Al parecer, volverse activista hoy en día no es tan complicado. Tan solo necesitas el hashtag correcto, contar con una fuente de información fiable como Tiktok y tener una gran cantidad de tiempo libre para mandar miles de comentarios de crítica y así lograr que se cancele esa persona o cuenta.
Y todo eso, sin siquiera tener que pararse del sillón.
¿Qué es el woke?
Estos famosos “activistas” se asocian o surgieron a partir del movimiento woke, el cual es un fenómeno que ha tomado gran fuerza en la última década. Como lo indica su nombre, hace referencia a aquellas personas que están despiertas o alertas ante las injusticias sociales.
El término surgió en 1940 en las comunidades negras de Estados Unidos y lo utilizaban para representar su lucha contra de la discriminación racial de la época.
Sin embargo, este concepto obtuvo mayor relevancia hasta el 2013 con la llegada del movimiento Black Lives Matter. Después de esto, el concepto se empezó a utilizar en otros movimientos sociales como el #Metoo.
Entonces, ¿qué diferencía a los woke de cualquier otra forma de activismo?
Tomando en cuenta que es un movimiento que tomó forma en el siglo XXI, éste fue moldeado por una época en donde hay una gran hiperconectividad y una presencia de medios masivos.
Además, este movimiento ha sido adoptado en su gran mayoría por jóvenes posmodernos que, según Gilles Lipovestky, esto implica que son individualistas, que no toleran la frustración, que tienen valor a la carta y que buscan la personalización de cualquier fenómeno social.
Zakarías Zafra comenta que la forma de hacer activismo de los woke está sujeta a la cultura de la cancelación, en la que por medio de constantes denuncias (normalmente a través de redes sociales) se puede ejercer presión sobre alguna estructura de poder que ha abusado de alguna forma.
Aunque este método de denuncia masiva puede ser utilizado para presionar a los actores políticos, sigue sin tocar el problema de fondo y no se llevan a cabo acciones concretas para el cambio.
El contexto
En el 2018 Greg Lukianoff y Jonathan Haidt publicaron un libro donde comentan que el wokeismo tiene otra serie de características que permiten concluir que más allá de ser un movimiento civil, éste toma forma de secta donde predomina el culto a la indignación, el infantilismo y la tiranía de las víctimas.
Éstos explican que esta forma de “activismo” se caracteriza también por su huida de la confrontación al censurar opiniones ajenas lo cual elimina la diversidad de pensamiento.
Por esa razón, comentan que el woke es emocional y no racional, por lo que el testimonio del oprimido es la ley y no hay argumento que pueda contrarrestarlo.
Por último, mencionan que se basa en la premisa de buenos y malos, llevando así puros discursos morales que no analizan los distintos efectos y tintes que puede tener un mismo problema.
Además, hay muchas contradicciones dentro del wokeismo. Para empezar, esta cultura de la cancelación se ha llevado al extremo. Ahora ya se puede llegar al punto de ejercer suficiente presión mediática para despedir a una persona de su puesto de trabajo por alguna opinión que haya expresado fuera de su espacio laboral.
Es bastante irónico que un movimiento de izquierdas, que supuestamente defiende los derechos de las personas, atenta contra la libertad de expresión y los derechos laborales.
Otro punto por destacar en la incongruencia de este movimiento es el hecho de que, su expresión favorita para cancelar cualquier tipo de argumento, es “estás hablando desde tu privilegio”.
Esto es bastante irónico dado que, desde mi punto vista, el woke es en realidad una forma de hacer activismo desde una situación privilegiada, y esto se puede ver claramente el caso específico de México.
¿Cómo se ve el movimiento woke en México?
Para empezar, el wokeismo es una tendencia que surge en las universidades élite de los Estados Unidos y solamente la clase media y alta de universitarios mexicanos tienen acceso a estas ideologías por su capacidad de hiperconectividad.
Precisamente, porque buscan copiar este movimiento de origen estadounidense, el woke mexicano adopta los discursos de su cultura y pretenden encajarlos a la perfección a la nuestra sin siquiera analizar los factores históricos, políticos y económicos que influyen de forma distinta.
Un ejemplo de esto fue el caso de George Floyd, un hombre afroamericano que se hizo viral tras la difusión de un video en el que es brutalmente asesinado por la policía de los Estados Unidos.
¿Activistas?
Los wokes de México no desaprovecharon la oportunidad de verse muy “activistas» al publicar en sus redes sociales un fondo de pantalla de color negro como acto de solidaridad y para hacer consciencia del problema que implica el racismo.
Además, aprovecharon para denunciar el racismo que existe en México. Pero, no mencionaron las diferencias entre ambos fenómenos, cuando en México influye el nivel socioeconómico, diferencias culturales y un antecedente histórico de colonialismo para que uno pueda hablar de racismo.
Sobre todo, en México se hace notar esta diferencia e hipocresía privilegiada ya que es uno de los países más peligrosos para hacer activismo, el de verdad por lo menos. Tan solo en el 2021, fueron asesinados 25 activistas defensores de derechos humanos y del medio ambiente.
De acuerdo con distintos reportes oficiales, la mayoría de los activistas son secuestrados y torturados días antes de su muerte.
Este contraste pone al descubierto la máscara de los wokes, que no están en realidad dispuestos a hacer algo por cambiar una injusticia social ni exponerse a ciertos riesgos o sacrificios.
Por eso, se ven obligados a únicamente exhibir a los demás bajo una mirada de superioridad moral para sentirse partícipes de alguna forma de activismo.
Hablar de justicia social con una mirada tan superficial, sin tomar acciones para el cambio y al dedicarse a denunciar a otros sin siquiera mirarse al espejo, nos dan suficientes motivos para que el “activismo» de los woke se quede siempre entre comillas.