México es un país violento. Desde 1964, registros históricos han reportado 220 mil 330 personas desaparecidas. El 40.6% permanecen ocultas, sumando casi 90 mil ciudadanos sin localizar desde aquel año.
A partir de la estrategia de seguridad nacional, el ex presidente Felipe Calderón, lanzó la llamada “Guerra contra el narcotráfico”. Causando un aumento significativo de la violencia sistemática en México. Dando paso a la vulneración recurrente de derechos humanos de toda la ciudadanía.
Durante su sexenio (2006-2012), se registraron un total de 68 mil personas desaparecidas. De éstas, 51 mil 634; es decir, siete de cada 10 son hombres y, al menos dos de cada diez, mujeres.
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El 20 de abril de 2011, un grupo de ciudadanos y artistas, convocaron a la sociedad mexicana a participar en Paremos las balas, pintemos las fuentes. Una iniciativa que consiste en pintar el agua de las fuentes de color rojo, haciendo alusión a la sangre que representan las miles de personas asesinadas cada año en nuestro país. Un mes después, se convocó la marcha nacional por la paz. Veinte fuentes alrededor de la ciudad de México se tiñeron de escarlata. Fue así que nació Fuentes Rojas, el nombre vigente del colectivo.
Actualmente, a 10 años de su creación, el Colectivo Fuentes Rojas aún mantiene su compromiso por la justicia, la memoria y la paz. Creando conciencia y exigiendo condena a través de la conmemoración de millones de casos de desaparición forzada no resueltos.
En un principio, el grupo se reunía para escribir con gis los nombres de víctimas de la violencia en el suelo de los parques. Sin embargo, no era lo ideal por lo que optaron por alzar la voz a través del bordado zapatista. Funciona como la raíz de la difusión de pensamientos. Al implementar esta nueva práctica, se germinó Bordando por la Paz y la Memoria: Una víctima, un pañuelo. Con ello, salen a la calle a bordar, tomando el espacio público para exponer la problemática tan grave que abunda en México.
El bordado, de cierta manera, es una forma terapéutica de expresar lo que uno siente. De poder sacar los pensamientos de la cabeza y plasmarlo en físico. Aquí radica la importancia de honrar a los muertos, de llamarlos por su nombre y no por un simple número o cifra entre el montón. La vida de cada una de las víctimas es irremplazable. Debemos dejar a un lado la costumbre de verlo como un simple hecho o “daño colateral” que lamentablemente se ha vuelto característica de nuestro país.
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La desaparición forzada lleva años formando parte de la agenda pública. Ésta situación no mejora desde que los números aumentaron en el sexenio de Calderón. De acuerdo con los últimos datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas (RNPED), durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, en promedio, cada dos horas se reportaba al menos una persona desaparecida. Llegando a un total de 19 mil 156 personas.
Uno de los casos más mediáticos y recordados a lo largo de su sexenio y de los años por venir, son los 43 normalistas de Ayotzinapa. Un suceso que despertó la conciencia del país con un número que retiembla más que mencionar a los más de 120 mil ejecutados con violencia en México.
Quizá tenga algo que ver con que los 43 tienen nombre, apellido, cara, historia y una familia que al menos pudo luchar por su injusticia. A comparación de millones de personas que aún no encuentran respuesta porque no saben si su hijo, hermana, madre o padre sigue con vida. La enorme masa de informes que presentan las bases de datos del gobierno, simplemente colocan un número más en la lista. Mantienen a cada víctima como un incógnito, arrebatándolos de su individualidad y de la esperanza de encontrar justicia y paz.
El bombardeo de las altas cifras en los casos de “ciudadanos extraviados o ausentes”, como las autoridades los hacen llamar, para no pronunciar la frase “desaparición forzada”, debido a que implica responsabilidad directa en un crimen despiadado por parte del Estado, es realmente abrumador e inquietante. El hecho de que decenas de miles tanto mexicanos, como migrantes, han desaparecido sin cesar en los últimos diez años, sin reparo ni respuestas sensatas, concretas y documentadas, es inaceptable y sumamente duro de asimilar.
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Hoy en día, la administración de Andrés Manuel López Obrador, acumula una cifra mayor a 21 mil 500 personas sin hallar. Su gobierno argumenta que dos años atrás, el 22% de los casos habían disminuido; sin embargo, los datos prueban lo contrario.
Hasta el 30 de junio de 2021, se han sumado 89 mil 488 denuncias, alrededor del 25% de estas corresponden a la desaparición de mujeres entre 15 y 19 años. En cuanto a la cifra total de menores desaparecidos, más de la mitad son mujeres y la concentración mayor de esta violencia radica en los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, Veracruz, Puebla, Ciudad y Estado de México.
Los estados con menor número de casos son Tlaxcala (43); Aguascalientes (59); Tabasco (90); Campeche (102) y Oaxaca (104).
Por su parte, el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas Rodríguez, ha vinculado dichos crímenes a la actividad de grupos delictivos: “Es una práctica vinculada fundamentalmente a los grupos delictivos, pero no deja de haber responsabilidades de agentes del estado, particularmente en el ámbito municipal”, comentó en 2021.
