvuelven en redes sociales, se enfocan principalmente en la posición de ​the big three​: el sol, la luna y el ascendente.

La astróloga Nina Ortega explica estas variables a través de una manzana. El ascendente es el signo que se elevaba sobre el horizonte al momento del nacimiento. Son los rasgos físicos y de personalidad que el mundo exterior percibe: la cáscara de la manzana. El signo solar es la representación más fuerte de la persona. La energía que impulsa: la pulpa de la manzana. Por su parte, la luna representa las emociones más íntimas, los instintos y el inconsciente: las semillas de la manzana.

¿Determinismo astrológico?

Pero si la astrología sabe todo, inclusive lo que hay en nuestro subconsciente, y dicta cada uno de nuestros comportamientos, ¿qué nos queda? “La astrología lleva al esencialismo. Asigna cualidades intrínsecas a personas. Una vez que decimos que alguien tiene una cualidad intrínseca, significa que por ninguna voluntad lo puede cambiar. Este es un pensamiento que termina por deshumanizar porque no permite la libertad humana o el pleno desarrollo”, explica Miguel. La vehemente necesidad con que trata de expresar su lógica, lo deja expuesto como el clásico Virgo.

De aquí se desprende otra inquietud: ¿hasta qué punto se está relegando la responsabilidad a los planetas? Cientos de usuarios en Twitter se han juntado para compartir el mismo Tweet de la cuenta @nxstypxet: “Tu personalidad cul*ra no es culpa de los astros, we”. Este mensaje responde al acercamiento que muchos han tenido con la astrología moderna, en el que atribuyen sus actitudes, especialmente las negativas, a su signo solar (ie. «Soy así de necia porque soy Tauro».)

Para muchos estas conductas representan un peligro. “Creo que hay un riesgo por la obsesión que tenemos a etiquetarnos. Tal parece que si no nos etiquetamos, no podemos entendernos. Al etiquetarte bajo un signo, puedes caer en la trampa de asumir que ya porque eres Géminis, eres de tal modo, cuando en la práctica no es cierto”, dice Porfirio, respondiendo a las inquietudes de los detractores de la astrología. Sin embargo, asegura que uno no pierde su libre albedrío al creer en esta disciplina. “Una máxima en la astrología es que las estrellas señalan, no obligan.  Te marcan pautas, pero no estás forzado a seguirlas.”

Profecías autocumplidas, charlatanería derivada del capitalismo, víctimas de movimientos planetarios. Quizá nunca sabremos a qué fuerza le pertenecemos. La astrología no perecerá, así como las religiones no lo han hecho. Siempre habrá alguien que crea y que viva bajo sus preceptos. Basta con desarrollar un sentido crítico que nos permita tomar decisiones por nosotros mismos, o que al menos nos dé la ilusión de que eso hacemos.

Lo cierto es que todos necesitamos un chivo expiatorio de vez en cuando. Una guía que nos diga exactamente qué hacer, y que nos prepare para lo que sea que venga después. A veces, se vale pasarle las riendas del destino a las fuerzas que laboran a través de Mhoni Vidente.

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