
“¡No más gente sin vivienda, y vivienda sin gente!”
Esta es una de las consignas que gritaban manifestantes, en su mayoría jóvenes, en el número 1322 de la calle Amores. La cita fue el jueves 17 de noviembre, a las 5 de la tarde. Protestaron afuera de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México (SEDUVI), para exigir reformas que promuevan la accesibilidad a la vivienda ante el creciente aumento en los precios de renta y venta.
Carla Escoffié Duarte, abogada, activista, profesora y Directora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad de la Libre de Derecho de Monterrey, era una de las personas que protestaba. La manifestación ocurrió sólo unas semanas después de que la jefa de gobierno de la Ciudad de México anunciara una colaboración entre la capital y Airbnb.
Carla dijo que esta alianza fue “la gota que derramó el vaso”, porque “lo que mostró fue la actitud de las autoridades”. Airbnb, es una plataforma digital en la que se ofrecen estadías de corta duración. En un principio presentaba la posibilidad de un ingreso adicional entre personas con cuartos disponibles en sus viviendas.
El intercambio cultural con los viajeros era un agregado colateral. Ahora, la situación ha cambiado. Departamentos y casas completas son ofrecidas en Airbnb a foráneos. “Los caseros ahora solo quieren rentar Airbnb a extranjeros”, remata Escoffié. Es sencillo entender por qué.

Los nómadas digitales
Jared es el inquilino ideal para arrendatarios de la Condesa que ofrecen sus propiedades en búsqueda de un pago en dólares. Según datos de la plataforma de arrendamiento Propiedades.com, un departamento con dos cuartos y dos baños en esta vecindario en promedio cuesta veintisiete mil pesos por mes.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 16.4% de lxs mexicanxs habitan propiedades rentadas. El precio varía por zona, pero la media por un departamento en la Ciudad de México sería de 18 mil 764 según datos de Vivanuncios, colocando a La Condesa como una de las áreas más exclusivas.
Él llegó a México en 2021 durante el supuesto confinamiento. Es alguien que podría ser definido como un “nómada digital”. Escoffié explica que se trata de personas que viajan de países ricos al Sur global porque vivir les resulta considerablemente más barato. La pandemia agudizó este fenómeno.
Se estima que alrededor del mundo existen 30 millones de viajeros con estas características. Jared, como gran parte de los nómadas digitales en nuestro país es estadounidense, de Filadelfia específicamente. Afirma que llegó a la Ciudad de México estimando quedarse dos meses. Un año transcurrió, y no tiene planes concretos de regresar a su país de origen. “Tengo el privilegio de ganar en dólares y eso hace vivir aquí más fácil…”, acepta el joven de 25 años.
Jared es fotógrafo. Trabaja de forma remota y declara ganar 2 mil dólares al mes, equivalente a más de 38 mil pesos. Al ser cuestionado sobre su autopercepción de clase, responde: “En Estados Unidos creo que yo era clase media y aquí soy probablemente clase media alta”. Esta clasificación es incorrecta. El salario mínimo en Estados Unidos varía por ubicación.
Por qué pueden vivir en México
Según la calculadora de estrato económico de The Pew Research Center, un centro de investigaciones en Washington D.C., Jared entraría en el estrato más bajo. Este programa considera la ubicación de la persona para arrojar el resultado.

El joven gana 24 mil dólares anuales. Para ser considerado como parte de la clase media estadounidense, alguien soltero tendría que ganar por lo menos 30 mil dólares en un año.
De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), una persona de clase media en México gana en promedio 7 mil 128 pesos al mes. Este estrato económico se integra por aquellxs que ganen hasta 14 mil 256 pesos. Alguien en el país que reciba un salario superior sería clasificado como de clase alta.
Jared supera por 16 mil pesos a los clasemedieros más privilegiados del país. Con cruzar una frontera cambió su estatus de una persona pobre, a una enriquecida.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo determinó en 2019 que la Alcaldía Cuauhtémoc, en la que se encuentra la colonia en cuestión, está dentro de los 10 municipios y alcaldías con mayor índice de desarrollo humano en el país. Está ranqueada en la quinta posición.
La base de datos del Índice de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de México determinó que tiene un IDH de 0.8483, similar al observado en Portugal (0.866), Andorra (0.858), Croacia (0.858) y San Marino (0.853). Específicamente: ¿Qué es lo que atrae a tantas personas a mudarse a la Condesa, y particularmente a los nómadas digitales?