No obstante, México continúa rebasando cifras significativas. Parece que estamos enfrentando uno de los capítulos más oscuros de la historia de nuestro país, desde que inició la guerra con el narco, una de cada tres desapariciones de personas ha ocurrido en el gobierno de AMLO.
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Tras casi dos años de pandemia debido a la Covid-19, en México, cada domingo, el colectivo ha regresado y se reúne presencialmente de 11:00 a.m. a 1:00 p.m. en Coyoacán, junto a la fuente de los Coyotes. Esa es su manera de manifestarse y tomar acción. Bordan para crear conciencia a través de su Memorial Ciudadano, que honra a víctimas de la violencia de todo género en el país. A través de su página de Facebook, invitan a los usuarios a formar parte del evento, a unirse a las actividades y levantar la voz.
Mientras la gente se reúne a realizar los bordados, se abre un diálogo que invita al conocimiento y a la muy necesaria reflexión que todos, como ciudadanos, debemos practicar. Los pañuelos se presentan a la luz de lo público como manera de sacarlos de la oscuridad del olvido. No solo gente externa a los casos participa y lleva a cabo bordados, también familiares o conocidos de las víctimas, se han acercado al colectivo para bordar un caso personal y/o cercano a ellos. Después de realizar el bordado, pueden colgarlo para formar parte del mural, o bien, llevárselo a casa.
Verónica Gil, quien forma parte del colectivo desde 2017, nos comenta que pueden pasar uno o dos años para que ciertas personas concluyan su bordado. Es tan grande recordar y tan inmenso el dolor y sentimiento, que requiere de mucha fuerza y trabajo mental para hacerlo. Tal como la frase “hoy por tí, mañana por mí”. El trabajo que realiza este colectivo es una manera de incluir a todos por una misma causa. Crear conciencia, conocer lo que está sucediendo en el país y saber que, a pesar de que no le ha sucedido a alguien cercano, no quita el que algún día lo sea. Vivimos en un país en donde la violencia no cesa de escalar, es normalizada y, la gran mayoría de las veces, ignorada.
El movimiento ha adquirido mucha fuerza. Fuentes Rojas cuenta con múltiples aliados que, de la misma manera, han decidido levantar la voz y luchar por la misma causa que también afecta a su país. Tal es el caso de Juntanza de Bordado, colectivo colombiano que impulsa un movimiento activista textil. Se convoca y reúne para exponer testimonios, historias y textiles hechos arte; contando a través de ellos lo que significa habitar en Latinoamérica y los grandes riesgos que esto implica.
“Memoria y lucha” por quienes ya no están con nosotros, por quienes fueron callados y no pueden alzar la voz, Fuentes Rojas la alza por ellos y no los olvida”.
Las personas que al final se logran identificar, son por sus familiares, que se dan a la tarea de investigar y buscar el cuerpo. Ellos mismos son quienes han brindado algunas respuestas para que el caso se investigue y se haga justicia por la víctima.
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Durante el sexenio actual, únicamente se habían judicializado entre 2 y 6% de los casos de desapariciones forzadas, hasta el 26 de noviembre del año pasado. Treinta y seis son las sentencias que se han emitido a nivel nacional, según el informe del comité de la ONU. Además, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas de la Segob, se mantiene una tendencia en alza desde el comienzo de su gubernatura.
Del último mes de 2018 a lo que lleva de este año, 30 mil 623 personas desaparecieron y no han sido localizadas. El pasado 10 de mayo, se cumplieron 53 años de la primera desaparición forzada. De las 78 mil personas desaparecidas que han habido durante estas cinco décadas, existen más de 52 mil cuerpos sin identificar. Por ello, la Cámara de Diputados aprobó, con 489 votos a favor, el Centro Nacional de Identificación Humana, que fue propuesta por forenses argentinos.
Esta unidad se encargará de reconocer cuerpos. Será un organismo administrativo con independencia técnico-científica unido a la Comisión Nacional de Búsqueda. Pretende dar respuesta efectiva, científica y técnica a las personas y restos no identificados.
Procura ser un sistema forense multidisciplinario centrado en la identificación de personas desaparecidas, al igual que coordinar y ejecutar las estrategias de búsqueda en el Estado o región de cobertura. Además, tiene como objetivo precisar e incrementar la probabilidad del reconocimiento de identidad. Con ello, podrán brindar a los familiares de la persona desaparecida un enfoque específico y focalizado en la búsqueda e identificación de personas para garantizar su derecho a la verdad.
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El colectivo Fuentes Rojas lleva diez años buscando justicia y verdad por todas las víctimas que han perdido la vida a causa de la desaparición forzada en México. Regina Mendez, cofundadora del colectivo, nos menciona que este tiene como objetivo hacer el trabajo que nuestro gobierno no ha podido hacer durante años: buscar que los familiares de estas víctimas conozcan la verdad y que se castigue a todos estos asesinos. “Resistiremos y bordaremos en la búsqueda y exigencia de justicia y verdad”. El colectivo Fuentes Rojas no dejará de luchar por todas estas personas, por esta razón, cada domingo seguirán asistiendo al mismo sitio de siempre para exigir justicia.