¿La mejor zona para vivir y trabajar?
Diversas páginas de renta y venta de inmuebles ofrecen distintas respuestas. Loft enfatiza que se ha convertido en un sitio seguro, mientras que inmuebles24 destaca la oferta cultural, artística y de entretenimiento. Las calles tienen múltiples boutiques y galerías, además de novedosos restaurantes y centros de diversión nocturna a distancias cercanas.
La página icasas hace referencia a las “rebosantes zonas verdes” como el Parque España y el Parque México. En otras palabras, la Colonia Condesa tiene una peculiaridad que la hace atractiva ante locales y extranjeros: ofrece una vida del primer mundo en el tercer mundo y perfecta para los nómadas digitales.
Según Market Data México, empresa dedicada al desarrollo de estudios de mercado y soluciones de inteligencia comercial en México, dentro de esta Alcaldía, hay 3 mil 470 unidades habitacionales. Cuando alguna de ellas se pone en renta, vuelan. La venta no es igual de atractiva, por lo costoso que sería pagar una propiedad en la zona.
En inmuebles24 hay ofertas de departamentos que van de los 5 millones y medio (por 85 metros cuadrados) a los 18 millones y medio (por 250 metros cuadrados).
Desde 2013, se advertía de los atractivos de la zona, y del costoso precio que los mexicanos estaban dispuestos a pagar por ellos. Alonso Luis Panela Quintanilla académico de la Universidad Nacional Autónoma de México y presidente del Consejo Administrativo de Valuación reconoce que jóvenes rondando sus treinta, son capaces de gastar 80% de su salario en rentas dentro de la Condesa.
Viajar en ecobici, y manejarse en un sistema “europeo” los motiva a esta cuestionable inversión. Juan José Parcero, originario de la Ciudad de México tiene 30 años y busca independizarse. Vive con sus hermanas pero ha decidido hallar un lugar en el que pueda estar por su cuenta. Afirma que la colonia Condesa le parece una opción atractiva a pesar de los precios.
“Está muy bien conectada. Tiene cerca metro, metrobus, bicis. Tiene buenos restaurantes, es una buena colonia, y me queda cerca de mi trabajo”. La breve justificación de Juan José resume las razones de muchxs mexicanxs, estadounidenses y visitantes de todo el mundo, los llamados “nómadas digitales”.
La Ciudad de los nómadas digitales
La Ciudad de México se ha convertido en un receptor central de estos individuos. En la comunidad digital “Nomad List”, la capital está ranqueada como la séptima mejor destinación para extranjeros que buscan un sitio para laborar remotamente. Jared coincide. El joven sostiene que al mes, paga 14 mil pesos en renta. Vive con dos “roomies”, también extranjeros. Cada uno paga una parte equitativa, lo que suma 42 mil pesos por habitar un departamento en La Condesa.

Andrés, de Almería, España vive en la misma colonia. Como Jared, se mudó a México manteniendo su ingreso en moneda extranjera. Afirmó ganar 3 mil 700 euros netos al mes, más de 73 mil pesos. Veinticinco mil 500 van al pago mensual del departamento que renta por su cuenta.
A diferencia de Jared, Andrés conforma la clase alta en México y en su país de origen. Gana más de 44 mil euros anualmente, colocándolo en este sector. La clase alta española está formada por aquellos con salarios superiores a los 30 mil 386 euros brutos al año. “Hay cosas que son más baratas como servicios o cualquier cosa que requiera contratar a otra persona, cómo tener alguien que te ayude en la casa”, afirmó Andrés.
El salario mínimo mexicano es de 172.87 pesos al día, mientras que en España es de 33.33 euros, unos 663 pesos. Por ello es claro que contratar a alguien bajo estos estándares será menos costoso.
“¡Menos vivienda para invertir, y más vivienda para vivir!”
Con la alianza entre el Gobierno de la Ciudad de México, y Airbnb, Claudia Sheinbaum dejó claro que el posible derrame económico que podrían dejar nómadas digitales como Jared y Andrés le son prioritarios. Sheinbaum espera que este supere los 3 mil millones de dólares al año. Carla Escoffié argumenta que el tema debe ser visto como una necesidad de planificación urbana. Plantea que la problemática con Airbnb es que opera bajo un “doble discurso”.
“Por un lado dejan que el arrendamiento sea un negocio(…) Pero cuando pones parámetros y reglas propias del comercio dicen: Es que eso no es un comercio, es mi propiedad, es una casa habitación, es un departamento. Quieren jugar las dos banderas”.
Dado que rentar un espacio a través de dicha plataforma es una actividad comercial, la abogada considera que el Estado debe hacer valer los reglamentos de usos de suelo: “Si tu propiedad tiene uso de suelo habitacional no lo puedes usar para fines comerciales. Debes hacer el trámite”.
Escoffié considera que la legislación de arrendamiento presenta “profundas ausencias y omisiones”. El Código Civil tiene un sólo capítulo sobre arrendamiento, que además no es exclusivo para viviendas, sino que también cubre la renta de objetos como mobiliario para eventos.
Carla sostiene que la gentrificación en la Ciudad de México es impulsada por las “carencias en política de vivienda”. La activista propone diversas acciones que el Estado podría tomar. Exige la creación de un registro de inmuebles activos de Airbnb. Sugiere un esquema similar al aplicado en París, donde se limitó el número de estancias a corto plazo que podían estar por zona.

“Las autoridades están viendo cada vez más que es un tema que no pueden ignorar. Los partidos políticos ya muestran interés en el tema… en el tema, no en hacer algo”. – dijo riendo. “Lo ven como algo redituable políticamente. Me parece un buen indicador que hay cambios que ojalá lleven a algo más sustancial y permanente”.